La Roma bélica sobre Itálica

La Asociación Hispania Romana refleja en una sesión divulgativa la evolución que sufrió el ejército de esta civilización de la Edad Antigua

1. Los soldados frente al auditorio. 2. El bastón de mando de un centurión. 3. Un uniforme monárquico, de inspiración hoplita. 4. y 5. Un 'signifer' y un 'aquilifer', respectivamente.
1. Los soldados frente al auditorio. 2. El bastón de mando de un centurión. 3. Un uniforme monárquico, de inspiración hoplita. 4. y 5. Un 'signifer' y un 'aquilifer', respectivamente.
Dulce Rivero

28 de septiembre 2014 - 01:00

Un abigarrado grupo de guerreros desfila sobre la arena del anfiteatro de Itálica y se detiene ante el público que se hacina en apenas metro y medio de sombra. Dicen que el arte de la guerra es no dar nunca una batalla por perdida y, ayer, este auditorio de medio millar de personas aprendió que hay otro paradigma inherente a este oficio: el de evolucionar. En el caso del ejército de la civilización romana de la Antigüedad, la transformación de su industria bélica estuvo determinada por el enemigo, pueblos extranjeros a los que invadieron o simplemente se enfrentaron y que fueron de muy diversa índole. En este anfiteatro de Santiponce, uno de los mayores de la época imperial romana con capacidad para 25.000 espectadores, la Asociación Hispania Romana realizó una recreación para explicar a modo de clase magistral cuáles fueron las panoplias que portaron los soldados de la Antigua Roma a lo largo de su historia.

Cada miembro de la asociación tiene, dentro de ella, su propio nombre romano. Javier Santana, presidente de esta organización nacional de amantes de la historia grecorromana, se dirige a los visitantes en su papel de Auro Quinto Eliano, mientras un bigardo susurra a su novia: "Vaya calor hace. Y eso que iba a caer la mundial". Con los paraguas por sombrillas, comienza el orador su soliloquio. Un discurso que se inicia en la época de la Monarquía, donde los soldados y sus panoplias se inspiraron en los hoplitas helenos como queda patente en el modelo que se presenta al público. Según puntualiza Santana, a partir de ahí, la evolución de los uniformes y las armas estuvo estrechamente relacionada con el perfil del enemigo y que, en el caso de la Antigua Roma, fueron muchos y de muy variada idiosincrasia.

Curioso fue para los asistentes comprobar que las lanzas fueron el arma principal tanto en los primeros momentos de Roma como en los últimos, cuando el Imperio perdió fuerza bélica y los enfrentamientos abandonaron el cuerpo a cuerpo. Durante la República y la mayor parte del Imperio, las espadas sustituyeron a las jabalinas y se acortaron conforme los combates se estructuraron cada vez más de orden cerrado. Destacó el presidente de Hispania Romana que las puntas de las espadas también cambiaron de longitud con el objetivo de atravesar las cotas de malla.

Otro de los elementos que sufrió una transformación importante fue el casco, que, por ejemplo,en las reformas militares del cónsul Cayo Mario incorporó una nuquera que fue aumentando su tamaño según las necesidades de los soldados. Las túnicas, por contra, siempre fueron de lino o lana, amplias y por encima de la rodilla. Los militares y los esclavos eran los únicos que no vestían ropas largas en la Antigua Roma.

Desde el primer momento, Javier Santana aclaró al auditorio que las recreaciones de este grupo están basadas "en una cuidada documentación, algo de lo que no puede presumir Hollywood". Después de un tomar algo de agua gracias a la iniciativa de un señor del público, descubrió curiosidades sobre los mandos de los ejércitos. El centurión, el militar de mayor rango, vestía una cresta transversal para ser visto en la batalla y un bastón de mando con el que podía apalear a cualquier soldado desobediente. Los signifer eran quienes portaban los emblemas de la legión y, para ascender a esta laureada categoría, apuntó el presidente, "no se aceptaban enchufes, sólo se accedía por méritos militares". Según explicó, el aquilifer fue el que llevaba la insignia del águila de la legión, que tras las reformas de Cayo Mario fue considerada la más importante llegando incluso a asociarse a comportamientos idólatras: "Los estandartes no se abandonaban en la batalla y se protegían con la vida".

Antonio Pérez Paz, director del Conjunto Arqueológico de Itálica, fue el encargado de presentar al auditorio a los artífices ayer de la actividad mensual Itálica en singular: la Legio I Vernacula y la Legio IX Hispana de la Asociación Hispania, con la colaboración de Legio V e Ibidem. Pérez aprovechó para adelantar que, en principio, los días 18 y 19 de octubre, estos grupos junto a la administración de Itálica celebrarán un fin de semana temático en que se recreará la época de César Augusto, para así homenajear a este personaje histórico en el bilésimo aniversario de su muerte.

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