"En cuanto al morbo, el ser humano siempre quiere más"

Entrevista | Eloy Moreno

Eloy Moreno acaba de publicar su quinta novela, 'Tierra, un libro en el que, sin develar muchos secretos, aborda las verdades que no se quieren afrontar

Eloy Moreno, autor de 'Tierra'.
Eloy Moreno, autor de 'Tierra'. / Belén Vargas

La primera página ya atrapa al lector, aunque poco o nada sepa sobre el argumento de Tierra (Penguin Random House). Dos niños, una cabaña, dos llaves y un juego. Así arranca la nueva novela de Eloy Moreno (Castellón, 1976), una sucesión de intrigas y misterios que, como en sus anteriores libros, sólo se conocen al adentrarse entre sus páginas.

Dos historias paralelas se plantean en la quinta novela del autor de El bolígrafo verde. Por un lado, la de esos mismos niños que, 30 años después, deben continuar con el juego que les cambio la vida y que les planteó su propio padre, un hombre sin escrúpulos que se convierte en multimillonario tras producir programas de telerrealidad de gran éxito mundial. Por otro, la de uno de sus concursos más extravagantes, en el que ocho personas son seleccionadas para crear una colonia en Marte, sin posibilidad de retorno. Sin desvelar mucho más, Eloy Moreno habla de su libro en la ciudad a la espera de nuevas fechas para venir a firmar ejemplares.

–No suele desvelar mucho sobre sus libros pero, ¿algo que pueda contar sobre Tierra?

–Poco, poco. En la contraportada aparece una frase, que parece que no es nada pero es el resumen de la novela: El problema de buscar la verdad es encontrarla y no saber qué hacer con ella. La novela va un poco sobre eso, sobre todas las verdades que a veces buscamos y cuando las sabemos no nos gustan nada. En realidad, la novela empieza con un padre con sus dos hijos que se los lleva a una cabaña sin saber muy bien para qué. Cada uno lleva una llave en el cuello y allí les dicen que van a jugar a un juego muy especial porque el premio es lo que ellos quiera. Y el padre se lo puede dar porque es la persona más rica del mundo. Los deja encerrados y tienen que salir de la cabaña porque el juego consiste en eso. Al cabo de unos minutos sin salir se oye el grito de una niña y no se cuenta nada más. Treinta años después, esa niña ha crecido, es periodista, y le vuelve a llegar un regalo a casa, con la misma llave que tenía de pequeña, para continuar el juego con su hermano.

–En una sociedad como la nuestra, ¿lanzar un libro al mercado sin desvelar el contenido no es un arma de doble filo?

–Es como un regalo. ¿Qué prefieres, tener un regalo envuelto o sin envolver? La gente que me conoce ya sabe cómo son mis libros y que siempre hago lo mismo. Les gusta que sea así.

"Lo bonito del libro es que el lector vaya descubriendo las cosas a la vez que la periodista"

–En el libro, el padre plantea un juego con los hijos. La forma de plantear Tierra es también una especie de juego con el lector?

–De hecho, lo bonito del libro es que el propio lector vaya descubriendo cosas a la vez que la periodista. A veces el lector sabe más que ella, a veces sabe menos. Es bonito porque es como una carrera en la que el lector también es protagonista.

–He de decirlo, plantear el libro en pequeños bloques es todo un acierto. Anoche me dieron las tres de la mañana diciendo sólo son dos páginas más.

–Todos mis libros los escribo así, con capítulos muy cortos. Así consigues agilidad. A mí no me gusta leer un libro y que sólo sea texto y texto y no sepas dónde parar. Me he dado cuenta de que es más bonito así, que sólo sean dos páginas más y te des cuenta de que ya te has leído el libro entero.

–Toda la novela gira en torno a la intriga y el misterio pero también hay una buena dosis de crítica a las redes sociales y la telerrealidad.

–Tengo amigos que trabajan en televisión, en algún reality. Ellos me cuentan que todo está guionizado. Hoy te acuestas con alguien y mañana con otro alguien porque tiene que ser así, porque está guionizado. Te das cuenta de que todo es mentira. De ahí surge el tema de la novela. Entre eso y que he viajado mucho a Islandia, que es donde está ambientada la novela... Me parecía muy bonito unir ambas cosas.

–Antes decían que la religión era el opio del pueblo. ¿Ahora lo es la televisión?

–Las redes sociales también. La televisión cada vez la ve menos gente y cada vez más gente pierde el tiempo en redes sociales. Una cosa sustituye a la otra.

–La sociedad que refleja en el libro resulta completamente deleznable. ¿La realidad supera la ficción?

–Creo que la iguala. Lo que sale en el libro se ve hoy en día. En diez años todo será real, el programa de Marte se hará porque ya se están organizando viajes. El resto de programas parecen muy bestias pero a lo mejor dentro de diez años no lo son. A lo mejor lo que vemos ahora hace diez años lo era y, sin embargo, ahora se emite. En cuanto al morbo, el ser humano siempre quiere más.

"Las redes sociales puedes usarlas para lo que realmente nacieron o para llevar una vida que no existe"

–Curiosamente, el personaje que mayor simpatía despierta es la protagonista, que es periodista. Parece que ha reconciliado a la población con mi gremio.

–Es una periodista que trabaja para un periódico más independiente, justo lo contrario que su padre. Son la cara y la cruz y por eso no se pueden ni hablar. Es la persona que todavía busca la verdad, es la esperanza de que los periodistas buscan la verdad y no publican lo que el que paga dice que hay que poner.

–¿El retrato de la televisión que hace en el libro no es un poco carne de cañón para el paranoico?

–Yo es que el libro lo veo tan realista... Piensa que en diez años todo lo que aparece en el libro existirá.

–En la novela hace crítica de las redes sociales pero una de las claves para ser un súper ventas. ¿No resulta paradójico?

–Son las dos caras de una misma moneda. Es como un martillo, que lo puedes usar para clavar un clavo o para partirle la cabeza a alguien. Es lo mismo. Todo tiene un buen y un mal uso. Las redes sociales puedes utilizarlas para lo que realmente nacieron, para comunicarse, o para llevar una vida que no existe. Para fingir que eres feliz sin serlo. O pero, para utilizar a los niños con fines lucrativos, me parece muy triste.

–¿Somos menos libres ahora que antes?

–Estamos demasiado influenciados por mucha gente. Aunque también creo que estamos viviendo una época de buenismo en la que tienes que decirlo todo correctamente porque si no se te echan a la encima por chorradas. Antes nadie te diría nada y ahora incluso los cómicos tienen sus propios tabúes. Estamos viviendo una época de autocensura.

stats