Una tarde de gran expectación se salda sin una sola vuelta al ruedo

Los toros de Garcigrande y Domingo Hernández fueron justos de presentación

Diego Urdiales, rematando un pase de pecho tras su actuación ayer en la plaza de toros de Logroño.
Efe / Logroño

24 de septiembre 2011 - 01:00

GANADERÍA: Toros de la ganandería de Garcigrande, segundo tercero y cuarto de la suelta con el hierro de Domingo Hernández, justos de presentación, con un quinto toro que ni siquiera daba los mínimos, sin clase y muy mansos en cuanto a su juego. TOREROS: Diego Urdiales, palmas tras aviso y ovación tras aviso; Sebastián Castella, silencio tras aviso y silencio. Alejandro Talavante, silencio tras aviso y silencio tras aviso en el que cerró plaza. INCIDENCIAS: La plaza de toros cubierta multiusos de Logroño tuvo algo más de media entrada.

Ni una sola vuelta al ruedo consiguieron dar los tres toreros actuantes en la corrida celebrada en la tarde de ayer en la plaza de toros de Logroño, sexto espectáculo de la feria de San Mateo, una terna que había levantado gran expectación con la actuación del torero de la tierra, que está atravesando un momento profesional que le está dando mucho cartel.

Y Diego Urdiales ha insistido mucho en los dos toros de su lote, pero sin apenas respuesta de ambos ejemplares. Y en todo caso el fallo a espadas a la hora de estoquear en el cuarto toro le quitó la posibilidad de haber paseado un trofeo, después de lograr meritorios pasajes con la muleta, en una porfía que fue valiente y más que decorosa.

En el anterior, el matador de toros riojano había tenido momentos también de cierta estética, pero se topó con un toro sin clase y aquerenciado en la puerta de chiqueros.

El matador francés Sebastián Castella abrió con esperanza su primera faena de muleta, pero todo quedó ahí, por la falta de temple y de mando a un toro que se quiso ir siempre. Con el quinto de la tarde hubo dudas por parte del espada francés con toreo muy encimista y fuera de cacho, juntándose un toro parado y un torero soso.

Por su parte Alejandro Talavante nunca conectó con los tendidos de la capital riojana, en su primera faena que fue más bien un inmenso maratón de series sólo logró sacar algún retazo, siempre para fuera y sin estrecheces. Con el toro que cerraba, el diestro extremeño ligó una faena de muleta sin alma, sin someter al morlaco y perdiendo muchos pasos durante la lidia en el embroque, siendo huérfano todo de emoción, encima Alejandro Talavante dio un verdadero sainete con el manejo de la espada.

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