Los artistas Rubén Fernández Castón y Gloria Prado nos proponen reflexionar sobre la felicidad en Galería Zunino

Sevilla/Hasta el próximo 21 de diciembre será posible contemplar dos muestras de arte contemporáneo en Galería Zunino. Este espacio expositivo estructura su superficie en dos áreas, una sala principal, que acoge la obra del escultor Rubén Fernández Castón, y el llamado Jardín de Zunino, donde la artista multidisciplinar Gloria Prados expone sus dibujos.

Sala principal: El Grand Tour revisitado

Rubén Fernández Castón, autor extremeño formado en la Universidad de Bellas Artes de Sevilla, nos sumerge en un mundo introspectivo con "Merchan. El Grand Tour", una exposición que resignifica el Grand Tour, una tradición europea durante los siglos XVII y XVIII que marcaba el paso hacia la adultez de los jóvenes aristócratas. El montaje de la exposición, de hecho, recrea el ambiente teatral y meticuloso de aquellos gabinetes de curiosidades donde los recuerdos del Grand Tour se mostraban con orgullo. 

Así, a través de pequeñas esculturas geométricas y una escenografía cuidadosamente diseñada, este artista nos invita a reflexionar sobre la memoria, el viaje y la manera en que recopilamos nuestras experiencias.

El amarillo vibrante que inunda la sala y la presencia de una orquídea como elemento orgánico, crean un espacio que combina lo teatral con lo íntimo. Las esculturas no buscan representar monumentos específicos, sino captar emociones y conexiones, recordándonos que en el viaje, lo esencial no es el destino, sino los fragmentos que atesoramos en el camino.

El Jardín de Zunino: entre la felicidad y el consumo

Con un tono lúdico y provocador, Gloria Prado, pintora madrileña formada también en la Universidad de Bellas Artes de Sevilla, donde reside actualmente, transforma El Jardín de Zunino en un parque de atracciones emocional. Su obra, de ingenioso título,"La vida es un parque de a-traiciones", se despliega en una serie de ocho dibujos en grafito con una estética retro, que invitan a una reflexión sobre la fugacidad de la felicidad y su relación con el consumo.

El formato polaroid en el que se han realizado las obras ha sido elegido con toda la intención por la autora y responde al hecho de que estas fotografías se desvanecen con el tiempo, al igual que la gran mayoría de nuestros recuerdos felices, pues la felicidad siempre es frágil y fugaz y, en nuestra sociedad actual de consumo, mucho más.

En estos dibujos, sus protagonistas buscan esa felicidad efímera a través del exceso y de la adquisición desmedida, muchos, de hecho, aparecen comiendo. Pero para Gloria Prado, el consumo desmedido siempre tiene consecuencias y la artista ha querido mostrarlas dibujando sus cabezas con dimensiones desproporcionadas, hinchadas por ese exceso de «felicidad» simbólica. La analogía es clara: cuanto más helado —y, por ende, más felicidad consumida—, más grande es la cabeza.