Tarde de frustración y avisos

madrid | vigésimo tercer festejo del abono de san isidro / corrida de la prensa

Los toros de Victorino Martín tuvieron fachada y poco juego. Ni siquiera salió una sola alimaña que llevara emoción al tendido. Ureña y Borja empataron en un duelo sin sentido

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Borja Jiménez se dobla con poder y torería como prólogo de una faena que ‘Garañuelo’ terminó viniéndose arriba y poniéndoselo imposible al torero.
Borja Jiménez se dobla con poder y torería como prólogo de una faena que ‘Garañuelo’ terminó viniéndose arriba y poniéndoselo imposible al torero. / EFE

06 de junio 2024 - 00:12

Ficha del festejo

Plaza de toros de Las Ventas de Madrid. Ganadería: Seis toros de Victorino Martín muy bien presentados y faltos de raza, imposibles para el lucimiento de los toreros, TOREROS: Paco Ureña, de rosa y oro, dos avisos y silencio en su primero, aviso y vuelta al ruedo en su segundo y aviso y silencio en el quinto. Borja Jiménez, de verde y oro, aviso y silencio en su primero y silencio en los otros dos. CUADRILLAS: Destacó a caballo Alberto Sandoval. INCIDENCIAS: Corrida de la Prensa en tarde de calor sofocante y se colocó el ‘no hay billetes’. Presenció el festejo el Rey Felipe VI desde el PalcoReal en compañía de Francisco Rivera Ordóñez. A la terminación del paseíllo sonó la Marcha Real.

Llegaban los esperados toros de Victorino Martín y aparecía en el palco real Felipe VI, que para eso se celebraba esa Corrida de la Prensa que siempre registraba la presencia del rey Juan Carlos. Y lo hacía en compañía de un profesional del toreo como asesor. Siempre en esa corrida, el Rey ocupaba una barrera junto al profesional de turno. Pero como todo cambia, en esta ocasión fue el Palco Real el lugar donde colocaron al Monarca, que contaba con el asesoramiento de Francisco Rivera Ordóñez. Pero la foto es la foto y estando varios políticos junto a la presidenta de la Asociación de la Prensa madrileña, fue relegado el asesor y no se sabe de qué manera pudo asesorar Rivera a don Felipe.

Una anécdota que sirve para aliviar una crónica que tuvo a la nada como argumento único, pues no se recuerda una corrida de Victorino tan deslucida. Iban saliendo cinqueños de magníficas hechuras, ovacionados casi todos de salida, pero entre toros sin raza y aprendices de alimaña poco aventajados, la tarde se iría despeñando progresivamente y con esa banda sonora que se ha instalado en Las Ventas, la de los avisos. Sesentainueve son los avisos que han sonado desde que esto arrancó hace casi un mes y todo se debe a dos factores principales, lo que se alargan hogaño los trasteos y en la pulquérrima puntualidad de los presidentes venteños. O sea que sesentainueve y los que faltan.

Se confiaba con la diestra Paco Ureña cuando ‘Matacanes’ lo cogía por la rodilla sin que pasase de ahí,
Se confiaba con la diestra Paco Ureña cuando ‘Matacanes’ lo cogía por la rodilla sin que pasase de ahí, / EFE

Hasta cuatro fueron los avisos cosechados por Paco Ureña en una tarde a contraestilo y en la que él se proclamó triunfador con la vuelta al ruedo que se pegó en el tercer toro, de nombre Japonés y con el que el murciano se peleó a fondo en un litigio que no facilitaba un claro vencedor. Este toro, ovacionado de salida y negro entrepelado arremetía en modo vendavales con sus embestidas de cara alta o baja, según le diera la ventolera. Una máquina de embestir irregularmente y con el que Ureña estuvo con una firmeza incuestionable, ganando a los puntos el combate. Le tocaron en el sorteo Matacanes abriendo plaza y Matacanas en quinto lugar. En el primero, brindado emotivamente al Rey, Ureña se escapó de milagro cuando pretendía confiarse en redondos. Aprendiz de alimaña y con un pitón izquierdo de coger moscas, tras dos avisos, lo despenó y silencio de recompensa. Con Matacanas y en los medios quiso siempre Ureña y apenas pudo alguna vez. Se jugó la vida a sabiendas de que en el pozo no había una gota de agua, pues era sólo fachada lo que el toro tenía. Paco citaba, el toro pasaba, pero como podía pasar junto a un poste de teléfono. Paco le dio más de lo que el toro merecía y a esperar a otro San Isidro.

La figura del cartel era Borja Jiménez, que anda con Madrid entregado y que también iba a estrellarse en el mal juego de los vitorinos. Le dedicó un emotivo brindis al Rey tras haber dado las únicas verónicas de la tarde. Todo estaba a favor de obra, pero el torero propone y el toro descompone. Se llamaba Garañuelo su primero y al principio parece que va a humillar, pero vana ilusión. Y eso que la faena la comenzó Borja atacando desde el principio en unos momentos de alta vibración, pero se echa de menos un puyazo más, pues el toro se viene arriba y se pone para un cara o cruz imposible. Había llegado muy crudo a la muleta y la aventura no cuajó.

Le brindó su segundo toro al madridista Raúl, otro cinqueño cárdeno que atendía por Corretón y que blandeaba de las manos, intenta al natural y no hay manera. Tampoco hay mucho que hacer con el que cerraba la tarde y que se llamaba Misterioso. Borja salió lidiando con el capote hasta los medios, pero este tercio fue calamitoso, con un desorden impropio en banderillas. Unos doblones en tablas y en uno de los redondos, el toro hace hilo y se escapa no se sabe cómo. Y colorín colorado el mano a mano se acababa. Un mano a mano artificial que, además, arruinó el ganado, pero una señal de que el duelo no tenía sentido fue que no hubo un solo quite. Ya sabemos que los vitorinos no facilitan los quites, pero cuando hay competencia se atropella la razón si hace falta. Tarde fallida.

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