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1977... Y hasta Colombo se cambió de gabardina

Los informativos de TVE se esforzaban en la didáctica mientras la audiencia pedía más series de policías

Peter Falk, 'Colombo', en el capítulo de su nueva gabardina azul. / RTVE
F. A. Gallardo

11 de junio 2017 - 10:26

Había que cerciorar a los españoles que más allá de las papeletas y más acá de todas las amenazas, España estaba llamada a ir renovándose, para bien, con la democracia. Alguien incluso, Alfonso Guerra, llegaría a prometer que con ellos no la iba a conocer ni la madre que la parió. Todas esas novedades de unos tiempos en los que se miraban hacia los socios de Europa había que ir inoculándolas con didáctica. Un periodista directivo como Luis Ángel de la Viuda estrenaba los viernes el programa sobre economía Más, menos. Sí, por delante del Un, dos, tres, con sus azafatas en short. Para explicar que las reglas habían cambiado: éramos más libres y, por tanto, menos tutelados, recomendando fortalecer una clase media con espíritu socialdemócrata.Los españoles iban desde los que aún tenían mucho miedo hasta los que se pasaban de osadía. "Este país" mudaba de piel y TVE apoyaba el mensaje con el episodio en el que Colombo se cambiaba, por una vez en la vida, de gabardina. El detective greñoso de Peter Falk, al que jaleó Pepe Da Rosa, se vistió de oscuro el domingo de julio siguiente a la constitución de las Cortes, con Alberti y la Pasionaria en aquella mesa presidencial, y las cámaras repartiendo las imágenes a las cadenas de más de cien países. Lo que sucedía aquí daba la vuelta al mundo. Por una vez sin avergonzarnos.

TVE realmente no había cambiado por dentro (tardaría bastante), con su escueta programación generalista de la Primera Cadena, que se abría a las dos con nuestro Telesur, se interrumpía a media tarde y acababa antes de medianoche. Una parrilla envarada, sin excesos de ningún tipo. La renovación se vivía en los informativos, con Lalo Azcona, Eduardo Sotillos y Pedro Macia, memorables por haber contado las noticias de unos meses decisivos. Alejo García se asfixió mientras subía las escaleras de Radio Nacional para anunciar la legalización del Partido Comunista; mientras Lalo, en el plató, sonreía con un guiño. Adolfo Suárez había sido director de programas y director general en Prado del Rey y los amigos estaban ahí para echar una mano a una causa que se presentía difícil. El héroe nacional, Curro Jiménez, es decir, Sancho Gracia, pidió ante las cámaras el voto para UCD y en algunas casas se quedaron con los dedos de los pies abiertos. Suárez se quedaría con la apertura en la noche de los discursos previa a la jornada de reflexión ante el 15 de junio, una aparición en prime time que terminó siendo estratégica. Fraga apareció cabreado, con sus papeles; mientras Felipe González, Tierno Galván y Santiago Carrillo (éste, en cine) aparecían moderados, con manos tendidas.

Con una policía propia de la que se tenían recelos populares, el gran público pedía más series de policías extranjeros. Los detectives del momento, además del chaquetero de Colombo, eran los macarras Starsky y Hutch; y, los lunes por la noche, Los hombres de Harrelson. Días después de las elecciones la comisaría de los protagonistas sufrió un atentado. Algunos carcas llamaban a TVE indignados con tanta violencia de ficción. Si la calle real estaba caliente, eso era lo de menos.

Junto a los políticos el nacimiento de aquel verano del 77 trajo un descenso de temperaturas que obligó a fajarse en explicaciones a Mariano Medina, el hombre del tiempo. Estábamos al filo de la glaciación en una era de destape que, salvo el musical Eva a las diez, no se vislumbraba en la ventana luminosa de casa. Y en esas apareció Jiménez del Oso anunciando caras en la superficie de Marte, según las imágenes que surtía la nave Viking. Eso era en el UHF, en Más allá. Allá donde se cruzan los caminos.

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