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Las Teresas reabre para celebrar sus 150 años

Restauración sevillana

La señera taberna espera obrar como “locomotora” para que el comercio del barrio de Santa Cruz vaya recuperando el pulso

Luis Sánchez García, propietario de Las Teresas, en la barra del establecimiento. / José Ángel García

En los últimos seis meses, adentrarse y hormiguear por el barrio de Santa Cruz, siempre un placer sensorial para el turista pero también para el sevillano, ha desembocado en un paseo vacío y taciturno, incluso molesto si el peatón acaba en Mateos Gago, abierta en canal e intransitable. Pero algo vuelve a moverse en el castizo corazón de la ciudad. La señal late en Las Teresas, la vetusta taberna “fundada en 1870”, según reza en su cartel. Ha reabierto con su aromas a queso viejo, manzanilla y jamón del bueno, bueno. Con sus divisas taurinas de mil colores en las paredes. Con sus montaítos de pringá conviviendo con el moderno “buey wagyu”.

Luis Sánchez García, que regenta el establecimiento desde el año 2000, se ha decidido a dar el paso. Por supuesto, con mascarilla. La bodega, que su padre Plácido compró en 1939 (antes era una tienda de comestibles y despacho de vinos), empezó a organizar con esmero a finales del pasado año la efeméride de su siglo y medio. Pero la pandemia cayó a plomo: “Desde el 12 de marzo llevábamos cerrados. Seis meses ya. Los empleados se han visto lógicamente afectados, con el ERTE no se cobra todo, tienen un salario mensual reducido y necesitan ayuda…”, lamenta.

La desazón y la angustia por el cierre, inherente a toda la restauración sevillana, ha forzado el audaz paso adelante. “Queremos ser una locomotora en el barrio, lo quiero mucho, vivo en la casa donde nací y le debemos todo. Abrimos en pura pérdida, tardará en entrar la producción, pero se lo debemos a los clientes y empleados. Hay que pensar ya en una dinámica positiva, que al olor de una flor se abra otra flor. Intentaremos celebrar el 150 cumpleaños, adaptándonos a las exigencias por el Covid-19, antes del fin del año, a ver si podemos reunirnos al menos 50 personas”, comenta Luis en la parte corta de la ele de la barra, adonde se arrinconó la tienda de comestibles cuando la taberna le fue ganando el pulso.

Arrojo

"Abrimos en pura pérdida, tardará en entrar la producción, pero hay que pensar ya en una dinámica positiva"

Abunda el regente de Las Teresas en el propósito del recinto, salir de esa atmósfera deprimente y recuperar el trasiego: “Durante el confinamiento daba miedo asomarse al balcón, a las ocho no había un alma por la calle y aplaudíamos tres a las ocho de la tarde y desacompasados. Parecía los años setenta, aquella época de los tirones…”, recuerda Luis. “El nuestro es el barrio turístico por excelencia, pero al sevillano también le encanta pasear por aquí, la Calle Mateos Gago es de las más bonitas de Sevilla, pero ahora ya ven cómo está”. Intransitable, bajo una nube de polvo mientras la adoquinan. De hecho, es imposible acceder a ella desde la taberna.

Y en espera de que tarde o temprano vuelva la normalidad y con ella el turismo, ¿es clave para la restauración local girar el foco hacia el cliente local? “Hemos notado lo necesario que es el turismo para la supervivencia económica de la ciudad, pero también para la alegría de vivir… Todos buscamos la normalidad anterior, pero la hostelería y restauración sevillana ha sabido adaptarse a todos los momentos. Nos vamos a adaptar a lo que venga. Somos como un acordeón”.

Por ahora, su mensaje para el tejido de restaurantes y bares de la ciudad es meridiano: a saltar a la arena y a lidiar el toro. Morante, uno de tantos famosos que lucen enmarcados (por allí pasaron Camilo José Cela, el pintor Antonio López, Santiago Carrillo, Forges entre muchísimos otros) aplaudiría tal arrojo.

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