Cinco curiosidades del Alcázar de Sevilla que te dejarán con la boca abierta
El Alcázar de Sevilla es uno de los monumentos más importantes y emblemáticos de Sevilla.
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El Real Alcázar de Sevilla es uno de los monumentos de mayor importancia histórica y arquitectónica de Sevilla. Junto al Archivo de Indias y la Catedral de Sevilla, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1987. En la actualidad, además de ser una de las construcciones que más visitas turísticas recibe al año en la ciudad y de ser escenario de varios espectáculos a lo largo del año, es también el palacio real en activo más antiguo de Europa. Debido a sus dimensiones y a los diferentes momentos históricos en que se ha ido construyendo, los Reales Alcázares de Sevilla guardan entre sus paredes multitud de historias, leyendas, curiosidades y características que los convierten en un espacio singular y de parada obligatoria en la hispalense. Estos son algunos de los datos no tan conocidos que esconde este monumento:
Pasado romano y visigodo
A pesar del aspecto mudéjar de muchos de los espacios del Alcázar de Sevilla, la fortaleza sobre la que se encuentra el Real Alcázar de Sevilla se construyó sobre un asentamiento romano y más tarde, visigodo. A partir del año 720 d.C. los árabes lo usaron como la residencia de sus gobernantes y tras la conquista cristiana de Sevilla, ocupada por Fernando III, la construcción pasaría a manos de los sucesivos monarcas españoles.
Mezcla de culturas
Dado su legado histórico y los años que han ido transcurriendo hasta que se ha creado todo el conjunto que conocemos en la actualidad la arquitectura del Real Alcázar de Sevilla ofrece una gran variedad de estilos entre los que se puede encontrar elementos artísticos musulmanes, góticos, renacentistas, barrocos y románticos, así como algunos de los mejores ejemplos del estilo mudéjar, resultado de la mezcla de las culturas islámica y cristiana que ha habido en la ciudad.
La leyenda de María Padilla
En el interior del Alcázar de Sevilla, justo debajo del patio del Crucero y ya próximo a la zona ajardinada, se encuentra uno de los aljibes más llamativos de la península. Este es conocido como los Baños de María de Padilla. Este nombre es debido a una leyenda que asegura que María Padilla, quien sería amante del rey Pedro I el Cruel, se bañaba en ellos, aunque no hay datos documentales que fundamenten esta teoría.
El patio en origen es un espacio almohade del siglo XII. Fue el Rey Alfonso X el Sabio quien, en el siglo XIII, lo cubre con una serie de bóvedas de crucerías de estilo gótico. Durante el siglo XVI se añadieron pinturas renacentistas y manieristas, y una fuente al fondo del aljibe que lo convierte en una estancia singular.
Una mancha de sangre en los azulejos
A pesar de que esta historia no está confirmada y con el paso de los años se haya tratado de leyenda, lo cierto es que en la Sala de la Justicia pudo haberse producido un asesinato: el de don Fabrique, el hermanastro del Rey Pedro I.
Y es que según sostiene este relato, habría sido el propio monarca quien habría acabado con la vida de su hermanastro al descubrir que este tenía una aventura con su mujer, doña Blanca. Fue en esta sala donde ambos hombres se enfrentaron y se produjo la muerte de don Fabrique.
En una de las lozas de mármol del suelo de esta sala aún se puede apreciar hoy una tímida mancha rojiza que podría ser de la sangre del asesinado, o al menos eso es lo que sostiene dicha leyenda que ha perdurado hasta nuestros días.
Durante un tiempo se intentó eliminar la mancha, pero al final se la acabó catalogando como Bien de Interés Cultural. A día de hoy es muy complicado encontrarla, pero con paciencia, se puede dar con ella.
Las caras de las muñecas
En el interior del palacio mudéjar se encuentra una de las estancias más bellas de todo el conjunto: el Patio de las Muñecas. Este debe su nombre a las diminutas cabezas que decoran los arcos más próximos al vestíbulo. En teoría hay nueve caras y aunque parezca que puede ser sencillo verlas, la realidad es que no es fácil dar con ellas. Se dice que quien las localiza tendrá buena suerte.
En referencia a esta estancia también hay una curiosa leyenda que defiende que el rey don Pedro contaba con una tribu de aliados, los sufíes, del norte de África. Este grupo tenía la creencia de que los bebés, en los nueve meses de gestación que están en el vientre de sus madres, aprendían todos los saberes del mundo, pero que en el momento del parto un ángel se acercaba al recién nacido y, tocándole sobre el labio superior le decía: "Aprende". Es por esto por lo que se supone que las nueve caras ocultas del Patio de las Muñecas no hacen más que representar los nueve meses de embarazo de una mujer.
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