La Real Maestranza gana el pulso a la empresa Pagés
JUZGADOS
El cuerpo nobiliario no tendrá que devolver a Ramón Valencia los seis millones de euros que reclamaba en concepto de IVA ni compensarle por la explotación turística de la plaza de toros
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La Real Maestranza ya tiene la sentencia en la mano: la que les da la razón en torno al famoso pleito interpuesto por sus arrendatarios, la empresa Pagés, en el que se reclamaba la devolución de 6 millones de euros en concepto de IVA que, según la valoración del equipo de Ramón Valencia, correspondía a los arrendadores. Tampoco tendrán que compensar a los Pagés por la gestión de las visitas turísticas de la plaza, revocando la sentencia de primera instancia de diciembre de 2021 que sí había dado la razón a los Pagés en este punto. La sección octava de la Audiencia de Sevilla, en una sentencia firmada por el magistrado Víctor Nieto, da la razón al cuerpo nobiliario que, más pronto que tarde tiene que revisar el contrato que le une a la empresa Pagés desde 1932 con una fecha fija de expiración: el 31 de diciembre de este año 2025.
El pleito había saltado a la luz en los primeros días de julio de 2020 y, cinco años después, se ha inclinado en favor de la Maestranza. La empresa Pagés abona cada año un porcentaje fijo del bruto que genera la plaza de toros y consideraba que ese acuerdo tenía que acogerse únicamente a la base imponible excluyendo el IVA. La empresa invocaba que el contrato fue redactado con normas fiscales muy distintas a las vigentes en la actualidad. De la misma forma, los Pagés reclamaban un porcentaje de las visitas del museo de la plaza de toros que gestiona directamente la gerencia del cuerpo nobiliario. En primera instancia, Valencia perdió el primero y ganó el segundo.
Resumiendo: se reclamaban esos seis millones de euros que cayeron como una losa en las estancias nobles de la Casa de los maestrantes. Ante el revuelo mediático ambas partes llegaron a emitir un comunicado conjunto en el que aseguraban, textualmente, que la relación era “excelente” y estaba presidida “por la buena fe, el respeto mutuo y la lealtad recíproca”. Todo quedaba en manos de los jueces…
En la primera sentencia, de diciembre de 2021, los juzgados daban la razón a la Maestranza aunque matizaba un detalle técnico en torno a los ingresos generados por el museo. Entonces ya se rechazaban las pretensiones de Ramón Valencia, que había estado representado por Cuatrecasas. El magistrado dio validez al contrato vigente y avalaba la postura de la Real Maestranza que estuvo representada por el despacho Zurbarán. Ambas partes han escenificado desde entonces un aparente clima de cordialidad, sólo interrumpido por algunas declaraciones que no tuvieron continuidad.
Las visitas turísticas
El juzgado de primera instancia número 10 de Sevilla sí había condenado a la Maestranza a indemnizar a Pagés por las visitas turísticas y la gestión del museo de la plaza, una de las principales fuentes de ingresos del cuerpo nobiliario que nutre el amplio programa social, cultural y asistencial desarrollado desde la Fundación Real Maestranza.
Dentro de la demanda interpuesta por Pagés a la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y la Fundación Real Maestranza se encontraba ese segundo pedimento relativo a la gestión del museo de la plaza de toros. Según señalaba textualmente la sentencia, la Real Maestranza de Caballería había sido condenada a abonar a la empresa Pagés “los frutos percibidos por dicha actividad desde la interposición de la demanda y subsidiariamente indemnizarla por los daños y perjuicios, conforme a las bases de cálculo contenidas en su demanda y costas”.
Según explicaba la misma sentencia de diciembre de 2021, la Real Maestranza había “venido desarrollando una actividad de visitas guiadas a la Plaza en virtud de la mera tolerancia por parte de la entidad Sevilla Pagés, que es quien ostenta la posesión legítima en virtud del arrendamiento suscrito y puesto que no deriva de ninguna reserva a favor de la propiedad, ni de ningún acuerdo posterior”. Esa “tolerancia” habría cesado y así se hubo comunicado por la empresa a la Maestranza “por lo que ésta carece desde entonces de título que le faculte para continuar realizando dichas visitas sin autorización de la actora y debe cesar en ellas” según detallaba aquella sentencia que también precisaba que aunque Pagés “haya tolerado durante un tiempo de facto las visitas a la Plaza no lo convierte en derecho de la arrendadora”.
“Sin embargo, cesada su tolerancia, dicho uso debe cesar, porque la posesión de la Plaza de Toros ha de entenderse cedida en virtud del arrendamiento suscrito, a la arrendataria como parte integrante y esencial del negocio de explotación de la Plaza de Toros para espectáculos taurinos” explicaba el mismo texto. La sentencia, para la que cabía este recurso de apelación, se basaba en el acuerdo suscrito entre Maestranza y Pagés para repartir al 50% los beneficios de las actividades no taurinas celebradas en la plaza de toros. Concluía que “cesada la tolerancia por parte de Sevilla Pagés S.L., sin la autorización de ésta, las demandadas carecen de facultades para realizar la actividad de visitas a la Plaza, condenándolas a estar y pasar por dicha declaración y a la Real Maestranza de Sevilla a indemnizar a Sevilla Pagés S.L. los daños y perjuicios causados por incumplimiento contractual, desde la interposición de la demanda hasta el momento en que cese dicha actividad”. Se trataba de una suma impresionante que no tendrá que ser abonada. La Audiencia ha dado la vuelta a esa sentencia. La empresa Pagés tendrá que abonar las costas del proceso. Cabe recurso aún ante el Supremo…
Historia de un matrimonio de conveniencia
El 16 de diciembre de 1932 aterrizaba en la gerencia de la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla el polifacético empresario catalán Eduardo Pagés. Sustituía a un tal Abascal que debía andar en el punto de mira de los maestrantes por su cicatería. Pagés firmó un primer contrato con el teniente de Hermano Mayor de la época, el marqués de Nervión, que establecía una duración de cuatro años, renta de 150.000 pesetas anuales y fianza de veinte mil duros.
Eduardo Pagés montó su primera temporada en 1933. Pero los acontecimientos se precipitarán al año siguiente con la exclusiva firmada al mismísimo Juan Belmonte, que reapareció y acudió en ayuda de don Eduardo, vetado -como el propio Belmonte- por la Unión de Criadores de Toros de Lidia. Ni que decir tiene que el contrato se amplió hasta hacerse indefinido mientras Pagés vive sus años dorados al frente del coso del Baratillo, que vio anunciarse a Manolete en cuatro de las cinco tardes de la Feria de Abril de 1945.
Pero en el mes de julio de aquel año falleció don Eduardo Pagés y la dirección de la empresa pasó a manos de sus colaboradores Manolo Belmonte y Enrique Ruiz. Llegaron unos años convulsos que sólo se resolverían en 1959 con el aterrizaje de Diodoro Canorea, que accedió a la gerencia por su matrimonio con Carmen Pagés, hija y heredera de Pagés.
Pero antes hay que hacer un poco de historia: ya han sido casi olvidados otros pleitos que enfrentaron a los Pagés y la Maestranza a mediados de los 50. Aquel proceso llevó a la Real Maestranza a denunciar a sus inquilinos en 1956 para resolver el famoso contrato de arrendamiento. La justicia dio la razón a los Pagés pero, ojo, también absolvió a la Maestranza, en una extraña sentencia salomónica, “de la reconvención formulada en su contra por doña Carmen Pagés sobre calificación legal de arrendamiento y beneficio de prórroga”.
Sin embargo, un año después se iba a revocar esa sentencia en contra de la Maestranza -absolviendo a Carmen Pagés- al fallar que “el contrato celebrado entre don Eduardo Pagés y la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, de fecha 17 de abril de 1945, de arrendamiento de negocio de espectáculos taurinos está sometido a la prórroga legal forzosa”. Ese pleito implicaba también dejar en el camino a los Belmonte. Para ello fue fundamental el apoyo económico de Antonio Cruz, el Alcalde de los Caballos, que aseguraba su permanencia como contratista de la cuadra de picar que se mantiene inalterada hasta nuestros días. Canorea estuvo al frente de la plaza, con apoyos puntuales de Balañá o Chopera hasta su fallecimiento en el año 2000 siendo sustituido por su hijo y su yerno Ramón Valencia que tomó las riendas de la empresa a finales de 2015 para presentar su primer abono en solitario en 2016. En las últimas temporadas ha ido ganando presencia su hijo Ramón Valencia Canorea, biznieto de Eduardo Pagés y cuarta generación de una firma empresarial que se juega alcanzar el siglo al frente de la plaza de toros.
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