DEPORTE
Sevilla, preparada para la Carrera Nocturna

San Miguel: un ciclo marcado por la ausencia de Morante y la ruptura con One Toro

CLAUSURA DEL ABONO

Castella, Luque y Talavante, que estoquearán un encierro de Victoriano del Río, serán los encargados de abrir una feria que no será televisada por la plataforma televisiva por discrepancias en el alcance del reparto de los derechos de imagen

One Toro rompe con Pagés y no retransmitirá la Feria de San Miguel

Morante no podrá actuar en San Miguel y será sustituido por Pablo Aguado

Juan Ortega, Roca Rey y Pablo Aguado, en la imagen, están anunciados en San Miguel. / José Ángel García

La Feria de San Miguel, cierre del abono sevillano en espera del festival benéfico que dará el definitivo cerrojazo a la temporada maestrante, ya está a las puertas. Sebastián Castella, Alejandro Talavante y Daniel Luque, que estoquearán un encierro de Victoriano del Río, serán los encargados de levantar el telón de un ciclo que ya estaba marcado por la ausencia inevitable de Morante, que sigue inmerso en la recuperación del doloroso transtorno de personalidad que ha convertido su campaña en una sucesión de intermitencias. 

Pero la feria también va a estar condicionada por la ausencia, más o menos inesperada, de las cámaras de la plataforma One Toro después de romper el acuerdo que le vinculaba a la empresa Pagés. La disparidad de criterios en el reparto de los derechos de imagen -One Toro acusa a los sectores profesionales de falta del sentido de la realidad- y las abultadas pérdidas que arrastraba esta empresa domiciliada en Mairena del Aljarafe han pesado en esta drástica decisión que podría tener un alcance insospechado que merecerá análisis aparte.

Ahora toca centrarse en la dimensión taurina de un ciclo en el que estarían casi todos los que son en esta extraña campaña que ya toca retirada. También habría que advertir que no son todos los que están colocados en el serial septembrino. La muestra más palpable está en este cartel inaugural que solapa a Luque con dos de los matadores más amortizados del avejentado escalafón actual, perpetuado por una política comisionista que está cerrando el relevo natural de la primera fila. 

El diestro de Gerena, quién lo duda, es uno de los activos más sólidos del actual panorama por más que siga orillado en demasiadas citas y relegado a un papel de comparsa que está lejos, lejísimos, de su capacidad artística y técnica en la cara de los toros. Si se radiografía la nómina de matadores anunciada se puede comprobar que son los sevillanos los que detentan el mayor -y el único- interés de los aficionados de cara a San Miguel. Hay que resaltar como merece la ejemplar campaña de Borja Jiménez, máximo triunfador en Madrid y Bilbao y autor de una sólida faena en la abrileña tarde de los victorinos que quizá no fue valorada como merecía en su momento. Borja, como Luque, sigue navegando en los márgenes de un sistema cerrado que empieza a devorarse a sí mismo manteniendo artificialmente en las ferias a toreros que, como Castella y Talavante, prestan un argumento endeble a este festejo inaugural.

La presencia de Borja, eso sí, anima el duelo con Roca Rey que mantiene intacto su tirón en las taquillas pero acusa el desgaste en la cara de los toros por más que siga invicto en la estadística. Abre cartel otro veterano, José María Manzanares, que contempla cada vez más lejanos sus prodigios en la plaza de la Maestranza por más que haya animado el final de su campaña volviendo a alguno de sus viejos fueros. El cartel habría quedado redondo con Luque compitiendo con Borja y Roca. Pero ésa es otra historia que aún no tiene final. Las reses reseñadas para a este segundo bolo sanmiguelino pertenecen al hierro de Garcigrande.

La tercera cita, finalmente, es la que mayor expectación ha levantado entre los aficionados. Ante la ausencia de Morante había un cantado sustituto natural. Sólo podía ser Pablo Aguado, uno de los nombres propios del segundo tramo de la temporada, que dará la réplica a Juan Ortega en la mixta que servirá para despedir a Pablo Hermoso de Mendoza de una plaza en la que consguió lo máximo -un rabo diferencial en 1998- y consintió lo peor, renunciando y vetando la presencia de Diego Ventura, su único y posible competidor natural. Los toros a pie son de Matilla, perejil de todas las salsas. Los de la carga de caballería, de Capea.

Pero más allá de la necesidad de una mixta -en 2024 han proliferado como los jaramagos- para clausurar el abono, hay que centrarse en el duelo imprevisto de de Aguado y Ortega, dos de los matadores imprescindibles para entender la temporada que está a punto de concluir que han ido aunando una mayor capacidad profesional a su cantada calidad, caras distintas pero complementarias del palo más clásico del toreo, entendido como tratado de cadencia y armonía. Es obligado recordar que Ortega fue el autor de la faena más luminosa de la pasada Feria de Abril, premiada con dos orejas rotundas, y ha convertido su agenda en una sucesión de recitales. La temporada 2024 está a punto de entrar en la historia de la plaza de Sevilla. Tiempo habrá de recordarla, resumirla y analizarla. Suerte para todos.

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