El torero que tuvo en vilo a toda España

Hace 50 años Emilio Oliva sobrevivía de milagro a la cornada de el sobrero 'Desteñido' de 'El Jaral de la Mira', en su confirmación de alternativa en Las Ventas

Emilio Oliva Fornell y el doctor Jiménez Guinea, a su llegada a Chiclana tras el alta hospitalaria del torero.
Emilio Oliva Fornell y el doctor Jiménez Guinea, a su llegada a Chiclana tras el alta hospitalaria del torero.
F.o. Chiclana

27 de octubre 2013 - 01:00

Las cosas de los toreros. Cuando se le pregunta a Emilio Oliva Fornell por aquella terrible cornada de octubre de 1960 en Madrid -que le tuvo a pique de dejar este mundo, viaticado de extrema unción varias veces en un suceso que conmocionó a toda España- el viejo león de Chiclana celebra que fuera a final de temporada.

"Si llega a ser al principio me desbarata". Como si hubiera podido ser peor: "cuando el toro me pegó la cornada ni me tiró al suelo. Me entró el pitón por mis partes y me llegó hasta el estómago. Les dije a los médicos que me curaran ligero, que al día siguiente toreaba en Barcelona, y en ese momento me dio un colapso y estuve cuatro días inconsciente".

Ocho días después del cornalón en la barriga se desató la peritonitis: "yo creo que fue sin querer. Los médicos al coserme, algo dejaron en el intestino. Eran las tres de la mañana y los vi llegar a los cuatro más serios que la mar. Les dije que vaya cara de muertos que tenían".

Pero el muerto iba a ser él y hoy lo cuenta de milagro. Cincuenta años después recuerda más el afecto que en aquellos últimos momentos le demostró Chiclana, Cádiz, el toreo y toda España, que su sufrimiento. El país entero se estremecía con su boda in artículo mortis, con su novia Antoñita Baro, dramáticos esponsales con el único blanco de las sábanas del Sanatorio de Toreros. El maestro ha eliminado ya el dolor que sin duda sintió una pareja que se casaba para toda la vida, para toda una vida a la que le podían quedar cinco minutos. Pero hubo final feliz y aquellos novios crearon por fin una gran familia de siete hijos y 18 nietos.

"Me casé tres veces: una de verdad, otra que grabó el Nodo y otra cuando entró el fotógrafo" bromea el diestro. España no pudo entrar en la habitación pero lo vivió todo el país. Curro Castañeda, amigo estrecho del veterano maestro y con quien comparte las responsabilidades de la Escuela Taurina Paquiro nos cuenta que en Chiclana se llenó el Teatro Moderno durante más de un mes todos los días para ver ese Nodo, independientemente de la película que echaban.

Toda España estaba pendiente de como aquel torero resistía una muerte anunciada. Al Sanatorio de Toreros llegaban cartas y telegramas por centenares; todo el toreo pasó por aquel sanatorio de la madrileña calle Bocángel inaugurado en 1927, para ver a Oliva. Diego Oliva, hermano del torero, le prometía ganar el escapulario de oro que se disputaba en una novillada en San Fernando y llevárselo al Sanatorio. Cumplió su promesa y el futbolista Soriano le llevó la sagrada imagen. Hasta el Cádiz C.F. hizo parada aquellos días en Madrid, en un desplazamiento para jugar en Vigo, visitando al torero.

El doctor Jiménez Guinea respiró aliviado cuando el matador empezó a evolucionar de esa segunda cornada mortal que sufría. La primera fue la de Algeciras, que le salvó el doctor Ramos Argüelles, la peor para el torero porque casi le cortan la pierna y además le desbarató la temporada: "me quitó de funcionar de novillero fuerte". Cosas de torero.

La llegada de Oliva y Jiménez Guinea a Chiclana fue apoteósica: "nos llevaron a hombros desde El Pájaro hasta San Telmo". En las Fiestas Típicas de 1964 "los Gañanes de El Puerto" de Camacho Francés, "El oro de Andalucía" de Enrique Villegas o "Los fígaros" de Paco Alba, dedicaban coplas a Oliva.

Hoy Emilio Oliva agradece que se acuerden de él y envía un abrazo a todos. Evoca emocionado a su primer apoderado Manuel Ballesteros "Mónico" y además de los recuerdos le queda un bulto en el estómago que siempre esconde utilizando jersey, problemas circulatorios y una pierna y un tobillo que se le hinchan -"cada vez menos" dice quitándole importancia- secuelas de aquellas dos cornadas mortales. "Ya llevo cincuenta años con este bulto y no me molesta".

Un matador honrado y agradecido: "En Chiclana habrá toreros mejores que yo, pero no más queridos. Más queridos no. Y aunque supiera que iba a tener que pasar por lo mismo, volvería a querer ser torero", reafirma sereno. Las cosas de los toreros.

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