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El secreto de las columnas de la calle de la Rábida y la interesante historia que hay detrás de ellas

Columnas de la calle de la Rábida / Google Maps

Sevilla guarda entre sus callejuelas y avenidas numerosos secretos que pasan desapercibidos en el día a día de los lugareños y, especialmente, para quienes van a visitar la ciudad. Restos de esculturas escondidos en las paredes, una antigua granada encajada en un muro o una piedra que aseguran que llora. Estas son solo algunas de las curiosidades que existen en la ciudad y que rara vez se mencionan en los tours que se hacen por la hispalense.

Uno de estos secretos se encuentran en la calle de la Rábida, muy cercana al Costurero de la Reina y en la que hay, sosteniendo una cancela, cuatro columnas de granito de gran tamaño que, tiempo atrás, pertenecieron a la antigua iglesia de Santa Cruz.

La iglesia de Santa Cruz

La actual Plaza de Santa Cruz, ubicada en plena Judería sevillana y una de las más emblemáticas de la ciudad, estuvo ocupada años atrás por una iglesia, la antigua parroquia que llevaba el mismo nombre y que fue derribada tras la invasión francesa. Curiosamente, antes de ser iglesia esta construcción había sido sinagoga entre los años 1252 y 1391 y, antes de eso, se usaba como mezquita.

Esto quiere decir no solo que sus columnas presenciaron el paso de tres religiones diferentes (y tres culturas) que en su día habitaron en la ciudad hispalense, sino que posiblemente sea de origen romano o visigodo, lo que las convierte en elementos que tienen cientos de años.

Esta sinagoga fue una de las tres mezquitas que Alfonso X el Sabio entregó a la comunidad judía para que las usaran para su culto. Como sigagoga funcionó hasta el 6 junio de 1391 en el que pogromo, o revuelta que arrasa la judería sevillana, acabó con la vida de este rincón de la ciudad. Tras este episodio la sinagoga pasaría a tener uso como iglesia al igual que el resto de sinagogas de la judería. El mal estado obligó al parecer a reconstruirla en 1480 y allí se mantuvo abierta al culto hasta 1806 en que se cierra por encontrarse en estado de ruina. Con la llegada de los franceses a la ciudad se ordenaría su derribo.

Sobre este edificio que un día imperó en el barrio de Santa Cruz y que está desaparecido han escrito a lo largo de los años varios autores. Uno de los testimonios más completos que se tienen de él es el aportado por el historiador Féliz González de León, quien sostenía que la antigua iglesia "era pequeña, de tres naves desiguales que estribaban sobre columnas obscuras de granito basto, como las que hay por las gradas de la Catedral; y eran desiguales en su grueso y altura. La techumbre era de tirantes de madera cubierta de tejas".

El hecho de que estas columnas fueran irregulares y de distinto tamaño y procedencia pudo deberse a su posible origen en época anterior al Califato de Córdoba.

Qué pasó con las columnas

Tras el derribo y según atestiguó González de León, las columnas permanecieron intactas hasta 1930, cuando deciden trasladarlas junto a la fuente del Abanico (actualmente la glorieta de Buenos Aires), para que formaran parte de un jardín botánico que finalmente no se llegó a construir. Por este motivo fueron colocadas en la cancela de hierro que da acceso a los jardines de San Telmo, lugar en el que permanecen en la actualidad.

Es común que en la ciudad se encuentren elementos de otras épocas al que se les da un uso distinto al original. Esto sucede con las ruedas de molino que hay en algunas de sus calles o las columnas que se han usado durante siglos como guardacantones, los postes de piedra que se colocan en algunos edicios.

Sea como fuere, estas columnas que pasan inadvertidas en la zona tienen a sus espaldas una larga e interesante historia que merece la pena reconocer.

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