Nieva al final del camino
Salir al cine
Seis años después de la conclusión de su quinta y última temporada, Vince Gilligan recupera a Jessie Pinkman para una última aventura cinematográfica de 'Breaking Bad'.
Llega a Netflix El Camino, una película de Breaking Bad, en la que Vince Gilligan retoma al personaje de Jessie Pinkman para ofrecerle una última aventura de liberación después de su calvario. También en la misma plataforma se estrena Diecisiete, una road-movie de hermanos de Daniel Sánchez Arévalo. En Cicus, el documental Infinite football y la premiada cinta costarricense El despertar de las hormigas.
'El Camino, una película de Breaking Bad'
El viernes llegaba a Netflix El Camino, una película de Breaking Bad, que como su propio nombre indica no es ni una explicación, ni un remate argumental de todo lo narrado durante los 62 episodios y cinco temporadas (2008-2013) de la popular serie creada por Vince Gilligan para AMC, una de las mejor valoradas por la audiencia y la crítica en aquella exitosa y sobredimensionada Tercera edad de oro de la televisión.
Y es precisamente en ese rechazo a las dinámicas de la condición serial y sus esquemas de fidelización, que por cierto ya funcionaban en muchos episodios con un gran carácter autónomo, donde El Camino se aproxima al cine, a las maneras, tiempos, ritmos, desarrollos y puesta en escena de un lenguaje que compite hoy por reivindicar algunas esencias perdidas entre la ingente oferta de ficciones televisivas.
El Camino retoma a Jessie Pinkman (Aaron Paul) en los momentos inmediatamente posteriores a su liberación del cautiverio en manos de una banda de narcos neonazis, en plena huida desesperada después de meses de explotación y vejaciones. Gilligan lo hace regresar a sus lugares de origen, a la casa de sus colegas e incluso a la casa de los padres con un único objetivo: recuperar un dinero y emprender, ahora sí, muerto ya Walter White (su liberador) y truncadas sus ilusiones románticas, la huida definitiva lejos de Albuquerque.
El tiempo se ralentiza, los espacios y paisajes se expanden ante la lente anamórfica, el personaje se recompone y la anécdota argumental deviene tan delgada como elocuente a través de la puesta en escena y en tres momentos estelares: la búsqueda desesperada de un dinero escondido en un apartamento; el encuentro con el vendedor de aspiradoras (Robert Forster en su última aparición en pantalla), bajo cuya identidad se esconde el salvoconducto a la libertad; y un dilatado duelo en modo western que contentará a aquellos espectadores que echen de menos un poco de acción y violencia entre tanta calma chicha.
En efecto, El Camino quiere ser eso que promete, una película despojada de materia o paja argumental y liberada para otros juegos y menesteres, poderosos encuadres de difícil asimilación televisiva y un indudable cariño por unos personajes marginales en su última aventura.
'Diecisiete': dos hermanos, la abuela, un perro cojo y una caravana
Cinco minutos le dura a Daniel Sánchez Arévalo (Azuloscurocasinegro, Gordos, Primos, La gran familia española) el intento por reconducir su tendencia a la verbosidad mecánica en esta su nueva película, estrenada hace unas semanas en algunas salas y desde mañana disponible en Netflix. Cinco minutos de gestos y acciones, un allanamiento y un robo en un centro comercial, a cargo de quien será el protagonista de Diecisiete, un adolescente conflictivo e inadaptado que pasará de los juzgados al centro de menores y luego al viaje-fuga en caravana con su hermano mayor, la abuela y un perro cojo por las carreteras del Norte de España, en una clásica road-movie de conciliación y aprendizaje antes de cumplir la mayoría de edad.
Cinco minutos, decíamos, tras los que Sánchez abandona el mutismo y la observación por su habituales y, en ocasiones estomagantes, diálogos y réplicas siempre instantáneas y supuestamente ingeniosas, puestos en boca de unos actores, Biel Montoro y Nacho Sánchez, que luchan a duras penas por naturalizarlos para expiar sus culpas y reconciliarse (con las raíces) antes de volver al mundo real definitivamente redimidos y rehabilitados. Entre la fórmula indie, las emociones prefabricadas y el exceso retórico, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
El estreno de la semana: 'Retrato de una mujer en llamas'
La francesa Céline Sciamma (Tomboy, Bande des filles), siempre interesada por los personajes femeninos, regresa con este Retrato de una mujer en llamas que obtuvo el premio al mejor guion en el último festival de Cannes, sobre la relación entre una pintora (Adèle Haenel) y su modelo (Noémie Merlant) ambientada en la Bretaña francesa de finales del XVIII que algunos críticos han saludado como “una de las más hermosas historias de amor del cine reciente”.
Otras pantallas: Cicus y Tres Culturas
Dos citas gratuitas con el cine tienen esta semana en la sede del Cicus (C/Madre de Dios): el lunes 21, a las 20 h., podrá verse el estupendo documental del rumano Corneliu PorumboiuInfinite Football, que ya pasó por el SEFF 2018 con su retrato del fascinante Laurentiu Ginghina, decidido a cambiar las reglas del deporte rey al tiempo en que revela la pequeña intrahistoria de su país en las últimas décadas; el martes 22, también a las 20h. y dentro del ciclo SEFF 365, llegará al Auditorio del Cicus El despertar de las hormigas (2018), de la costarricense Antonella Sudasassi, un retrato familiar “con un lenguaje sensorial y poético que la emparenta con cineastas como Lucrecia Martel y Naomi Kawase” premiado en el Festival de Seattle.
En la Fundación Tres Culturas prosigue el ciclo dedicado a cine y educación con la proyección, el martes 22 (20.30 h.), de la cinta italiana Bendita ignorancia (2017, Massimiliano Bruno).
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