Ruta para conocer Sevilla en un día
Los enclaves y las paradas fundamentales para descubrir y adentrarse en la ciudad en tan sólo 24 horas; no están todos los que son pero el tiempo apremia
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La oferta de planes de ocio, cultura y patrimoniales que ofrece Sevilla es muy amplia. A cada paso, siempre se pueden descubrir cosas nuevas llenas de sabor, historia y folclore. Pero no siempre se dispone del tiempo suficiente y la visita a la ciudad se torna fugaz. No supone esto un problema, siempre se puede volver y, además, en tan sólo 24 horas el visitante o el local, si desea redescubrir la ciudad, puede llevarse un buen plano general de la urbe, sus puntos más emblemáticos así como sus encantos a la vista de todos. Aquí una ruta para conocer Sevilla en tan sólo un día.
Del aeropuerto a la Torre del Oro
Bien desde el aeropuerto, donde se puede trasladar en taxi (unos 23 euros cómo mínimo) o en autobús (4 euros el billete simple, 6 euros si compra la ida y vuelta), bien desde la estación de trenes de Santa Junta, le invito a que a su llegada a Sevilla se encamine hacia Plaza de Armas -el autobús del Aeropuerto tiene parada en Santa Justa desde donde la línea 21 le conectará con la estación de autobuses-. Si su transporte es el coche, igualmente, puede aparcar en el parking de la estación de autobuses o en otros cercanos en el centro de la ciudad, si no dispone de uno en el hotel o apartamento en el que se aloje. Si eres de Sevilla, te invito a que te sitúes directamente en la Torre del Oro.
La línea 21 de Tussam también tiene parada en la Plaza de Toros, pero desde Plaza de Armas es un buen punto de partida para quien no conoce la ciudad, pues le permite aproximarse por primera vez al río y detenerse, si no ha desayunado y es primerísima hora de la mañana, a comer churros en el puesto-calentería que preside la entrada del Puente de Triana (más adelante ofreceremos otro punto donde desayunar).
Una vez llegados a la Torre del Oro, hoy Museo Naval, hay dos opciones: adentrarse en ella o seguir su camino en dirección a la Torre del Oro (le recuerdo que dispone de sólo una jornada y el tiempo es oro, más si estás en la torre que lleva su nombre).
De la Maestranza a la Catedral con parada en Santa Cruz
Una vez ya anonadados por descubrir o redescubrir la belleza de la Torre del Oro y su emplazamiento a orillas de la dársena del Guadalquivir con Triana enfrente, a unos metros luce la plaza de toros de la Maestranza. Se sea taurino o no, la visita a su museo o, por lo menos, rodearla y ver su grandeza monumental es obligatorio. A sus espaldas, el barrio del Arenal, donde, además de adentrarse en la Sevilla más tradicional de casas palaciegas y calles estrechas, podrá hacer parada en la calle Adriano para recargar las pilas en la cafetería Los Ángeles. Dulces de primera calidad que le acercarán a la repostería sevillana.
Desde aquí, no hay más que hablar, directos a la Catedral, el templo gótico más grande del mundo. Aquí sí hay que entrar y subir a la Giralda, y después pasar por el Archivo de Indias, de entrada gratuita y donde se archivan todos los documentos relacionados con el Nuevo Mundo. En esta manzana de oro del patrimonio, también se encuentra el Alcázar, sus largas colas asustan, y es cierto que, seguramente, tras su visita, tendrán que renunciar a algunos de los planes posteriores. Es cuestión de prioridades y ésta es una de ellas.
No se vaya de la zona sin darse un paseo y tomarse un tentempié por el Barrio de Santa Cruz y sus pintorescas calles estrechas de la Judería.
De la Plaza Nueva a la Plaza de España
Retroceda dirección a la Catedral y sitúese en la Puerta de Jerez, desde allí encare la calle San Fernando, donde contemplará dos joyas patrimoniales como son el Hotel Alfonso XIII y el edificio del Rectorado de la Universidad de Sevilla, antigua tabacalera.
A su fin, llegará al Prado de San Sebastián, cruce y busque la mítica Plaza de España, obra del arquitecto regionalista Aníbal González. Una vez vista -creo que no le dará tiempo a disfrutar del paseo en barca-, pasee por el Parque de María Luisa, nuestra joya de parques y jardines. Salga y diríjase hacia el Paseo de las Delicias, allí podrá admirar el Costurero de la Reina y el Palacio de San Telmo a su paso. Es en este punto, donde debe cruzar por el Puente de San Telmo dirección Triana.
De Triana al Ayuntamiento
Una vez en la Plaza de Cuba, gire a la derecha y adéntrese en la calle Betis. Con suerte habrá llegado a la hora del almuerzo y podrá tomarse una tapa. Son muchas las opciones, pero por decir un clásico, en La Primera del Puente, goza de gastronomía local a orillas del río.
Ya con el estómago lleno de pavías, gambas rebozadas o solomillo al whisky, la mejor opción es seguir caminando. El puente de Triana está justo al final de la calle. Tómese todas las fotos que crea necesario, baje por Reyes Católicos (pare en la Plaza de la Magdalena para tomar un café) para después llegar a la Plaza Nueva por la calle Méndez Núñez.
Una vez allí, contemple el Ayuntamiento y adéntrese en la calle comercial más famosa de Sevilla, la calle Sierpes.
De Sierpes a El Rinconcillo
Una vez en Sierpes, le aconsejo que compre algún recuerdo de la ciudad, pero no se detenga demasiado tiempo, que la jornada está siendo intensa. Desvíese por Sagasta hasta llegar a la Plaza del Salvador, contemple su iglesia colegial, antigua mezquita, y tome la calle Cuna para desembocar en la calle Laraña -si va bien de tiempo gire a la izquierda y acérquese a La Campana y vuelva a Laraña-. En Laraña, podrá observar el edificio de la Facultad de Bellas Artes y la Iglesia de la Anunciación, que da pie a la Plaza de la Encarnación y sus modernas setas.
Si en esta carrera por verlo todo en un día le da lugar, no dude en subir para observar el skyline de Sevilla, si no, siga por la calle Imagen, pase San Pedro (contemple la Plaza del Cristo de Burgos), siga por Almirante Apodaca (yo, aún sin tiempo, me tomaría un tanque de cerveza en El Tremendo) y, a su izquierda, se abrirá la calle Alhóndiga. En esquina con Gerona, se topará con El Rinconcillo, emblema de la taberna sevillana, normalmente, atestada de turistas pero que bien, si sólo va a permanecer 24 horas, no debe perderse.
Después, márchese a su alojamiento, meta los pies en agua con sal y dele las gracias al cosmos si ha sobrevivido a esta intensa jornada sin calor. Eso sí, será un día inolvidable; se lo garantizo.
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