SUCESOS
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De la exigencia a la injusticia

Toros en las Ventas de Madrid con el Juli, Roca Rey y Álvaro Alarcón

El Juli y Roca Rey sufrieron el implacable juicio de la cátedra madrileña

Álvaro Alarcón, que tomó la alternativa, tratado con más afecto

Decepcionante el juego de La Quinta

Andrés Roca Rey notó el peso de la púrpura y aquí está entrándole a matar a 'Prisionero', un toro de La Quinta que fue protestado por el público de Madrid. / Fotos: Kiko Huesca / Efe

Ficha

Plaza de toros de las Ventas

GANADERÍA: Seis toros de La Quinta, muy astifinos pero con presencia insuficiente para lo que exige Madrid. Mejor juego el de los tres primeros toros.

TOREROS: El Juli, de gris plomo y oro, saludos y silencio. Roca Rey, de rosa y plata, silencio en ambos. Álvaro Alarcón, que tomaba la alternativa, de blanco y oro, saludos y palmas tras escuchar un aviso .

CUADRILLAS: Saludaron en banderillas José Chacón y Vicente Herrera, enormes con el capote José y Antonio Chacón. A caballo destacó José Antonio Barroso.

INCIDENCIAS: Primera corrida de la Feria de San Isidro con lleno de 'no hay billetes'. Tarde de temperatura agradable, pero que acabó fresca y ventosa.

Arrancó San Isidro con una gran expectación, pero una expectación que iría desinflándose según salía al ruedo toro tras toro de La Quinta. De la esperada ganadería de La Quinta, pura sangre santacoloma y que goza de gran predicamento en el aficionado, pero que ni en Sevilla ni en Madrid ha justificado el interés que despierta. Y en Madrid con el inconveniente de su morfología, ya que ese toro fino de cabos y bajo no es aceptado por un público que tiene de la exigencia su estandarte.

Era tarde inaugural de lo que sus exégetas llaman Mundial del Toreo y todo empezaba con dos figuras máximas en el cartel y un novillero que tomaba la alternativa y que llegaba sabiendo a qué sabe abrir la Puerta Grande de Las Ventas. Toledano este Álvaro Alarcón, llegaba al gran día de su carrera con las secuelas de un serio percance, pero a la hora de la verdad no mostró menoscabo alguno. Animoso como correspondía el trance sacó buenos naturales ante el buen pitón izquierdo de Cocherito, un cárdeno con los cinco años bien cumplidos. Fue un toro sensacionalmente bregado por José Chacón, que lució con su toreo a una mano tras una brava pelea en el caballo. Brindado al público por el neófito, de la faena hay que destacar una serie al natural de mucha enjundia. Las Ventas le mostró cariño en éste buen toro y también en el sexto, mucho más complicado.

Los 'santacolomas' son como son y no puede sorprenderse el público por sus morfologías

Y dicho lo cual hay que incidir en cómo el público de Madrid convierte su alardeada exigencia en injusticia. Estuvo El Juli sensacional en su primero, que fue un toro con mucho temple al que entendió como él suele entender lo que le sale por chiqueros. Una faena enciclopédica a un toro que, mire usted por dónde, no le había entrado por el ojo a los tendidos. Y una faena sin un solo defecto y que hasta levantó a la plaza no tuvo el debido reconocimiento a la hora del balance. Quizá el espadazo, quizá la falta de emoción, pues la verdad es que todo quedó en saludos. En el cuarto toro no había nada que hacer, pero el madrileño estuvo muy por encima de las condiciones de Molinero. Le sacó todo lo muy poco que el toro llevaba dentro y la falta de emoción sí que justifica el silencio que El Juli recibió tras una gran estocada.

Con la cara alta, 'Molinero' embiste a la franela de El Juli sin clase y sin aportarle emoción al muletazo.

Andrés Roca Rey lo tiene crudo. El peso de la púrpura es tremendo y el peruano es en la actualidad quien lleva sobre sus hombros esa carga. Madrid es especialmente exigente con el primero del escalafón y los toros de La Quinta, con su morfología, eran el motivo ideal para ponerle al peruano la tarde cuesta arriba. Roca es un torero que puede gustarte o no, pero que da cuanto tiene es algo indudable. Y bien que lo dio ante Peluquino, otro cárdeno cinqueño que no pasó el fielato de la superexigente cátedra venteña. Toreó con el capote, lo midió en el caballo, se fue enseguida sin probaturas a los medios y ante una embestida pronta y con fijeza, Andrés enardeció a la clientela con su toreo de muletazo largo y ligazón indudable, pero cuando aquello parecía progresar, Las Ventas se convirtió en esa grillera especialista en reventarle la tarde al más pintado. A partir de ahí, la nada.

Una faena que iba para triunfal era abortada en aras a esa exigencia que tantas veces rompe en injusticia. ¿Cómo tan pocos influyen en tantos para que la corrida se derrumbe? Pues así viene siendo desde el principio de los tiempos. Y todo se agravó en el quinto toro, que se llamaba Prisionero y que no tenía presencia para Madrid. Así, no más aparecer en el ruedo surgieron los infamantes maullidos que convertían al cárdeno de La Quinta en un insignificante gatito. Cariavacado, para colmo blandea al salir del caballo de José Manuel Quinta, por lo que todos los intentos del peruano fueron para nada. Y la de veces que se lo pasó por la faja discurría ante la indiferencia de Madrid. Naturales de uno en uno, sin que el toro permitiera la ligazón para acabar pegando oleadas. Un ominoso silencio sería el premio que recibiría el valiente torero andino. Y hoy entra Morante de La Puebla en San Isidro. ¿Cuál será la reacción de Madrid tras lo de Sevilla? ¿Le pasarán factura por el rabo? Ya veremos, quién sabe.

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