"Una tarde se queda corta, me hubiera gustado torear dos o tres"

Diego Urdiales. Matador de toros

El año pasado, en el que no fue contratado para torear en la Feria de Abril, cuajó dos faenas históricas en las plazas de Bilbao y Madrid

Está considerado por aficionados y profesionales como un torero de culto

Diego Urdiales, en la azotea del Hotel Vincci La Rábida, con La Giralda al fondo. / Juan Carlos Muñoz

27 de abril 2019 - 18:45

El matador de toros arnedano Diego Urdiales ha sido siempre un rara avis en la jungla taurina. Riojano, su toreo tiene resonancias del sur, aunque inexplicablemente está inédito en Andalucía, salvo en Sevilla y Málaga. Gracias a su capote y su muleta se ha convertido en un torero de culto, al que admiran los profesionales y hasta toreros legendarios, como Curro Romero –quien exaltó y destapó sus cualidades públicamente–. El año pasado, en su tercera tarde de la temporada, cuajó una actuación colosal en Bilbao y en la quinta realizó otra faena sublime en Madrid. En ambas plazas, donde salió a hombros, deslumbró por su clasicismo, naturalidad y torería.

–Diego, ¿qué actuación le llenó más, la de Bilbao o la de Madrid?

–Lo tengo muy claro. Parece un tópico, pero me quedo con las dos porque los dos toros fueron diferentes y embestían diferente. Hubo algo fundamental en ambas y es que hubo momentos en los que sentí muchas cosas dentro que me llenaron muchísimo.

–¿Qué siente en esos momentos?

–Algo interior que te transporta a un estado que muy pocas cosas en la vida te lo da. Es muy difícil ponerle palabras. Es algo interior, muy profundo. Cuando lo sientes profundamente, porque ocurre muy pocas veces, te transporta a un más allá, es una especie de elevación, de flotar.

–¿Cómo afronta torear en esas grandes plazas sin haber toreado antes?

–Es un camino largo del día a día, duro en muchas ocasiones. Lo afronto de la misma manera que siempre, agarrándome al toreo, aunque sea de salón o en el campo. Es lo que me da fuerza y me hace seguir y tener la fe en que lo haré en la plaza.

–¿Cómo vence la presión?

–En Bilbao era la tercera corrida; en Madrid, la quinta. Lo afronté consciente de que tenía la claridad absoluta de quien era. Se vence luchando con tu interior. Media parte del cerebro lucha contra la otra media. Por un lado, lo positivo, la ilusión, la fe, la confianza;por otro, asoman los medios, las dudas.

–Este año vuelve a Sevilla. Una tarde, ¿es suficiente?

–(Me mira fijamente) Si lo pregunta es por algo. Yo deseo torear dos o tres tardes. Mucha gente lo piensa. Una tarde se queda corta. Me hubiera gustado dos o tres y con máximas figuras.

–Valore el cartel (con Morante y Manzanares, con toros de Juan Pedro Domecq).

–Morante y Manzanares son dos toreros muy importantes y muy de Sevilla. Juan Pedro es una ganadería grandiosa, emblemática e histórica. La tengo muchísima fe.

–¿Cómo afronta su vigésima temporada como matador?

–Con mucha ilusión, intentando acertar cada tarde con la responsabilidad y con la ilusión necesaria para poder expresarme. Sólo pido eso, que cada tarde pueda disfrutar al máximo. No pienso en número de corridas. Lo que venga bien estaré encantado de torearlo.

–¿Quiere tener el control de su carrera?

–Es evidente. A donde voy, voy ilusionado y para eso se tienen que conjuntar unas circunstancias que hagan que yo vaya de esa manera.

–¿Es la mejor etapa que está viviendo en su carrera?

–Sí. Es la mejor porque he evolucionado como torero. Cada año me siento mejor y soy capaz de disfrutar más. Sobre todo, delante del animal me siento bien y eso es fundamental para poder expresarme.

"Al torear, a veces es como si te transportaras a un más allá y siento una especie de elevación, de flotar"

–Entre otras cosas tiene el reconocimiento de los aficionados y profesionales.

–Lo que más me llena es yo mismo. Que soy capaz de hacer a un toro lo que he buscado mucho tiempo. No cabe duda que una de las cosas más bonitas es sentir admiración de tantos profesionales que conocen el toreo y saben lo que se pasa y se siente.Es muy gratificante, una de las cosas por las que uno lucha y desea cuando uno quiere ser torero.

–Eso le ha convertido en un torero de culto ¿Cómo lo vive?

–Con la mayor humildad y agradecimiento a Dios y a mis padres. Que a través del toreo pueda emocionar y hacer feliz a la gente cuando te ven torear lo vivo con toda la humildad del mundo.

–¿Cómo valora esos reconocimientos de Curro Romero o El Viti?

–Que leyendas del toreo grandiosas te transmitan su cariño, su emoción, te den las gracias, es algo que te sorprende y te transmite felicidad. Cuando comenzaba, cuando tenía once años, mi maestro Rafael Guerrero me hablaba del arte de Curro, era muy currista. Después de toda una vida en la profesión, que Curro llegue a admirarte como torero es algo inexplicable. Rafael me enseñó a coger el capote y la muleta y sobre todo a transmitirme lo que era el toreo, con la pasión con la que había que vivirlo, con el sentimiento con el que había que vivirlo. Yo soy de los que pienso que uno nace, pero sí que me metió el toreo en las venas. Y con Luis Miguel Villalpando, mi apoderado, evolucioné y crecí mucho.

–Es un torero con aires del sur, que está inédito en Andalucía...

–En Sevilla he toreado en una novillada y en tres corridas de toros. Y también toreé una en Málaga. Las demás plazas de Andalucía no las he pisado.

–¿Cómo ha cambiado su toreo en las últimas temporadas?

–Hago un toreo que es el que siento; sobre todo expresar lo que llevo dentro y hacerlo sentir a la gente.

–¿Qué busca en su tauromaquia?

–Intento buscar la máxima naturalidad basada en el toreo; es decir, que haya naturalidad y a la vez toreo.

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