Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla: así se llamaba durante la peste y estas son sus leyendas
Este 2022 se cumplen treinta años del Parlamento de Andalucía en las Cinco Llagas. Un edificio histórico que pasó de hospital a Parlamento y que durante siglos ha acumulado diferentes nombres. Ubicado entre las murallas árabes, la Basílica de la Macarena y el Hospital Universitario, desde la finalización de su construcción, en 1558, fue gestionado por las monjas de la orden de la Caridad. Y, aunque en un principio sólo curaban a mujeres, la mitad del siglo XVII dejó la epidemia de peste más grave de la historia, que obligó a variar el rumbo. En cuestión de meses por el Hospital de las Cinco Llegas pasaron más de 25.000 enfermos, de los que murieron más de 22.000. Fallecieron más de 800 sacerdotes, más del 80 por ciento de los médicos y cirujanos que atendían a los pacientes y más de la mitad de sangradores. Y precisamente con la raíz de esa palabra empezó a asociarse al Hospital, que también era conocido como el Hospital de la Sangre.
En los alrededores del Hospital de la Sangre se agolpaban enfermos esperando su turno para poder tener cama, pero acababan muriendo a la intemperie, y tras la peste Sevilla fue una de las ciudades más perjudicadas por la enfermedad, perdiendo su poderío económico, su condición de ciudad más importante del imperio español, y a cerca de la mitad de su población.
Leyendas en el Hospital de las Cinco Llagas
Considerado bien de interés cultural, este enorme edificio cerró como hospital en febrero de 1972 debido a su pésimo estado de conservación, pero se mantuvieron algunos servicios sanitarios hasta que el 28 de febrero de 1992 se convirtió en la sede del Parlamento de Andalucía, heredando un cúmulo de leyendas que se asientan sobre yacimientos y se remontan a tiempos prehistóricos. Leyendas que recogen ruidos extraños, apariciones sobrenaturales y todo tipo de fenómenos paranormales.
Entre las más destacadas están esas que situaban a grupos de soldados muriendo de graves heridas de guerra, niños víctimas de epidemias o mujeres que fallecían después de dar a luz y que con el paso de los siglos han mantenido su presencia en forma de espíritus y evidenciando con señales (llantos, ruidos o sombras) que siguen estando muy presentes en el interior de dicho edificio
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