¿Otra vez con 'Cobradiezmos'?
Feria de Sevilla | SEXTA DE ABONO DE LA MAESTRANZA
Manuel Escribano recordó aquella faena del indulto
Manuel Jesús 'El Cid' cuajó una tarde muy lucida en su reaparición
A Emilio de Justo lo espera Sevilla con expectación
Así lo hemos contado toro a toro
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Ficha
Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla
GANADERÍA: Seis toros de Victorino Martín muy en el tipo de la casa y que fueron de menos a más, sobresaliendo el quinto, ‘Patatero’, al que se e dio la vuelta al ruedo en el arrastre.
TOREROS: El Cid, de tabaco y oro, vuelta al ruedo y una oreja. Manuel Escribano, de verde y azabache, saludos y dos orejas con aviso previo. Emilio de Justo, de caldera y azabache, oreja y saludos.
CUADRILLAS: Saludó Lipi al banderillear al cuarto y brillaron en la lidia Curro Robles y Javier Ambel.
INCIDENCIAS: Sexta corrida de abono en tarde de temperatura agradable. Se llenó la plaza y fue recibido con una ovación El Cid en su reaparición.
Llegaron los victorinos y con ellos desapareció cualquier amago de aburrimiento. Vino una corrida muy en el tipo de la ganadería, muy pareja y en la que sólo hubo un amago de alimaña y fue en el segundo de la tarde. Pero la corrida fue un espectáculo redondo que arrancó con la nota sentimental de cómo recibió Sevilla a Manuel Jesús El Cid en su reaparición. Una ovación cerrada recién acabado el paseíllo que el saltereño acogió con visibles muestras de emoción, pero eso sólo sería una pincelada de lo mucho que dio de sí la tarde.
Una corrida que fue de menos a más, pues así fue cómo se desarrolló el comportamiento de cada toro. Oponiendo muchas dificultades de salida e impidiendo el lucimiento con el capote para ir viniéndose arriba tras pasar por las plazas montadas, alegrando las embestidas en banderillas y llegando a la muleta arrastrando el hocico. Y para el acabóse cómo se entregó Patatero a la muleta de Manuel Escribano.
Pero vayamos ordenando las cosas y así nos encontramos con el reaparecido Manuel Jesús El Cid mostrando un estado físico igual que antes de esta retirada y que entendió a su lote como lo que él es, un especialista en el manejo de victorinos. El primero reponía a la salida del muletazo, pero el torero con su firmeza fue domeñándolo hasta lograr varios naturales marca de la casa. El toro tardó en morir y la cosa quedó en una cariñosa vuelta al ruedo.
En su segundo, un cárdeno precioso llamado Mecatero, lo capotea sobre las piernas, un emocionante par de Lipi es el anticipo de una faena en la que el argumento se basa en el de toda su carrera, el toreo al natural. El natural de Manuel Jesús, largo, hondo, en estado puro y cuando mata de estocada arriba llega una oreja del toro a manos del matador.
Manuel Escribano va de gesta en gesta y si el año pasado se encerró con seis miuras, en esta Feria se anuncia con la corrida de Victorino y la de Miura. Su primero fue el que más dificultades presentó y hasta hubo momentos en los que ejerció como una de esas alimañas que prestigiaron esta divisa. Y Escribano, que había banderilleado con lucimiento, se las iba a aviar en basar la faena robándole lo poco o mucho que tuviese Portero. Valentísimo el torero, puede con su enemigo y la sombra de la cogida no deja de revolotear sobre la vertical de Manuel. Una estocada trasera acabó con el toro y Manuel saludó desde el tercio.
La apoteosis llegaría en el quinto. Se llamaba Patatero y Manuel lo recibió a portagayola, lo banderilleó de poder a poder, de dentro a fuera, saliendo del estribo... Y el ambiente fue caldeándose para estallar en el último tercio. Ahí parecía que Escribano se reencontraba con aquel Cobradiezmos que le lanzó. Este Patatero también hacía surcos en el albero con el hocico y siempre a ralentí, pues cada embestida era un regalo que Manuel lo agrandaba con firmeza, arrastrando la muleta y rematando cada pase por debajo de la pala del pitón. Las dos orejas fueron a parar a las manos de Manuel.
...y Emilio de Justo, ese torero que se escapó de milagro tras aquella voltereta del Domingo de Ramos de 2022 en Las Ventas. A su primero lo fijó lanceando genuflexo, le brindó al Cid y fue a dar una lección magistral de toreo al natural, ora de frente, ora dándole el pecho a su enemigo. Lo mató a ley y cortó una oreja. En el que cerró plaza, que fue protestado porque claudicó un par de veces, Emilio cuajó una faena vibrante que había brindado a la plaza y que remató de dos pinchazos y una estocada. Deja el pabellón muy alto y Sevilla espera con ganas de volver a verlo, lo que será mañana mismo y con Morante. Casi nada.
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