¿Por qué los jóvenes están cada vez más insatisfechos e infelices?
Congreso de Fepace
Más de 1.400 padres y profesores de toda España analizan en Sevilla las claves de la educación en la "sociedad líquida" actual
Apenas hay asientos vacíos. Más de 1.400padres, madres y profesores de toda España se reúnen en Sevilla con un doble objetivo: encontrar las claves para educar en valores, para lograr una buena comunicación que no polarice, y para analizar por qué los jóvenes "cada vez son más infelices". Se enfoca el escenario y comienza el congreso 'Educar en una sociedad líquida'. Casi cuatro décadas explorando los caminos para mejorar la enseñanza. Dentro y fuera del aula; dentro y fuera de las familias.
El encuentro, organizado por la Federación de Asociaciones de Padres y Alumnos de Fomento de Centros de Enseñanza (Fepace) en colaboración con las APAS de los Colegios Entreolivos y Tabladilla de Sevilla, arranca dando una primera pista para una mejor comunicación entre padres e hijos: la técnica Boomerang. "Yo lo hago con mis hijos, se trata de devolver las preguntas que ellos hacen para así llegar a una mejor reflexión, que ambos demos soluciones y opiniones".
Así comienza la presentación del acto el presidente del APA de Entreolivos, Fernando Ostos, marcando además un planteamiento compartido como punto de partida: "A la pregunta de cuál es la empresa más importante, íbamos dando distintos nombres hasta que mi hija dijo, papá, la empresa más importante es la familia".
El presidente de Fepace, Carlos Chouciño, y el director general de Fomento de Centros de Enseñanza, Joan Curcó, son los encargados de realizar una radiografía sobre los últimos dos años con datos específicos sobres los resultados del alumnado.
Números que dan paso a la reflexión. Llega el momento de la conferencia inaugural, a cargo del experto en Comunicación y sociólogo argentino Juan Pablo Cannata y con el provocador título de Comunicar valores en las turbulencias de la sociedad líquida.
Y es que comienza criticando el propio título de la charla: "Uno no comunica valores, prestamos más atención a lo buenos que son nuestros valores, que nos olvidamos de usarlos para ayudar a los demás y de cómo comunicarlos. Vivimos en una sociedad multicultural donde hay mucha diversidad, la gente piensa diferente, y los demás también tienen una serie de valores, que piensan que son los adecuados para hacer el mundo un lugar mejor, y que pueden ser distintos a los tuyos, pero esto no se debe usar para polarizar a la gente. El problema aquí es la falta de comunicación, la lucha por la opinión de un bando y el otro sin que haya contacto entre ellos".
Explica Cannata el principal motivo por el que se ha llegado a esta 'ceguera' a ver los valores de los demás. "Las redes sociales, especialmente Twitter, y la política fomentan la polarización, de ahí su efecto tan expansivo. ¿Qué ocurre cuando esto se aplica al trabajo y la familia, de relación, de comunidad? Destruye la familia. En Argentina, ocurría con la ley del aborto: una amiga me comentaba que ya no podía hablar con su prima por llevar un pañuelo verde, allí son pañuelos y aquí son lazos. Esto genera una ruptura enorme en las familias y en la comunidad cercana, que es fundamental. Es una dinámica lejana, que de alguna manera funciona, y que se mete en la vida cotidiana como un virus".
Es la hora de hacer un experimento. El comunicador pide a la sala que piense en la palabra innovación y lo que significa para ellos. Unos segundos después concluye: "En las anteriores ocasiones que he hecho esta propuesta, la mayoría de términos que me han contestado los participantes han sido: nuevas tecnologías, futuro, desarrollo, creatividad, emprendedores... Sin embargo hay otras personas que lo primero que se les viene a la cabeza es riesgo de perder su empleo por ejemplo".
La forma de transmitir un discurso o una opinión, continúa el experto, puede variar en gran medida según las palabras que se usan: "Existen palabras puente y otras que son baches en la comunicación. Las primeras nos ayudarán a empatizar y las otras todo lo contrario. Hay que saber cómo decir las cosas y también aprender a escuchar".
Se encienden las luces y una larga ovación da paso al siguiente conferenciante. Toma la palabra María Jesús Álava, especialista en Psicodiagnóstico y en Coaching Ejecutivo, para disertar sobre los Límites que ayudan a crecer.
Con una sonrisa enorme y una voz tranquila pero dinámica, pide que se le dé más luz al público para poder interactuar mejor. Empieza con una ronda de preguntas: "En una sociedad líquida como la actual, ¿es más fácil o más difícil educar?, ¿hay más o menos control?". Se pone un poco más seria. "Los psicólogos estamos muy preocupados cuando vemos a los niños y adolescentes de hoy más infelices que antes, se sienten más insatisfechos y están menos preparados para la vida. Pocas veces en la historia han estado los padres tan preocupados por el control de los niños, pero nunca os habíamos visto tan perdidos".
Hay silencio. Otra pregunta: "¿Los adultos aprendemos según vamos creciendo o desaprendemos?. La capacidad de observación de los pequeños es fantástica pero la de los adultos se está perdiendo. Hay un tema crucial hoy en día con los hijos: ¿estamos tan informados de su vida como hace 15 años? Antes hablaban por el teléfono de casa y nos enterábamos, pero ahora tienen un mundo paralelo que desconocemos. Los jóvenes de 18 a 30 años son los que más vienen ahora y nos dicen que están perdidos, desorientados y muy hundidos y es preocupante que la mayoría de esas conductas pasan inadvertidas".
Álava sorprende al auditorio poniendo una imagen de una tabla vacía con varias columnas. "Vamos a buscar soluciones. Yo lo primero que suelo proponer es, para empezar, apuntar cuando ocurra una situación familiar de estrés o en la que haya enfrentamiento: qué hay y dónde estáis, quiénes y qué hacéis, literalmente qué hace o dice el niño; y qué respondéis. Vamos tan en automático que muchas veces nos vemos desbordados. Si apuntamos los detalles descubrimos qué es lo que ocurre y qué le esta pasando al niño".
"El error más claro", prosigue la psicóloga, "es la sobreprotección". "Les impide prepararse para la vida, y la clave, recordar la importancia del sentido común y del sentido del humor, especialmente en el manejo de conflictos. Por cierto, no olvidemos que los niños y niñas desde la psicología son diferentes. Las mujeres vivimos más por que somos diferentes", afirma Álava con la cabeza a la vez que muestra una imagen de la diferencia entre las niñas cuando se saludan entre ellas (fijándose todo tipo de rasgos, ropa y pelo), junto a otra entre dos niños que sólo se miran a los ojos.
Como últimas conclusiones, a la hora de comunicarse con los hijos, lo más importante es a su juicio: ser breves, asegurarse de que nos atienden, de que nos miran, escucharles, prestarles atención y no interrumpirles cuando hablan. Negociar las normas perno no los límites, no hay nada malo en saber decir que no. Y, por supuesto, "que se sientan queridos".
La jornada concluye con la entrega de los Premios Tomás Alvira y con una sorpresa especial: las niñas de Entreolivos bailan unas sevillanas que llenan de color el escenario.
Este sábado continuará el programa de encuentros en el Cartuja Center con la intervención de Irene Villa y un mensaje positivo y contundente: Saber que se puede. Incluso cuando el objetivo es tan desafiante como Educar en una sociedad líquida.
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