Final Fantasy VII Remake, la historia de un triunfo moral
El Loot de Txeron
La galardonada entrega de la saga vuelve 23 años después actualizada y ampliada en una edición superlativa que te llevará de nuevo a Midgar para bregar por el futuro del planeta
Analizar la séptima entrega de la saga Final Fantasy, una de las más apreciadas, longevas y extensas del sector (cuenta con 15 entregas numeradas y otras muchas subsagas) es todo un reto y a la vez una gran responsabilidad ya que es uno de los títulos que marcó a toda una generación y que aún a día de hoy permanece inalterable en el tiempo pese a su lógico desgaste gráfico (hasta ahora).
La ventaja del que escribe estas líneas es que el factor nostalgia se borra de la ecuación al ser totalmente virgen en esta saga y, como es obvio, de esta entrega que es un remake del original que se publicó hace ya la friolera de 23 años. Un hándicap a priori que a lo largo de este análisis se convierte en una ventaja al escudriñar y diseccionar lo que este remake ofrece sin tener en cuenta las modificaciones que ha sufrido en su desarrollo y que le distancia en ciertos aspectos del original y que no entran, por tanto, en la valoración final.
Lo primero que uno siente al ejecutar este juego en PS4 Pro (por ahora es exclusivo de Sony ya que más tarde llegará para PC) es el mimo que destila. Todo está cuidado hasta el más mínimo detalle con una introducción que quita el hipo y una banda sonora que se fusiona de manera natural con unas elaboradas cinemáticas para ponernos en bandeja una historia que puede parecer añeja pero que en pleno 2020 tiene mucho de real.
Somos Cloud Strife, un exsoldado a sueldo que decide ayudar a su amiga de la infancia Tifa y a un grupo de renegados, Avalancha, para combatir a la compañía de electricidad y energía Shinra que se ha hecho con el control de la ciudad de Midgar al gestionar el Mako, la energía vital del planeta y el combustible que permite alimentar los reactores que dan vida a esta macrourbe.
Una epopeya medioambiental que permite a Square Enix poner toda la carne en el asador y contarnos una historia cargada de acción, amistad, muerte y mucha destrucción con un renovado aspecto visual más acorde a los tiempos que corren (aunque con claroscuros que más tarde desgranaremos).
Square Enix ha decidido dividir el título original en varias entregas y en esta primera se abarca toda la parte argumental de la ciudad de Midgar hasta escapar de ella y profundiza más en los sucesos que allí tuvieron lugar y que en el original pasaron de puntillas.
Es, por tanto, un remake no solo visual que trocea el original para expandirlo aún más y que supone todo un soplo de aire fresco para los seguidores de la saga al desvelar muchos secretos y tramas que desconocían por completo y que abren nuevas puertas a la expansión de uno de los títulos más vendidos y recordados entre los amantes de los videojuegos orientales.
CINEMÁTICAS POR AQUÍ Y POR ALLÁ
La historia, aunque sólida y creciente, tampoco escapa de algunos altibajos en el guión y situaciones un tanto forzadas (incluso cómicas) pero está a la altura de lo que se exige a un Triple A que lleva tantos años en desarrollo. A resaltar el hecho que cuenta con tantas cinemáticas renderizadas con el propio motor del juego en tiempo real que, dependiendo de tu nivel de conexión con la saga y los personajes de esta entrega, te sentirás como viviendo una película o, en el otro extremo, tentado a pulsar el triángulo para acabar con ese tedioso ‘kit kat’ entre momentos de acción y exploración.
No en vano, no es exagerado reseñar que el hilo argumental tiene tanto peso en la propia idiosincrasia del juego que es inviable concebirla de otra manera. Pero eso no quita que a veces los momentos de combate queden relegados a un segundo plano demasiado tiempo (la fase de la visita a las instalaciones de Shinra es un claro ejemplo).
En cualquier caso, la importancia de lo que se desvela en las mismas conjugado con el carisma de los personajes consiguen paliar en la mayoría de ocasiones esa sensación de relajación y de ganas de mayor acción, que por otro lado, también se acentúa en otras fases y sobre todo en los últimos capítulos de la historia.
Cloud Strife, Tifa Lockhart, Barret Wallace y Aerith Gainsborough se apoderarán casi por completo de la cámara para desvelarnos sus férreas personalidades y su evolución natural ante los acontecimientos que tienen lugar en Midgar. Salvo algunas decisiones de los desarrolladores (Cloud y sus bailes mediante), la construcción de los cuatro personajes de la trama es muy divertida y homogénea haciéndonos empatizar con ellos y con su escala de honor y ética personal. A ellos se suma el antagónico Sefirot, el enemigo de Cloud, los jefazos de Shinra y otros personajes secundarios que pasan de puntillas (una pena) como Jessie, Biggs y Wedge.
Mención especial también para la banda sonora. Cuenta con multitud de melodías acordes a los diferentes escenarios y situaciones que nos iremos encontrando. Los temas más épicos están reservados para los enfrentamientos con grandes enemigos. Los más livianos y relajantes están reservados para los momentos de conversación durante las cinemáticas.
Para esta nueva entrega, el juego viene traducido al español pero no doblado. Deberemos conformarnos con las voces en inglés o en japonés. En ese sentido, algunas veces es molesto ver tantas palabras en pantalla cuando paseamos por los barrios de Midgar y se nos traducen las conversaciones de sus habitantes.
La traducción al español está muy bien conseguida y apuesta por el uso de frases hechas muy comunes en nuestro devenir diario como "vas como Pedro por tu casa" que nos arrancarán más de una sonrisa. La mayoría de ellas saldrán de la boca de Barret, el personaje más rudo pero también el más extrovertido y gracioso.
ROL Y ACCIÓN
Final Fantasy VII Remake (en adelante FFVIIR) es un juego de rol y acción (ARPG) que sentó las bases de las que hoy beben muchísimos títulos del mercado y que como tal nos presenta a cuatro personajes principales que contarán con una serie de atributos que podremos ir mejorando a la vez que vamos subiendo nuestro nivel. Una mejora que se consigue eliminando enemigos que, al igual que nosotros, irán aumentando en poder, técnicas y número. Una mecánica perfectamente reconocible por los amantes de los ARPG pero que Final Fantasy VII, entre otros, cimentó hace más de dos décadas.
Para mejorar nuestros personajes deberemos hacer lo propio con las armas y armaduras (un total de dos piezas) que iremos modificando a nuestro gusto así como añadiendo materias, una especie de joya que se puede engastar y que permite cambiar por completo el rol de nuestro personaje. ¿Quieres ser un destructor de primera línea? Apuesta por armas y armaduras que bonifiquen el daño físico y la defensa física y materias que te ayuden a mejorar tu contraataque o diversificar daño con tus habilidades. Si por el contrario, eres más de jugar desde la retaguardia con Barret y sus poderosas ametralladoras incrustadas en su brazo, querrás soportar mucho daño y contar con habilidades que te permitan atacar desde la distancia (benditos témpanos de hielo). Y tampoco puede faltar el mago del grupo que se encargará de curar o bendecirnos con bonificaciones de daño o de defensa ante el veneno o el fuego, por ejemplo.
En FFVIIR hay una amplia gama de posibilidades a la hora de confeccionar nuestro equipo que, en la práctica, será como máximo de tres personajes aunque en ocasiones solo manejaremos a uno de ellos o dos. Eso sí, nunca los cuatro.
Para tal ocasión, FFVIIR evoluciona respecto al original y presenta un sistema de combate en tiempo real conservando, eso sí, el menú de comandos del primero para ofrecernos unas batallas muy tácticas en las que deberemos combinar nuestros ataques con pequeñas pausas para ejecutar combos, hechizos y dar órdenes a los otros compañeros para hacer lo propio. Un sistema, a priori, que puede parecer confuso y lento pero a la larga, cuando aprendamos a manejarlo, se hace muy adictivo y edificante. Inciso para darle un tirón de orejas a Square Enix porque la cámara, siempre centrada en altura y en tercera persona, a veces nos juega malas pasadas durante los combates y pierde el punto de vista ideal por lo que si Cloud está despachando a un par de soldados con su espadón en el aire puede que no lo veamos (y sucede muy a menudo).
UPGRADE GRÁFICO
Para presentarnos estos condimentos, FFVIIR ha recibido un importante lavado de cara a nivel gráfico que actualiza por completo el juego de aquel pixelado y primitivo 3D a uno más actual para los tiempos que corren con personajes muy detallados (sobre todo los cuatro principales) y escenarios ricos en detalles aunque pobres en texturas y definición (algunas cantan demasiado). Todo ello compactado en unas localizaciones muy variadas que conjugan escenarios pasilleros (la mayoría) con otros de mundo abierto (aunque muy acotados también) en los que deberemos realizar multitud de misiones secundarias que alargarán la diversión un par de decenas de horas más pasando de las 30 estimadas en acabar la historia a las 50 si completamos todo. Aunque como en la mayoría de juegos sucede (a excepción del bueno del brujo Geralt de Rivia) aquí nos encontramos con bastante relleno (lo de buscar gatos o chocobos perdidos no es muy épico que digamos) y con alguna que otra grata sorpresa con minijefe incluido.
Y en ese aspecto en concreto, FFVIIR saca toda la artillería. Nos enfrentaremos a lo largo de los 18 capítulos que componen este título con grandes e imponentes jefes y no, no tienen por qué ser finales. Podremos batirnos en duelo contra ellos nada más comenzar el nivel, a medias o al final de los mismos. Cada uno contará con sus particularidades, sus fortalezas y debilidades y nos llevarán a soltar en más de una ocasión el mando por la impotencia al morder el polvo debido a su creciente dificultad.
Y es aquí donde encuentro otro de los lunares de esta superproducción: la curva de dificultad. Hay picos a lo largo de la historia en que es una odisea acabar con alguno de esos jefes e incluso con grupos de enemigos con diferentes particularidades. Para ello, Square Enix ha optado por ofrecer de primeras el nivel de dificultad normal, el fácil y el clásico (en el que solo estamos al mando del menú de acciones al igual que en el original). Y ya os digo que entre el primero y el segundo media un abismo siendo este último casi un paseo militar. Una diferencia que he usado en beneficio propio en más de una ocasión para superar ciertos jefes muy exigentes con mi paciencia y mi habilidad con el Dual Shock.
Y si no has tenido suficiente, cuando completes el juego se habilita el modo Difícil que supone un reto aún mayor que redimensiona su rejugabilidad. Podrás en ese momento volver a repetir capítulos concretos para completar esos logros que te faltan y que te impiden conseguir el trofeo platino de Playstation. Mención aquí a la multitud de minijuegos existentes dentro del propio juego (dardos, baile, uso de maquinaria y tecnología, etc) que complementan la experiencia de juego y que la enriquecen aún más si cabe.
CONCLUSIÓN
Y tras acabar FFVIIR la sensación que deja es la de haber completado una historia de superación moral. Porque Cloud y compañía llevan hasta sus últimas consecuencias sus convicciones (aunque de primeras tendamos siempre la mano como un frío y experimentado mercenario) en un mundo en el que la ética y el respeto no son elementos redundantes y donde la más salvaje forma del capitalismo campa a sus anchas bregando por una mayor desigualdad social. Los de arriba y los de abajo, una máxima que se repite desde tiempos inmemoriales y que Square Enix sabe plasmar a la perfección en un título que ha envejecido muy bien y que ahora vive una segunda juventud. Así que no lo dudes mucho y no cometas el error de este redactor en su adolescencia y disfruta de este título, que sin ser ya revolucionario en pleno siglo XXI ni por mecánicas ni acabado visual, sí conseguirá estremecerte en el sofá y sentirte a veces condescendiente como Tifa, dulce como Aeris, terco y bravucón como Barret (me encantó ese pareado de “atentando que es gerundio”) o frío y distante como Cloud mientras repartes mamporrazos a lo Devil May Cry y disfrutas de momentos valle con cinemáticas y alguna que otra decisión argumental a lo Heavy Rain. Eso es algo que pocos juegos saben transmitir. Midgar te espera. No tardes en llegar.
Hemos podido analizar Final Fantasy VII Remake gracias a una copia física que nos ha remitido Koch Media España.
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