¿Qué hacer cuando las notas de tus hijos son malas?

Educación-Fin de Curso

La forma en que los padres reaccionan ante las calificaciones puede afectar a la motivación, autoestima, evolución y actitud ante el estudio del menor

La regla básica es actuar con empatía.
La regla básica es actuar con empatía. / D. S.
S. V.

22 de junio 2018 - 13:16

Cada año en estas fechas, los alumnos reciben sus calificaciones. Es un momento en el que pueden surgir conflictos familiares cuando las notas no son buenas o el progreso académico del niño no presenta la evolución esperada. Como explica Ana Arechavaleta, psicóloga del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime, "no es un asunto trivial, ya que la forma en que los padres reaccionan ante las calificaciones de sus hijos puede afectar a su motivación, autoestima, sensación de control sobre su aprendizaje y evolución y actitud ante el estudio".

La especialista recomienda, como regla básica, reaccionar con empatía: “No siempre es fácil, pero cuando nos mostramos empáticos con nuestros hijos en realidad les estamos diciendo que les entendemos y que respetamos sus necesidades". De este modo se contribuye a reforzar su autoestima y motivación y la confianza en su entorno. En este sentido, como aclara Arechavaleta, empatizar no significa consentir o ceder a los caprichos, sino tomar en consideración sus sentimientos y dificultades a la hora de ayudarles. "El foco se pone en tratar de entender lo que nuestro hijo necesita, en lugar de ponerlo sobre lo que pensamos que necesita".

Es frecuente que antes de recibir las notas existan indicios previos que pongan a los progenitores sobre aviso. Los niños pueden expresar señales, incluso de forma no verbal, sobre cómo se sienten o con qué están teniendo problemas. Es fundamental prestar atención a su comportamiento, preguntarles directamente cómo se sienten, qué les pasa y qué necesitan. "Darles la oportunidad de que se expresen les convierte en participantes activos en su propio desarrollo y aprendizaje", afirma Arechavaleta.

Además, lo más importante, en palabras del especialista, es que las expectativas siempre estén sujetas a la particularidad de cada individuo, teniendo en cuenta sus dificultades, sus puntos fuertes, sus necesidades. En base a ello se podrán establecer objetivos y un plan adecuado para alcanzarlos, siempre trabajando de forma conjunta con el niño y el tutor.

Cuando los niños crecen, las expectativas de aprendizaje cambian.
Cuando los niños crecen, las expectativas de aprendizaje cambian. / M. G.

Reacciones ante unas malas y buenas notas

En caso de que las notas son malas, en lugar de reaccionar de forma instantánea y abrupta, Arechavaleta recomienda mantener la calma y aplazar la respuesta para que esta sea serena y equilibrada. Ejemplo de ello sería: “Necesito tiempo para pensar lo que quiero decirte. Hablaremos de esto mañana".

Cuando los resultados son positivos, el especialista aconseja evitar comentarios del tipo: "¡Sabía que si te esforzabas más mejorarías!". "Ese ‘esforzarse más’ puede que no sea la variable principal de su evolución, sobre todo si son chicos con dificultades de aprendizaje o atención", aclara. En su lugar serían más adecuados comentarios del tipo: "¡Muy bien! Parece que usar nuevas estrategias te ha permitido obtener buenos resultados". Cabe recordar que, en muchas ocasiones, las calificaciones no son la media del progreso, sino que pueden serlo el esfuerzo o la actitud.

Otro punto a tener en cuenta es que, conforme los niños crecen, las expectativas de aprendizaje cambian y puede ser más difícil lograrlas en algunas materias. En este caso, Ana Arechavaleta aconseja hablar con nuestros hijos sobre las diferencias entre asignaturas y los cambios que podrían ayudarle y pedir cita con el tutor o, si el chico tiene edad suficiente, sugerirle que hable con su profesor sobre estrategias que podrían contribuir a su mejora.

"En general, los padres debemos aprender a manejar la frustración, la contrariedad o la decepción que nos puedan suscitar este tipo de situaciones y no pasarlas a la acción a través de castigos poco ponderados y actuaciones exageradas", afirma Arechavaleta, que aboga por lograr un cambio en la actitud hacia el estudio progresivamente.

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