Por qué hay un cocodrilo en la Catedral de Sevilla y otras curiosidades que no se conocen
La Catedral de Sevilla fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987 junto al Archivo de Indias y al Real Alcázar.
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La Catedral de Sevilla, ubicada en pleno Casco Antiguo, es un templo católico de estilogótico que en 1988 fue calificada como la catedral con mayor superficie del mundo.
Aunque no hay documentos escritos sobre el inicio de su construcción, se estima que las obras comenzaron en 1401 en el solar que quedó tras demoler la antigua mezquita aljama cuyo alminar (la Giralda) y jardines (Patio de los Naranjos) aún se conservan. Su construcción acabó, oficialmente, el 10 de octubre de 1506, cuando se colocó la última piedra en la parte alta del cimborio. Años después se continuaron reparando y perfeccionando algunas partes tanto del exterior como del interior.
Este edificio de los siglos XV y XVI se convirtió, así, en uno de los más emblemáticos de la ciudad y suele ser una parada obligatoria para los turistas que visitan Sevilla.
En su interior se encuentran, además de numerosas esculturas y cuadros, las tumbas de Cristóbal y Hernando Colón así como la del rey Fernando III el Santo. Las paredes de la catedral, al igual que otros edificios de la capital, encierran multitud de anécdotas y curiosidades, muchas de ellas conocidas y otras, completamente ocultas:
Su planta no tiene forma de cruz
Por ser de estilo gótico, lo habitual en este tipo de construcciones es que su planta tenga forma de cruz latina. Sin embargo en el caso de la Catedral de Sevilla su planta es cuadrada y esto se debe a que fue construida, precisamente, sobre la mezquita que había antes en este lugar y cuya estructura tenía esta forma.
El cocodrilo que cuelga del techo
Si se entra a la catedral desde el Patio de los Naranjos por la Puerta del Lagarto se podrá observar, colgando del techo, un gran cocodrilo disecado. Este se encuentra junto a una brida y un colmillo de elefante y se dice que fueron regalos que el sultán de Egipto envió al rey Alfonso X “El sabio” para pedir la mano de su hija. El rey rechazó el ofrecimiento pero se quedó con los presentes, que incluían el cocodrilo aun vivo, un colmillo de elefante y una jirafa domesticada.
Sus bóvedas se mueven
Todos los días, las bóvedas del edificio se dilatan varios centímetros a causa de los cambios de temperatura. Por la mañana suben por el calor, y al finalizar el día bajan, realizando un movimiento similar a la respiración. Es algo que se descubrió en 2006, a raíz de los sensores que se colocaron durante un proceso de restauración. Esta “flexibilidad”, lejos de lo que pudiera parecer, es una ventaja que hace que la catedral sea más segura, ya que su arquitectura cuenta con margen de movimiento ante cualquier desastre natural.
Una gran pinacoteca
La Catedral de Sevilla cuenta con un patrimonio artístico muy valioso. Está repleta de esculturas, un gran órgano y pinturas de autores como Murillo, Velázquez, Goya o Zurbarán. Esto la convierte en una de las mejores pinacotecas que hay en España.
Las curiosas gárgolas
El edificio que conforma la catedral está rodeado de numerosas gárgolas que parecen seres mitológicos. Tienen rasgos humanos y de ave, con unas poderosas garras. La función de estas gárgolas es la de evacuar el agua de la lluvia que cae en las cubiertas del templo.
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