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Un gigante llamado David

La asociación Somos NUPA ha conseguido recaudar 10.000 euros para editar su segundo libro solidario

David Prieto junto a su madre, Isabel Ríos, en Plaza de Armas.
Guillermo Azábal

09 de mayo 2016 - 01:00

Si hay un pasaje bíblico consolidado en la mente de la sociedad a la hora de tratar temas de superación, ése es el relativo a la hazaña de David contra el gigante Goliat. Sin embargo, la historia de David Prieto, homónimo del personaje bíblico, posterga la gesta contra Goliat y replantea la definición de valentía ofrecida por la Real Academia Española de la Lengua (RAE).

David Prieto se ata los cordones de sus llamativas botas de fútbol verde pistacho y magenta cada mañana antes de ir al instituto. Tiene 13 años y está en primero de ESO. Hasta ahí, todo normal: un chaval recién entrado en secundaria, cursando el año que le corresponde y aficionado al fútbol. No obstante, la realidad dista mucho de ser lo que aparenta. El joven rechaza todo reconocimiento si se le pregunta si considera meritoria su lucha permanente durante 12 años. Ríe y se encoge de hombros, pero es imposible mirarlo sin enorgullecerse, aunque sea la primera vez que se cruzan unas palabras con él.

Detrás de ese chaval afable que responde con desahogo y conciencia plena a todas las preguntas que se le formulan se esconde un titán, un púgil de 13 años que se ha convertido en gigante. Con cuatro años fue trasplantado de intestino, con tan sólo 10 meses de edad había sufrido diversas obstrucciones en el Hospital La Paz de Madrid. Fueron años difíciles en los que la familia Prieto Ríos tuvo que adaptarse a convivir con una enfermedad que ahora tienen asumida como compañera de viaje. Horas, días y semanas en los que David tuvo que alimentarse por vena, necesitó oxigenación artificial y un sinfín de kilómetros junto a sus padres con destino a la capital para comprobar que todo marchaba más o menos en orden. "El trasplante es quitarte una enfermedad para ponerte otra y ofrecerte cierta calidad de vida", opina Isabel Ríos, madre de David Prieto.

Hace algún tiempo que la familia se ha mudado al pueblo sevillano de Villanueva del Ariscal para templar sus vidas y que el niño se desarrolle en la tranquilidad que infunden los pequeños municipios. El camino, sin embargo, era y es largo y tortuoso. Unos tres años después, su intestino dijo basta y tuvo que someterse a otro trasplante. De nuevo preocupación por una llamada que comunicara la aparición de un donante. David se sostuvo con parenteral intravenosa hasta que sonó ese teléfono que hacía suspirar de alivio al niño, a sus familiares y a un hígado mermado a causa de esta vía de nutrición.

Los problemas no eran pocos. Los Prieto Ríos habían gastado bastante dinero en pensiones y hoteles, e Isabel no podía permitirse comprometerse con un trabajo estable. Entonces, en 2006, apareció Somos NUPA, la asociación española de niños con trasplante multivisceral y afectados de fallo intestinal y nutrición parenteral. Los pisos que NUPA pone a disposición de padres y las terapias y tratamientos psicológicos para niños y familias fueron un pilar fundamental para que David e Isabel siguieran luchando aún con más fuerza cuando el viento soplaba en contra. Lamentablemente, las bajísimas defensas del joven hicieron que el trasplante fallara debido a un tumor en el injerto. Había que repetirlo: no había pasado a los órganos, pero tenía que extirparse. Fue una decepción, pero se consiguió que saliera a flote.

Más tarde, vinieron meses en los que David hacía vida, más o menos, normal: colegio, fútbol y amigos que lo arropaban hasta la extenuación. Pero la fragilidad que le imponían sus defensas hizo que un virus contraído en el bautizo del hijo de unos amigos lo intentara abatir de nuevo. Esta vez era fulminante, necesitaba un trasplante múltiple. "Me cambiaron todo: los dos intestinos, el estómago, el colon, el duodeno, el hígado y el bazo por necrosamiento", cuenta David. Sin embargo, el joven volvió a levantarse por su amor a la vida y al deporte. "Llegúe a jugar al fútbol con una pelota pequeña en la UCI", añade.

Desde 2014, David Prieto es un niño "limpio", amante del Betis y del Real Madrid y con aspiraciones de ser médico. Su familia se centra ahora en aprovechar cada respiro que le permite una enfermedad incesante. Mucho ha tenido que ver la labor de NUPA, que ha conseguido 10.000 euros para financiar su libro solidario Cuentos para entender mi mundo y busca fondos para seguir asitiendo en los tratamientos de los niños.

David Prieto no esconde sus heridas, se muestra transparente y afortunado. David es un gigante que dice haber nacido tres veces en 13 años.

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