Estatuas en movimiento en la calle Laraña

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“Los estudiantes de Arquitectura de hoy en día no saben lo que es un lápiz”

Estatuas en movimiento en la calle Laraña

Si los alumnos de Bellas Artes hubieran pasado por clase no habrían dado crédito a lo que ocurría en el Aula de Dibujo de la Facultad. El pasado 3 de enero, sobre veinte tableros y otros tantos caballetes, una veintena de arquitectos octogenarios, integrantes de la sexta promoción de la Escuela de Arquitectura, volvían seis décadas después a hacer Dibujo de Estatuas. La asignatura que con el nombre científico de Análisis de Formas Arquitectónicas les impartió en el Pabellón de Brasil, primera sede de la Escuela, su fundador y primer director, Alberto Balbontín (1903-1971).

“El profesor Balbontín decía que dibujar estatuas era lo mejor para dominar tres conceptos de la arquitectura, el encaje, el volumen y las luces”, dice José Ramón Moreno (Santiago de Compostela, 1945), uno de los 44 arquitectos que en el curso académico 1970-71 se graduaron en la Escuela, 27 del Plan 57 y 17 del Plan 64 que lo sustituyó. El año del gol de Marcelino en una promoción que contó con cinco magníficas: María Eugenia Candau, Mary Reyes López, Mary Nieves García Montiel, Isabel Moreno y Pilar Alberich.

La Escuela de Arquitectura de Sevilla, la tercera después de Madrid y Barcelona, nace por un decreto de abril de 1958. Fue un empeño personal de Alberto Balbontín. “Le molestó muchísimo que Alberto, su hijo mayor, mi hermano, tuviera que irse a Madrid a estudiar la carrera”, dice Juan Antonio Balbontín (Sevilla, 1941), arquitecto de dicha promoción. Uno de los promotores de esta iniciativa y autor de las fotografías del grupo cuando se produjo el traslado del Pabellón de Brasil a Reina Mercedes.

Balbontín puso en marcha en febrero de 2022 un chat para convocar a los arquitectos de esa promoción, la LU57 (Los Últimos del 57). Ya faltan unos cuantos, pero se caracteriza por su longevidad, su lozanía mental y su capacidad de trabajo. “Ha sido una promoción que ha trabajado mucho”, dice Moreno, que fue director general de Arquitectura y Vivienda con Jaime Montaner de consejero en el primer Gobierno autonómico de Rafael Escuredo (Moreno y Montaner ganaron en 1970 el gran premio de Arquitectura de la Bienal Internacional de Ibiza). “Hemos calculado que los cincuenta arquitectos de esta promoción podemos tener cerca de diez millones de metros cuadrados construidos”. A la sesión de Dibujo de Laraña se sumó desde Madrid Isabel León, arquitecta manchega de Puertollano.

Antonio Cano (Sevilla, 1945) es hijo de Antonio Cano Correa (1909-2009), autor del monumento a Juan Sebastián Elcano o la estatua de Alfonso X el Sabio, y de Carmen Jiménez, también catedrática de Bellas Artes, que lo inmortalizó en una de sus estatuas. “Dicen que soy el último modelo vivo del Museo de Bellas Artes”. Cuenta Cano que la iniciativa de esta sesión de Dibujo de Estatuas surgió en una exposición de un compañero de promoción, José Ramón Sierra, pintor y arquitecto. “Allí nació la idea hablando con Paco González de Canales y Guillermo Díaz Vargas”. Ha sido una promoción más práctica que teórica.

Sólo ha dado dos catedráticos: el propio José Ramón Sierra, de Expresión Gráfica, y Víctor Pérez Escolano, de Historia, Teoría y Composición. Curiosamente, los dos catedráticos hicieron novillos a esta sesión pictórica.

En seis décadas todo ha cambiado menos las Estatuas. El futuro para el oficio no lo ven muy halagüeño. “La carrera de Arquitectura va a terminar por desaparecer y se va a integrar en una Ingeniería” (Balbontín). “Los estudiantes de Arquitectura de hoy en día no saben lo que es un lápiz” (Moreno). Por eso consideran este viaje a la nostalgia como una reivindicación. Se sumó algún oriundo, como el pintor José Luis Mauri, que sucedió a Miguel Pérez Aguilera en la cátedra de Dibujo al Natural.

Estos arquitectos estuvieron juntos entre 1963 y 1971. Terminan la carrera coincidiendo con la muerte de Alberto Balbontín, que consiguió el título de arquitecto en junio de 1929, recién inaugurada la Exposición Iberoamericana, y en 1931 monta su despacho profesional con Antonio Delgado-Roig (1902-2002), una amistad que se remontaba a los tiempos de alumnos de los Jesuitas y los Escolapios y que germinó en proyectos como la Basílica del Gran Poder, la ampliación de la Plaza de Toros de la Maestranza o la conversión de la Fábrica de Tabacos en nueva sede de la Universidad de Sevilla. Curiosamente el único campus por el que no han pasado los Últimos del 57, que empezaron en el Pabellón de Brasil, siguieron en Reina Mercedes y han vuelto a sus Estatuas en movimiento en la calle Laraña.

Por medio de su carrera se coló el mayo francés y otros movimientos estudiantiles. Uno de ellos, Guillermo Vázquez Consuegra, fue expulsado de la Facultad por razones ideológicas. Tanto Alberto Balbontín como Rafael Manzano se rodearon de colaboradores que en pleno “franquismo puro y duro” representaban ideas de izquierda: Fernando Tudela, Miguel Abad, Pablo Hervás, Joaquín Díaz Langa, García Diéguez. Había rojos y azules, del Pecé y del Opus, tunos y deportistas, voluntarios de la mili y prófugos, como el propio Juan Antonio Balbontín, que en el cuartel de la calle Baños conoció su destino castrense en Sidi Ifni. Balbontín hijo recuerda un viaje que sus padres hicieron a Asturias, invitados por un compañero de promoción, Javier Fonseca, arquitecto-jefe del Ministerio de la Vivienda. “Era una época en la que con Franco los ingenieros lo hacían todo: las carreteras, las presas. Mi padre le decía que había una diferencia fundamental, que el arquitecto era una persona culta. Pero ese perfil se está perdiendo, porque la cultura es como el deporte, hay que ejercitarla”.

Una promoción con un toque renacentista en la que hay de todo: Javier Madero Garfias, sobrino del poeta exiliado a México Pedro Garfias, fue campeón mundial de Canaricultura; Pedro Silva ha navegado en solitario; Curro Morilla es aficionado al flamenco y licenciado en Sociología en la Sorbona; Fernando Tudela fue el primer doctor de esta promoción y ha ocupado importantes cargos en el Gobierno mexicano. Uno de los profesores de esta promoción, Rafael López Palanco, fue el candidato más votado (por la UCD) en las municipales de 1979 en un Ayuntamiento, el de Sevilla, donde cada grupo contaba con un arquitecto: Víctor Pérez Escolano (PCA), Javier Queraltó (PSOE), Francisco Pavón (UCD), Vicente Sanz (PSA).

Después de este ejercicio de Dibujo de Estatuas, quieren volver a reunirse para una sesión de Dibujo al Natural. Con Rafael Manzano fueron a Roma; de viaje de ecuador estuvieron en Londres, donde Juan Antonio Balbontín tuvo ocasión “con el inglés de las canciones de los Beatles y Paul Anka” de llegar hasta José Antonio Balbontín, primo de su padre, candidato en la República y que eligió para su exilio el mismo destino que Chaves Nogales.

En 1966, el año que salen los primeros arquitectos de la Escuela, los del Plan 57 tuvieron a Isabel de León, marquesa de Mérito, como madrina de su Hornacina, a la que acudieron los Pekenikes y los HH. Antes de hacer casas y edificios, estos arquitectos se empaparon de cultura. Cinco de ellos (Vázquez Consuegra, Moreno, Pérez Escolano, Rebollo y Trillo de Leyva) formaron parte del Consejo de Redacción de los Cuadernos del Departamento de Estética, Composición e Historia. El comité de dirección lo formaban Jaime López de Asiain, Rafael Manzano y Rafael González Sandino, esposo de la actriz y profesora María Galiana.

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