San Fernando: mucho más que un cementerio
Cementerio de San Fernando
Historia y evolución del camposanto sevillano a través de mapas, fotografías e infografías
Un paseo por las tumbas, criptas y mausoleos del Cementerio de Sevilla
La historia de los cementerios de Sevilla
A mitad del siglo XIX Sevilla dispone de varios cementerios extramuros, tres de ellos agrupados en torno a la ermita de San Sebastián y, un cuarto en Triana, el de San José. Todos presentaban graves carencias y saturación, especialmente los primeros, debido al crecimiento demográfico y a las múltiples epidemias que había sufrido la ciudad durante la primera mitad del siglo (viruela, fiebre amarilla o cólera).
Con motivo de la creación de la Feria de Sevilla en 1847, ubicada en los terrenos del Prado de San Sebastián, se propone en 1849 el traslado de los enterramientos hacia el norte de la ciudad. El cementerio de San Fernando se bendice en 1852 y empieza a acoger enterramientos a principios del año siguiente. En las ordenanzas provisionales de uso se señala, tajantemente, que allí se daría sepultura a todos los enterramientos de las parroquias sevillanas, a excepción de la de Santa Ana, que se seguirían realizando en Triana. Pero pocos años después decaen las inhumaciones en este último cementerio y, el de San Fernando, se constituye como el único camposanto de la ciudad.
Fisonomía y evolución
Ocupa, exactamente, 278.483 metros cuadrados de superficie. Su planta tiene forma de pirámide orientada al sur. Tras su entrada, se inicia una larga vía que lo estructura, de 800 metros en línea recta y 3 tramos separados por rotondas. El primero de ellos tiene una longitud de 360 metros desde la entrada y culmina en la rotonda del crucificado de Antonio Susillo: es la calle de la Fe. Desde el crucificado hasta la siguiente rotonda, la de la Caridad, discurre la calle de la Esperanza y, desde la glorieta de la Caridad hasta el final, hay un último tramo de 240 metros llamado calle de la Piedad.
Esta larga vía es cruzada por calles paralelas con nombres de santos, en su mayoría. Casi la totalidad de los bloques destinados a nichos se encuentran a continuación, en la ampliación norte del cementerio. Es la zona a la que se llama Cementerio nuevo. El resto del camposanto está colmado de sepulcros individuales, enterramientos familiares y panteones de mayor o menor tamaño, unos más suntuosos que otros, algunos, auténticas obras de arte.
La portada de acceso es posterior a la inauguración del cementerio (1852). Fue diseñada en 1884 por Francisco Aurelio Álvarez Millán, que añadió en 1886 dos edificios adicionales franqueándola, destinados a albergar las labores de gestión del recinto. Para la portada y la plaza de acceso existe, actualmente, un plan de reforma.
El primer horno crematorio del cementerio de San Fernando se colocó en 1986. En 1994 se añadió un segundo horno crematorio. El incremento paulatino de las incineraciones obligaron a ampliarlos en tres más en el año 2000, que se ubican junto a la entrada. En esa fecha, también se expropiaron 32 naves del polígono industrial San Jerónimo, al norte del cementerio, para construir nuevos nichos, pero el aumento del número de incineraciones paralizó esta ampliación (mostramos esta evolución en una gráfica más abajo).
El último añadido al proyecto original es el Jardín del Recuerdo y sus curiosas pirámides para albergar cenizas, ubicadas a la entrada del camposanto.
Cuatro cementerios en uno
En el Cementerio de Sevilla la diversidad religiosa y la coexistencia de diferentes comunidades se manifiestan de manera extraordinaria. Pocos ciudadanos conocen que, junto al cristiano y en el interior del recinto, se ubican tres cementerios más: el judío, el musulmán y el dedicados a disidentes, cada uno contando su propia historia de fe y memoria.
El cementerio musulmán de Sevilla, como muchos otros en España, hunde sus raíces en los años de la Guerra Civil, pues se abrió para alojar a los soldados marroquíes fallecidos que sirvieron en las tropas del general Queipo de Llano. Cayó en desuso tras de la contienda y fue objeto de una orden de cierre emitida por el Ayuntamiento en 1944. En 1984, la comunidad islámica de Sevilla inició gestiones para levantar la orden de clausura y restaurar el cementerio, que volvió a abrirse en 1987. Desde entonces, opera bajo las normas generales del Cementerio de San Fernando, con supervisión municipal, y acoge a la comunidad musulmana.
Inicialmente, el Cementerio de Disidentes estaba destinado a la comunidad protestante y a las personas que habían acabado con su vida con un suicidio. Pero también terminaron enterrados en él ciudadanos que, independientemente de su muerte, tuvieron un gran relieve en el círculo de las ideas y de la lucha política. En su origen estaba separado por un muro del cementerio católico, que fue derribado durante la Segunda República y vuelto a construir durante el franquismo. Hoy está totalmente abierto e integrado en el cementerio cristiano, configurando un espacio abierto y diáfano donde conviven culturas y creencias diversas.
Al final del mismo, separado por una verja, se encuentra el cementerio judío, espacio destinado a los entierros de personas de esta fe, quienes siguen siendo fieles a sus rituales y tradiciones religiosas, que prohíben los mausoleos y las cremaciones. Entre estas costumbres, y así puede observarse fácilmente, destaca la colocación de faroles y pequeñas piedras sobre la lápida del difunto. Ambos rituales se consideran símbolos de vida eterna y cumplen con la tradición judía de no utilizar flores.
La ruta de las fosas comunes
Los enterramientos en fosa común fueron una opción más entre las sepulturas que se utilizaron en el cementerio de Sevilla. Las últimas estuvieron activas hasta finales de los años setenta, destinadas, salvo las tres que se abrieron durante la Guerra Civil, a indigentes y personas no reclamadas. Las primeras se ubicaron en el extremo sureste del cementerio, cerca de las tapias laterales y de cierre del Cementerio de los Disidentes. Se excavaron nueve fosas en total, dispuestas en paralelo desde el fondo hacia el interior del recinto.
A medida que estas fosas se llenaron, se abrieron otras en la zona norte. En total, se enterraron casi 29.000 cuerpos en fosas comunes. Más de 4.500 pertenecen a personas represaliadas, en un período que abarca desde 1936 hasta 1958, según registros del Archivo Municipal.
El 29 de marzo de este año 2023, el Ayuntamiento de Sevilla inauguró el osario de Pico Reja para la inhumación de los restos de 1.786 cuerpos recuperados de la fosa común de Pico Reja y enterrados allí durante la Guerra Civil. Pico Reja se ocupó con gran rapidez, en algo menos de un mes desde el inicio de la contienda, el administrador del cementerio informó que la fosa estaba al borde de su capacidad.
El osario se encuentra justo encima de donde se ubicó esta fosa, que ocupaba, aproximadamente, una superficie de 675 metros cuadrados, contando con una profundidad de 4 metros. Entre las víctimas, se encontraban personalidades políticas locales, provinciales y nacionales, líderes sindicales, como Blas Infante, por ejemplo, junto a médicos y militares y miembros de las fuerzas de asalto. Parte de la Columna Minera de Huelva también encontró su descanso final aquí.
En cifras
El cementerio de San Fernando acoge a miles de fallecidos, que descansan de varias maneras en el recinto. Actualmente, el camposanto de la ciudad ofrece cinco tipos de enterramientos (su distribución y tipología puede verse en el segundo mapa de este reportaje). El primero de ellos son los nichos, es decir, cavidades en un muro integrado en edificación de hileras. Es la tipología más numerosa. Aunque estas edificaciones se pueden encontrar dispuestas por todo el recinto, la mayoría de ellas se agrupan en la explanada del Cementerio nuevo y tras el espacio ocupado por los cementerios de Disidentes y Judío.
De la misma forma, aunque de dimensiones más reducidas, son los osarios, pensados para familiares que quieren custodiar las partes o las cenizas de un difunto. Los columbarios se disponen de igual forma, siendo aún más pequeños los espacios destinados a albergar las cenizas de los fallecidos.
Y, por último, los enterramientos más tradicionales: las sepulturas bajo tierra acompañadas de una lápida. No es el caso de los panteones, la forma más llamativa y sofisticada de dar descanso a los difuntos. Algunos, como el de Joselito El Gallo, obra de Mariano Benlliure, son monumentos dignos de ser visitados. Puede encontrar una ruta detallada y documentada de los enterramientos más especiales del camposanto de San Fernando en el siguiente reportaje: Los tesoros ocultos del Cementerio de San Fernando.
El otro cementerio de Sevilla
En el corazón del barrio de San Jerónimo se encuentra el otro cementerio de la ciudad: el cementerio de San Jorge o cementerio de los ingleses. Fue creado en 1855, apenas dos años después de la inauguración del de San Fernando, que originalmente incluyó un proyecto fallido de jardín para la comunidad protestante.
El propósito de cementerio de San Jorge era proporcionar un lugar de descanso final a la comunidad británica que residía en Sevilla. Aunque la historia sobre su fundación varía, se cree que John Benjamin Williams, vicecónsul del Reino Unido en Sevilla, adquirió el terreno para dar sepultura a marineros ingleses fallecidos por tuberculosis, lo que hacía imposible su repatriación, pues la Iglesia Católica no permitía, inicialmente, enterrar a los ingleses en cementerios cristianos.
El cementerio exhibe diversos estilos arquitectónicos y cuenta con una tumba mudéjar. Alberga unos 250 enterramientos. Acoge tumbas notables, como la de John Cunningham, benefactor de la ciudad o Bernard Whishaw, el arqueólogo que fundó el primer Museo Arqueológico de Sevilla. También yacen aquí los restos de algunos cofundadores del Sevilla FC. Actualmente se encuentra en un estado de conservación bastante deficiente y es objeto de reiterados actos de vandalismo.
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