De cuando sorprende el llenazo
11ª de abono de la Maestranza de Sevilla | Crónica
Los toros de Jandilla, de excelente presentación, no respondieron a lo que se espera de ellos
Tomás Rufo estuvo cerca de tocar pelo Manzanares y Talavante, otra vez será
Galería: Las imágenes del festejo
Galería: La Puerta del Príncipe
Ficha del festejo
Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla GANADERÍA: Cinco toros de Jandilla y uno de Vegahermosa lidiado en cuarto lugar, de excelente presentación y juego decepcionante. TOREROS: José María Manzanares, de negro y oro, saludos y silencio. Alejandro Talavante, de tabaco y oro, silencio en ambos. Tomás Rufo, de nazareno y oro, ovación y saludos. CUADRILLAS: Destacaron a pie Fernando Sánchez. Juan José Trujillo, Álvaro Montes y Javier Ambel. A caballo, Óscar Bernal y José Antonio Barroso. INCIDENCIAS: Undécima corrida de abono en tarde de Buena temperatura con rachas de viento. Se colgó el cartel de ‘no hay billetes’. Una tarde más, la corrida empezó con diez minutos de retraso a la espera de que los espectadores rezagados se acomodaran en sus localidades.
ENFILADA la recta final de una Feria que puede pasar a los anales con brillantez y cuando permanece en el recuerdo la obra de Juan Ortega hemos entrado en una bajamar que suple a aquel tsunami del lunes. Una bajamar paliada en cierta manera por lo de Emilio de Justo el martes y que proseguía este miércoles con una de las corridas menos recordables del ciclo. Era una corrida que parecía ayuna de expectación y que en su elaboración hasta costó trabajo convencer a algún componente de la terna, pero que iba a depararnos una sorpresa tremenda y era la de ver cómo una vez más se colgaba el cartel anunciante de que no cabía un espectador más.
Son las sorpresas que da la vida y que en este caso habrá que achacar en buena medida al carácter de festivo de este miércoles que marca el ecuador de la Feria de farolillos. Un llenazo que también confirma la acertada elaboración de unos carteles rematados en su mayoría, bien por la conformación de la terna como por la ubicación y eso de que este miércoles fuera festivo debió contribuir en buena medida al sorpresón.
Por fin se logró convencer a Josemari Manzanares de que abriese cartel y el alicantino daba la impresión de que hacía más de lo que parecía. Nada más abrirse de capa, Picarón se le coló por el derecho en claro aviso de cuáles eran sus intenciones. La colada la repitió en la muleta y antes había derribado la cabalgadura de Óscar Bernal y Talavante había dejado un ramillete de hieráticas gaoneras en la boca de riego. Presagios variados que darán como resultado una faena anodina en la que lucieron más los derechazos que los naturales y que tuvieron de cima los pases de pecho sacándose al toro por la hombrera contraria. El jandilla tenía clase, pero no transmitía ni un adarme de emoción. Una estocada, saludos y a esperar al cuarto. Ah, la única ovación que se llevó fue por salvar a Manuel Jesús Espartaco de caer del caballo en el tercer toro.
Ese cuarto llevaba el hierro de Vegahermosa. Se llamaba Fincalimpia y castaño de capa. Un toro rematado, pero que parecía renquear de los cuartos traseros. El animal quiere embestir, pero blandea, pierde las manos y Manzanares intenta unos redondos que surgen sin alma y sin un gramo de transmisión. Lo mata regular y la plaza reacciona con un silencio ciertamente espeso.
No será éste el único silencio de la plomiza tarde. Si el silencio de la Maestranza es una maravilla en la espera al torero, cuando se trata de resumir una faena debe pesar como una losa y de esa manera se le fue a Talavante su segunda tarde del ciclo. Y salió con ganas el extremeño, pues quitó por gaoneras en el primero de la tarde y hasta cuajó buenos lances por delantales con Palangrero. De ahí no pasó la cosa, con la muleta surgieron los redondos muy apelotonados toro y torero. El toro se paró y Alejandro lo mandó al desolladero de certera estocada.
Silencio y más silencio en el quinto de la tarde, aunque el principio da pie al optimismo. Talavante cuaja una serie de verónicas muy suaves, Rufo se lo pasó muy cerca en el quite por gaoneras y ahí acabó todo. Ojilimpio, con muy buenas hechuras, dijo que nones, sus embestidas se quedaban en la mitad y lo despacha el extremeño de estocada rinconera de efecto inmediato.
Los capítulos más lucidos de la tarde los iba a protagonizar el talaverano Tomás Rufo, un torero que ha logrado salir dos veces por la Puerta del Príncipe, con lo que posiblemente tenga la mejor ratio de la cosa esa de salir en hombros al Paseo de Colón. Este miércoles estuvo a punto de tocar pelo con Zacateca, el primero de su lote, pero el pinchazo que precedió a la estocada se lo impidió. Muy animoso toda la tarde, sin perdonar un solo quite, brindó a la plaza y arrancó de rodillas por redondos, continuó con mucha firmeza y muy vertical, con temple y despaciosidad a un toro que embestía a la mexicana, a ralentí. El pinchazo le birló la oreja y en el que cerraba plaza intentó sacar agua de un pozo seco y eso que se había ido a portagayola, pero fue para nada. Tomás Rufo insistió y eso aburrió, por lo que tras la estocada nuevamente se hizo el silencio. Mañana vuelve, y con Morante, a ver...
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