La ventana
Luis Carlos Peris
Reventa y colas para la traca final
Es probable que en algunos lugares del territorio español, cuando se menciona que algo tiene color albero, se desconozca la referencia o se compare con el color mostaza. Y es que este tono junto al rojo carmesí, además de ser uno de los más presentes en muchos de los edificios emblemáticos de Sevilla, se encuentra predominantemente en el sur de España.
En la capital andaluza se puede apreciar en la Plaza de Toros, en el Palacio de San Telmo, en el Palacio de las Dueñas, en los bares de la Plaza de la Alfalfa o en la Basílica de la Macarena.
A pesar de que parezca un color muy tradicional en la arquitectura sevillana, el amarillo albero no comenzó a utilizarse en la ciudad hasta hace, aproximadamente, 100 años. cuando Sevilla se preparaba para albergar la Exposición Iberoamericana de 1929. De esta manera se quiso sustituir el blanco de la cal de las fachadas por el color albero para aportar más brillo a la ciudad.
De hecho, en uno de los poemas de Juan Ramón Jiménez el autor cita: "Desde la azotea de Triana se ve Sevilla, larga tendida, llana, abierta, malva toda y oro, como una mujer rubia, que sueña despierta en su alma, que es su cuerpo".
Este pigmento se obtiene de la roca caliza, empleada tanto para cimentaciones como para relleno. En Sevilla, además de en edificios la vemos en forma de tierra (albero) en la Plaza de Toros o por las calles del Real de la Feria de Abril.
La aplicación del rojo carmesí a algunas de estas fachadas se debió a varios motivos. Por un lado era el color del Pendón de San Fernando, una de las banderas históricas de España con las que Fernando III tomó Sevilla en 1248. Otra de las razones es que este color siempre ha estado vinculado al poder junto con el escarlata, un color similar al carmesí. De hecho, en la Europa del siglo XV era uno de los colores más caros y por ello se utilizaba mucho en banderas para enaltecer dicho poder.
Que hay múltiples edificios de estos colores en Sevilla es algo que se puede observar paseando por sus calles, pero quien se dio cuenta de que Sevilla era predominantemente de color albero fue la empresa de ginebras Tanqueray.
La conocida marca británica quería introducir una ginebra llamada Flor de Sevilla en la ciudad y para ello quiso que la botella tuviera alguna conexión emocional con sus consumidores locales. Haciendo su estudio de mercado prestaron atención a la canción de Los del Río “Sevilla tiene un color especial” y se les ocurrió averiguar cuál era ese color.
Con Big Data, utilizaron Google Street View para definir, mediante mapas de calor, las zonas más célebres y transitadas de Sevilla. Obtuvieron 10.000 fotografías de la ciudad a través de un algoritmo, y de ellas consiguieron una paleta de hasta 60.000 tonalidades cromáticas cuyo valor medio predominante era el Pantone #FFAB60, un tono de naranja que coincide con el color albero.
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