Cuatro curiosidades de la ciudad romana de Itálica que quizás no sabías

La ciudad de Itálica es quizás uno de los yacimientos romanos más importantes de la provincia de Sevilla, aunque la presencia de este pasado puede encontrarse en diversos puntos.

Lo que ahora son ruinas en otro tiempo fue una ciudad llena de vida y cuna de figuras ilustres y otras historias que ahora quedan como curiosidades:

Cuna de emperadores

En Itálica nacieron dos emperadores romanos: Trajano (35-117 d.C) y Adriano (76-138 d.C) y ninguno olvidó sus orígenes, puesto que invirtieron en la ciudad, ayudando a que esta creciera. También se sospecha que pudo ser la población en la que naciera TeodosioI el Grande (379-395 a.C), aunque también se cree que su lugar de nacimiento pudo encontrarse en Cauca.

Anfiteatro y teatro, el ocio no faltaba

Itálica contó tanto con un anfiteatro como con un teatro. En el caso del anfiteatro se cree que su construcción comenzó en la época de Adriano y, aunque nunca llegó a completarse su construcción, estuvo en uso hasta el siglo IV. El teatro, por otra parte, tardó un siglo completo en ser construido y se usó también hasta el siglo IV.

En el teatro se llevaban a cabo representaciones de obras trágicas, cómicas y también actividades musicales y religiosas. Por otra parte, en el anfiteatro los espectáculos eran más cruentos y entre ellos se incluían combates de gladiadores y representaciones de batallas y otros episodios bélicos.

Un acueducto del siglo I (y un sistema de alcantarillado que todavía funciona)

¿A quién no le va a gustar un acueducto del siglo I? El de Itálica tomaba sus aguas del río Guadiamar, aunque luego se complementó con un segundo acueducto, que comenzaba en las Fuentes de Tejada. La ciudad contaba también con un sistema de alcantarillado que sigue funcionando, porque lo que está bien construido dura en el tiempo (y de eso los romanos sabían).

La Venus cascanueces

En 1940 se halló la escultura que se conoce como 'Venus de Itálica', una escultura femenina que ahora forma parte de la colección del Museo Arqueológico de Sevilla. Lo curioso de esto es que la familia que la encontró, semienterrada bajo una casa, usaba su hombro (la única parte descubierta de la escultura) para abrir nueces.