Una de las leyendas más famosas de Bécquer está inspirada en el sevillano convento de Santa Inés

Gustavo Adolfo Bécquer, fue poeta, escritor y novelista. Llegó a escribir más de 30 leyendas a lo largo de su vida y una de las más famosa, Maese Pérez, el organista

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El famoso órgano de Santa Inés
El famoso órgano de Santa Inés / EFE
Redacción

13 de julio 2023 - 20:00

Sevilla ha sido y es cuna de grandes artistas, reconocidos a nivel mundial y que han sido grandes precursores de su sector a lo largo de la historia. Uno de ellos es Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, quien fuese poeta, escritor y novelista.

Llegó a escribir más de 30 leyendas a lo largo de su vida y una de las más famosas, la escribió inspirándose en el Convento de Santa Inés. Se trata de la leyenda Maese Pérez, el organista.

Esta leyenda nos sitúa en el siglo XVIII, el protagonista de nuestra historia era un hombre nacido por y para la música, de hecho era el organista del convento de Santa Inés. El Maese Pérez era ciego de nacimiento y tenía una hija, también muy ligada al mundo católico. Debido a su exigencia por mejorar y descubrir nuevos sonidos en el órgano, esto le estaba pasando factura de cara a su salud tras llevarse horas y horas practicando con este instrumento.

Su hija, que en ciertas ocasiones trataba de que Maese Pérez se evadiera de su trabajo, acabó por meterse a monja en el convento de Santa Inés, noticia que el protagonista recibió con gran ilusión y entrega. La hija tomó el nombre de Sor María en honor a Dª María Coronel.

Fueron pasando los años y este organista se fue haciendo un hueco entre los mejores músicos de la zona. Al igual que su hija siguió pasando de novicia a profesa, de profesa a vicaría... Y así hasta ser nombrada abadesa del convento. Al conocer esta noticia, el Maese Pérez, le prometió a su hija que la primera fiesta en la que ella presidiera el coro, tocaría los acordes de tal forma que ese momento acabaría siendo todo un acontecimiento en la ciudad de Sevilla.

Se fue corriendo la voz de esta promesa y la gente aficionada al mundo de la música decidió acudir para ver ese esperado y ansiado momento. La Misa del Gallo de ese año sería el gran día donde Maese Pérez tocaría el órgano de forma increíble. Poco antes de ese día, el protagonista cayó muy enfermo, y su estado era bastante delicado, postrado en pleno diciembre sobre su cama con unos temblores a causa del frío.

Se buscó sustituto de inmediato para éste, y se trataría de 'El Bisojo', un organista borracho y bizco que en cuanto se corrió la voz de boca en boca de esta elección, la gente no podía creer que el sustituto de Maese Pérez fuera él.

Al llegar las doce en aquella Misa del Gallo, la gente murmuraba y criticaba la elección del cambio de organista, pero de buenas a primeras todo esos murmullos callaron de repente. Por el dintel de la puerta apareció de sorpresa Pérez casi delirando debido a la enfermedad.

Tal como llegó se sentó en su taburete y comenzó a tocar el órgano de tal forma que los allí presentes recordarían por el resto de los años y sus vidas. Hasta que de pronto, en el momento más álgido de la función el órgano quedó mudo y el golpe de algo sobre el suelo dejó estremecidas a las personas que allí se encontraban. El Maese Pérez había fallecido a mitad de la partitura.

Al año siguiente, 'El Bisojo' sustituiría el puesto del protagonista, convirtiéndose en el organista del convento de Santa Inés, por lo que llegada la Misa del Gallo, decidió interpretar las partituras del difunto Maese Pérez. Lo que provocó que ésta vez los que allí acudieron fueran a modo de burla para escuchar la interpretación de 'El Bisojo'.

Desde el principio este organista trató de tocar el órgano pero de ninguna manera éste sonaba, pareciera como si se hubiera quedado mudo, por lo que desesperado se arrodilló en la barandilla del coro lamentándose y golpeándose el pecho.

De repente, el órgano comenzó a sonar, como si los ángeles del cielo estuvieran cantando, y los allí presentes se quedaron asombrados ya que nadie se encontraba en el taburete, y se estaba interpretando la partitura restante que no pudo tocar Maese Pérez en su momento.

Al terminar el momento conocido como 'Ite missa est' el órgano, que sonaba solo, lanzó una especie de suspiro y calló, asegurando muchas personas que en ese instante se pudo contemplar la silueta del Maese Pérez poco a poco desvaneciéndose por debajo del taburete.

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