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Sevilla, preparada para la Carrera Nocturna

Salir de compras: Moda asequible y con estilo, en El Barco

Juan Ibáñez y Cris Lamos son los promotores de El Barco, que acaba de abrir en la calle Cuna.
Ángela Serrato

26 de septiembre 2013 - 01:00

NUEVA APERTURA

Resulta casi imposible pasear por la calle Cuna y no detenerse en el escaparate de El Barco que atrae tanto por sus diseños como por sus precios. Por eso, no es de extrañar que, aunque apenas hace una semana que abrió sus puertas, ya sea frecuente ver esta pequeña tienda llena de gente. En su interior, una selección de prendas para mujeres que buscan ser diferentes sin que por ello tenga que sufrir el bolsillo.

Tras El Barco -que abrió su primera tienda en la calle San Eloy hace apenas ocho meses- están el madrileño Juan Ibáñez y Cris Lamos, natural de Virginia, en Estados Unidos. Juntos han dado forma a un proyecto que se nutre de la experiencia de más de tres décadas en el sector de la moda que atesora Juan y del espíritu inquieto de Cris. El resultado es un negocio diferente en el que descubrir pequeños tesoros con cada nueva visita.

El artículo estrella de la tienda son los fulares, que pueden encontrarse desde 9 euros -desde 18 euros los de seda salvaje- y que atraen buena parte de las miradas de todas las mujeres que visitan la tienda. Diseños variados, colores vivos y tejidos de calidad que recuerdan a Asia, un continente en el que Juan -concretamente, en Indonesia- vivió durante años. Ése es el motivo de que tanto la bisutería -hay pulseras, pendientes y collares desde apenas 2 euros- como las prendas -merece la pena echar un vistazo a las camisas de algodón de Corea- tengan un toque oriental que encaja perfectamente con la moda más actual pero que es difícil de encontrar en tiendas convencionales. Los bolsos completan las propuestas de El Barco, que para la próxima temporada lucirá en sus percheros una nueva línea con tejidos más cálidos pero igual de originales.

Merece la pena también visitar El Barco por su decoración, concebida a base de contrastes que confieren al local un estilo interesante. Distribuido en dos plantas, el gris industrial de las paredes y los elementos en hierro contrastan con la calidez del pan de oro que recubre uno de los espejos de la estancia o el cuadro del siglo XVI que preside el acceso al segundo piso.

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