La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
Tercera de abono de la Maestranza de Sevilla
Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla
GANADERÍA: Seis toros de Santiago Domecq, excelentemente presentados y de gran juego, siendo excepcional el del corrido en quinto lugar.
TOREROS: José Garrido, de blanco y oro, oreja en el primero y un aviso con silencio en el cuarto. David de Miranda, de grana y oro, aviso y ovación en su primero y las dos orejas en el quinto. Leo Valadez, de purísima y oro, silencio y palmas. CUADRILLAS: Destacó en banderillas Fernando Sánchez y a caballo Aitor Sánchez y Paco Félix González. INCIDENCIAS: Tercera corrida de abono en tarde primaveral. La plaza se cubrió en un tercio de su aforo. Leo Valadez fue asistido tras la lidia de su primer toro de un varetazo en fosa ilíaca derecha que no le impidió continuar la lidia.
ESTÁBAMOS ante el que se consideraba cartel menos interesante del ciclo continuado y la verdad es que no serán muchas las tardes en que los tendidos vibren como vibraron ayer con el extraordinario corridón que se trajo Santiago Domecq. Una corrida armónica a más no poder, muy entipada y que lanzó al amarillo albero varias máquinas de embestir. Y marcaba el reloj de la plaza las 20:10 cuando apareció por la puerta de chiqueros el quinto toro de la tarde. De nombre Tabarro, negro como una noche sin luna y nacido en diciembre de 2019 se proclamaría triunfador de la tarde al alimón con el matador que le tocó en suerte, un David de Miranda que llegaba por Iris de puntillas y que saldría con el salvoconducto en regla para entrar en el circuito.
Fue el suceso ocurrido en la lidia del quinto toro el pase de la firma a una tarde extraordinaria que comenzaba con la lucida actuación de ese buen torero que es el extremeño José Garrido. Por lo pronto se fue a portagayola para dejar bien claras en qué consistían sus intenciones. Cuajó a Saleroso con el capote a base de lances a la verónica primero y de gaoneras después que empezaron a calentar el ambiente. Brindó a la plaza para un inicio notable de una faena que tuvo el común denominador de la ligazón tanto con una mano como con la otra para rematar con unas manoletinas cargando la suerte que precedieron a la estocada, por lo que cortó una oreja. También muy decidido en el cuarto, un negro mulato de nombre Coronado, se lució por chicuelinas con el capote y pronto se entendió con el toro, pero la faena fue a menos y cuando retomó el nivel, la espada le jugó una mala pasada y todo quedó en nada.
Como Miranda, Leo Valadez también hizo el paseo destocado y su debut sevillano tuvo un nivel más que aceptable. Se fue a portagayola, le brindó el toro del debut al Juli y comenzó muy entonado para ganar nivel con la zurda, pero Listillo le prendió por el vientre, anduvo voluntarioso e insistente, la espada funcionó de aquella manera y no pasó nada. En el que cerró plaza, que atendía por Dormidito, el hidrocálido subió de nivel, apeló a esos lances propios del Mago Tranlarán y que han sido bautizados como lopecinas en honor al Juli, que fue quien las desempolvó, y brindó a la plaza. Inició la faena con lo de más enjundia de su tarde, unas dobladas genuflexo que calaron en el tendido. Y resulta que el citado Dormidito es otra máquina de embestir y como está muy reciente lo del toro anterior, el magnífico Tabarro, pues parece que va a haber otra simbiosis, pero cuando aquello parecía embalado, todo se enfrió, algo le faltaba al guiso para que supiera, todo fue a menos y la cosa quedó en ovación, aunque para ovación grande la que en esos momentos le dedicaban a Santiago Domecq en su localidad del tendido 5.
La tarde tercera del abono maestrante tenía bien señalados a sus protagonistas. Todo el foco estaba en un torero huelvano que soñó el toreo en el mejor sitio posible y en un ganadero de Jerez que raro será que no vaya al copo de premios, tanto corales como individuales para ese prodigio de toro que tan bien entendió David de Miranda. Para el recuerdo esa atardecida del 9 de abril de 2024 en el dorado albero de la Maestranza en que un torero de grana y oro entabló un diálogo de ensueño con el citado Tabarro. Describir la obra de este hombre de Trigueros es meterse en comparaciones que no vienen a cuento, pues desde los estatuarios con que fue abriéndole caminos al excepcional colaborador que le cupo en suerte, a esos redondos plenos de verticalidad y abandono, o aquellos naturales preñados de naturalidad, el desmayo en un cambio de mano excelso, la apoteosis que es una faena soñada con los tendidos pidiendo el indulto, era una locura de esas que de vez en cuando se dan en una plaza de toros. Lo pinchó antes del estoconazo y a regañadientes le dio José Luque la segunda oreja y olvidándose del premio de la vuelta al ruedo que merecía el excepcional toro de Santiago Domecq. Y eso que era el cartel menos esperado.
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