Rio de Janeiro, una ciudad para visitar al menos una vez en la vida
DE VIAJE
Si vas a visitar Rio de Janeiro, necesitas mínimo 4 días para conocerla, con esta ruta disfrutarás al máximo de ella y de los emblemas que la hacen ser una de las ciudades más bonitas del mundo
Edimburgo es la escapada otoñal perfecta y estos son los planes que debes hacer si la visitas
La capital del carnaval es uno de esos lugares que recargan pilas, pero no hace falta esperar a febrero para apreciar la alegría y el desenfado de Rio de Janeiro. La ciudad más animada y ecléctica de Brasil es capaz de contagiar su felicidad en cualquier época del año gracias a su ambiente festivo, despampanante naturaleza, arte urbano, deportes de aventura, icónicas playas y una gastronomía fascinante.
Su diversidad geográfica -mar, montaña y selva - junto con el carácter alegre, espontáneo y hospitalario de sus habitantes la convierten en un paraíso único en el mundo.
Algunos consejos prácticos que te doy si visitas Rio de Janeiro es que a la hora de moverte por la ciudad, lo mejor esque utilices las aplicaciones de red de transporte conocidas o taxis registrados (ya que su precio es bastante económico); y en cuanto a la conexión, aunque en los hoteles y en la mayoría de locales cuenten con servicio de red wifi, no está de más, sobre todo si quieres usar maps, redes, o whatsapp, contratar una tarjeta con datos desde España, la cual podrás adquirir fácilmente desde Civitatis.
Por otro lado, Rio no es una ciudad tan peligrosa como nos pintan, eso no quita que tampoco conviene llamar la atención o ser ostentoso, ya que los propios cariocas visten de una forma informal: suelen usar bermudas, sandalias de playa y camisetas para casi todas las situaciones. Así que evita exhibir relojes, joyas o artículos de lujo para sentirte más cómodo o cómoda explorando la ciudad.
Una vez dicho esto, te cuento al detalle una ruta de 4 díaspor Rio de Janeiro para que no te pierdas los imprescindibles de la ciudad ¡Empieza la aventura!
Primer día:
El morro de Dois Irmãos
De las siluetas más reconocibles y fotografiadas de Rio, el morro de Dois Irmãos es la montaña más alta que se ve desde la playa de Ipanema. Si os decidís a subir este pico recomendamos llevar zapatillas y ropa cómoda además de bastante agua, ya que aún siendo una ruta para todos los públicos, que cuenta con miradores y paradas para descansar, es necesario preparase.
Esta actividad empieza en la plaza de Vidigal, desde allí lo mas divertido es coger una moto taxi que os llevará por la comunidad hasta llegar a la entrada del parque natural con la adrenalina suficiente para subirla.
El recorrido hasta llegar a la cumbre es de poco más de una hora y durante el trayecto podréis observar su fauna y vegetación de naturaleza salvaje. Desde los diferentes miradores tendréis privilegiadas panorámicas de las diferentes favelas, las cuales son impresionantes vistas desde lo alto.
Una vez en la cumbre es impresionante analizar esa forma tan peculiar en la que se distribuye Rio de Janeiro, nada lineal ni uniforme.
Favela do Vidigal
Al bajar el morro de Dois Irmãos os encontrareis con una de las favelas pacíficas de la ciudad, la cual está acostumbrada al turismo, pero te recomendamos recorrer con un guía local para disfrutar de sus rincones y encanto.
Tomarte una merecida cerveza Brahma por alguno de sus locales será el mejor refrigerio mientras te contagias de ese ambiente tan especial que emanan sus pobladores, antes de llegar a la playa de São Conrado. Una playa muy concurrida por surferos donde encontrarás locales para comer o tomarte un coco en Soga mientras te das un baño en sus templadas aguas.
Desde la orilla se puede observar la belleza del otro lado del morro que acabas de subir y ver cómo los grupos de chavales echan partidas de altinha, un juego en el que el balón no puede tocar el suelo ni pueden usar las manos.
Segundo día:
Real Gabinete Portugués de la Lectura
El centro cultural de Rio, está considerada como una de las bibliotecas más bonitas del mundo por lo que es un imprescindible si te encuentras en el casco antiguo de la ciudad.
Fue fundada en 1837 por un grupo de 43 inmigrantes portugueses, en su mayoría refugiados políticos que buscaban promover la cultura entre la comunidad portuguesa en la entonces capital de Brasil.
Cuenta con un opulento y ornamentado estilo Neomanuelino que evoca el exuberante estilo gótico-renacentista vigente en la época de los descubrimientos portugueses. Su fachada inspirada en el Monasterio de los Jerónimos de Belém fue trabajada en piedra de Lisboa, traída en barco desde dicha ciudad por Germano José Salle.
En el techo de la sala encontramos el primer ejemplo de este tipo de arquitectura en Brasil. Un llamativo candelabro y lucernario estructurados en hierro, además del maravilloso Altar de la Patria confeccionado en marfil, mármol y plata que coronan la estancia.
Es impresionante contemplar sus paredes repletas de estanterías de madera, las cuales albergan en la actualidad más de 350 000 ejemplares, algunos de ellos de gran valor para la lengua portuguesa como una editio princeps de Os Lusiadas.
Catedral Metropolitana de San Sebastián
No parece una catedral y por ello está considerada como una de las más feas del mundo, pero es curioso verla, por lo que si te encuentras por la zona no dudes en acercarte. Impresiona al que la ve, pero no gusta demasiado entre los habitantes de la ciudad y es que el diseño es armonioso pero muy sobrio.
De estilo contemporáneo, esta mole fue fundada en 1979 y destaca en la panorámica del centro financiero de la ciudad (cerca también del barrio de Lapa) por su forma cónica.
En el interior lucen inmensas vidrieras de gran colorido. Estas se extienden desde el suelo de la catedral y llegan hasta la misma punta; son cuatro, colocadas en forma de cruz y que cubren todas las caras del cono. Tiene capacidad para varios millares de personas, con unas proporciones de 106 metros de diámetro y 96 de altura.
Escalera de Selarón
Uno de los puntos favoritos entre los turistas para tomar fotos, aunque debes tener paciencia ya que por esta escalera transita un gran número de personas a todas horas.
El artista plástico chileno Jorge Salarón inició el trabajo en 1990 tras encontrarse con este lienzo en blanco, una escalera para su gusto bastante fea. A lo largo de los años fue colocando y reorganizando azulejos que, tras empezar a ser conocido por su obra le mandaban de todas partes del mundo.
La escalera está considerada por el autor como una obra "viva y mutante". Tiene 125 metros y 215 peldaños completamente revestidos de piezas de cerámica de distintos colores, tamaños, nacionalidades y formas.
Algunas de ellas contienen dibujos en su interior como el escudo del Betis o la virgen del Rocio. Hoy se pueden encontrar más de 2000 azulejos de 60 países distintos.
El 10 de enero de 2013, Jorge Selarón fue encontrado sin vida sobre la escalera que él mismo creó.
Barrio de Santa Teresa
Este barrio situado en lo alto de una colina es conocido por ser uno de los más antiguos y bohemios de Rio. Un lugar de gran encanto repleto de música y color.
Recorrerlo significa perderse entre sus elegantes mansiones, murales y grafitis, bares clásicos, vegetación e hipnóticos miradores como el que se encuentra en el restaurante Aprazível, el cual es perfecto para tomar una (o varias) caipiriñas mientras disfrutas del atardecer.
Entre sus atractivos turísticos destacamos el Bondinho de Santa Teresa, el nostálgico tranvía es uno de los iconos más entrañables de Rio de Janeiro. No solo es un transporte práctico para no dejarnos un pulmón entre sus empinadas calzadas sino que también es una atracción que permite sumergirse en la historia y encanto de Santa Teresa.
En esta zona se encuentran estudios de artistas, el Museu da Chácara do Céu (donde se expone arte europeo y brasileño) y el evocador Parque das Ruinas.
Tercer día:
Cristo Redentor de Corcovado
El emblema por excelencia de la ciudad de Rio e incluso de Brasil es una parada obligatoria.
La subida se puede hacer andando o en autobús, pero la más bonita es en el Tren Cremallera del Corcovado. Este funicular tiene 3 paradas, desde Cosme Velho hasta Cristo Redentor. Al comprar el pasaje trae incluida la entrada al monumento.
Intenta ir a primera hora de la mañana (el tren comienza las rutas a partir de las 08:00 a.m.) para disfrutar las vistas de la ciudad con las primeras luces del día. Aunque lo más normal es comprar las entradas por anticipado en su web, lo cierto es que puedes tener la mala suerte de subir con mal tiempo y perderte lo más importante, sus vistas. Por lo que lo mejor será adquirirlas de manera presencial en las taquillas oficiales destinadas para ello.
Si prefieres disfrutar de la ruta a pie hay un sendero que sale desde el Jardín Botánico y sube hasta la base de la estatua. Intenta llegar temprano para no toparte con demasiados turistas. Además si eliges esta opción podrás dedicar un par de horas para visitar el Parque Nacional de Tijuca, este es el bosque urbano más grande del mundo y un buen ejemplo de selva lluviosa repleta de vida.
Maracaná
Con una capacidad de 78.838 espectadores, Maracaná es el 24º estadio más grande del mundo.
El icono brasileño es sinónimo de gloria futbolística y ha albergado momentos inolvidables, incluyendo la final del Mundial 2014 entre Alemania y Argentina o la final de la Copa América en 1989, 2019 y 2021, esta última entre Argentina y Brasil.
Es el segundo lugar más visitado de la ciudad tras el Cristo del Corcovado y dispone de visitas guiadas todos los días de 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde (excepto cuando hay partido). El tour dura unos 40 minutos y tiene un precio de 15 euros con audio-guía. A lo largo de la ruta encontrarás un paseo de la fama, donde los mejores futbolistas del mundo (incluidos Pelé, Garrincha y Zico) han dejado la huella de sus pies.
Confitería Colombo (centro)
Entre los 10 cafés más bonitos del mundo, la Confitería Colombo es uno de los principales puntos turísticos de la Región Central de la ciudad. El local fue fundado en 1894 por los inmigrantes portugueses Joaquim Borges de Meireles y Manuel José Lebrão y entre sus paredes se han reunido una extensa lista de celebridades de la sociedad brasileña.
Su arquitectura y ambiente nos ayudan a tener una pequeña idea de cómo habría sido la “Belle Époque” en la entonces capital de la República.
Entre los años 1912 y 918 los salones fueron reformados con enormes espejos traídos de los Amberes, tallados en palo de rosa que aporto cierto toque Art Nouveau. El mobiliario de madera del interior fue esculpido en la misma época por el artesano Antônio Borsoi.
Pan de Azúcar
El primer teleférico inaugurado en Brasil en 1912 y el tercero del mundo, se calcula que en la actualidad más de 40 millones de personas lo han utilizado.
Los visitantes cogen el primer teleférico que llega al morro de Urca. Desde allí, un segundo teleférico asciende hasta la cima del cerro de Pan de Azúcar, a 396 metros sobre el nivel del mar.
Recorre los 1.400 metros que separan los morros de Babilonia y Urca. Una ruta con panorámicas increíbles, sobre todo con los rayos crepusculares que nos regala algunos atardeceres.
Desde el último cerro (de 220 metros de alto) tendrás una vista increíble de la Bahía de Guanabara y entre ambos, la preciosa playa Vermelha. Estos paisajes cariocas entre la montaña y el mar entraron a formar parte de la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en 2012.
En verano, el anfiteatro ubicado en la cima del cerro de Urca celebra conciertos y eventos nocturnos, no hay sitio mejor para disfrutar de la música, el ambiente y las vistas mientras tomas algo.
Cuarto día:
Parque Lage
El acceso al parque es gratuito, en él se encuentra desde 1966 el Instituto de Bellas Artes y la Escuela de Artes Visuales.
El monumento cubre un área de más de 52 hectáreas y en su interior no solo se encuentra el comienzo de la ruta hacia el Cristo Redentor, sino que además podrás disfrutar de jardines construidos según los modelos europeos, un palacio, el estanque conocido como el Lago de los Patos y un acuario en argamasa.
Recomendamos desayunar en el Plage Café. Esta es una mansión clásica con patio dentro del parque donde se sirven abundantes desayunos y comidas ligeras, aunque es necesario reservar con tiempo.
En Rio también encontramos uno de los jardines botánicos más grandes del mundo por lo que no dudes en visitarlo.
Playa de Copacabana
¡La playa con mejor ambiente y maravillosa de la ciudad!
Echar un día de playa en Copacabana es todo un lujo y si es con un buen caipiriña hecho al momento en alguno de los puestos oficiales de su playa, mejor.
Aquí todo el mundo pasea en bañadores prácticamente transparentes, mientras vendedores ambulantes ofrecen de todo, desde pareos hasta cocos. También es fácil encontrar partidos de voley playa o fútbol.
Aun siendo una playa con ambiente todos los días, el domingo sin duda es el mejor de ellos para disfrutar la experiencia. Cortan las avenidas principales a los coches para que los cariocas puedan pasar el día con sus familiares y amigos.
Copacabana es conocida por todo el mundo por su famoso paseo marítimo pero también por su intensa vida cultural. Museos, cines, plazas, bares y elegantes restaurantes (como Marius Degustare) forman parte de la historia del barrio, aparte de sus asombrosas vistas.
Playa de Ipanema
Cerca de Copacabana, es la mejor playa para ver el atardecer. Ipanema está entre las mejores playas del mundo y atrae mucho al turismo por su ambiente relajado para pasear.
Es perfecto para dejar la mente en blanco por un momento y disfrutar de uno de los atardeceres más bonitos mientras que tomas un café, lees un libro o picas algo.
En el Barrio de Ucra también podrás disfrutar de grandes atardeceres en un ambiente muy tranquilo.
Pedra do Sal
Qué mejor forma que acabar la visita que con una buena fiesta al más puro estilo de Rio. La plaza que fue cuna de la samba hace honor a sus orígenes, actualmente podrás moverte en este divertida atmósfera todos los lunes y viernes (pero sobre todo los lunes) desde las 7 de la tarde hasta medianoche.
Por seguridad y comodidad te recomendamos acudir al Bar Da Pedra, la entrada hay que pagarla pero cuenta con una ubicación privilegiada que merece la pena.