Radiografía del escalafón taurino sevillano en el ecuador de la campaña
ANÁLISIS
Juan Ortega figura en primera posición en ausencia de Morante que, pese a llevar un mes en el dique seco, detenta el segundo puesto de esta tabla que también sirve para delatar la propia deriva de una campaña con demasiadas grisallas
Morante, sin fecha de vuelta sigue acumulando contratos
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El inminente fielato pamplonica –plaza, toro y billete grande- marca la bisagra de la temporada. Los nómadas del toreo ya pasaron las cumbres de Valencia, Sevilla y Madrid antes de encarar este abrupto puerto de montaña que abrirá paso a las ferias más amables del calendario estival entre dos fechas simbólicas que marcan el apogeo y el ocaso del verano: la Virgen del Carmen y la de Agosto. Es un mes de recogida antes de subir la pared de Bilbao, última gran cumbre de la temporada. Llegará el momento de navegar plácidamente por las ferias del primer septiembre que, con la vendimia, enseñarán el final del viaje del toreo un año más; también uno menos.
Los toreros sevillanos navegan en esas aguas mientras se siguen presentando ferias y fiestas, se llenan la mayoría de las plazas y se suceden triunfos y fracasos de distinto signo sin terminar de definir nítidamente las líneas de frente en esta extraña temporada- Pese a la respuesta popular -reacción a los ataques injustificados a la fiesta- se suceden carteles sin pulso, se repiten nombres ajados y se opta por el tacticismo en vez de la apuesta. En medio de ese caldo de cultivo merece la pena echar una mirada al escalafón de los matadores de toros, ubicar a los toreros sevillanos, y rebuscar en el tacómetro de cada cual. Llega el paso del ecuador que ya marca, para bien o para mal, la situación artística y profesional de la mayoría de los coletudos.
Los primeros de la tabla
Juan Ortega figura en la primera posición de este escalafón en clave hispalense con 21 corridas contabilizadas en el escalafón que publica ANOET. Había comenzado la temporada envuelto en la indeseada notoriedad mediática que espoleó la cancelación de su boda el pasado mes de diciembre. Pero de esa crisis personal ha logrado sacar sus mejores registros apoyado en una creciente capacidad para sacar partido de un mayor número de animales a los que antes le costaba meter mano.
La cumbre de la particular campaña del matador sevillano fue el revelador trasteo –pleno de cadencia, armonía y naturalidad- cuajado en Sevilla a un toro de Domingo Hernández. En esa tarde de abril se sublimaba el mensaje estético de Juan Ortega que, de una u otra forma, le debía esa faena a la plaza de la Maestranza, que ya había bramado en otras ocasiones con sus lances de capa. Sea como sea, Ortega se ha sabido colocar en el punto de mira de los mejores aficionados y distingue cualquier cartel en el que es anunciado. Es el torero a seguir.
A pesar de su ausencia, que ya alcanza casi un mes, Morante de la Puebla se sigue sosteniendo en la segunda posición gracias a las 20 corridas de toros toreadas, la mayoría –nueve bolos- en escenarios de primera categoría. Su situación es bien sabida: el tono gris de esta primera parte de su campaña ha estado enhebrado a la recaída de su trastorno bipolar que le obligó a cortar la temporada antes de actuar en la corrida de Beneficencia de Madrid. Su nombre se sigue anunciando en la mayoría de los ciclos estivales mientras arrecian los rumores de una inminente reaparición que debería devolverle a la sazón artística y creativa que coronó el rabo de 2023. Con la lesión de muñeca llegaron las curvas y después la indeseada bajada a esos infiernos que ahora trata de espantar. La próxima cita que figura en su agenda, después de ser sustituido en Teruel y Estepona, es la de San Fermín. Veremos…
Inmediatamente después, con 19 corridas de toros contabilizadas, hay que subrayar el nombre de Borja Jiménez, máxima novedad en el confín de la temporada 2023 gracias a aquella redonda tarde de los victorinos en el otoño madrileño que le resucitó profesionalmente. Y ha sido Madrid, una vez más, la plaza que le ha colocado en la primera línea de actualidad al convertirle en el triunfador de una isidrada que caminaba irremisiblemente al sumidero. Borja sigue pugnando por ser imprescindible en el circuito de las ferias pero su nombre se echa de menos en ciclos como los del julio valenciano, Santander, El Puerto, Gijón, San Sebastián, Pontevedra, Palencia… Adivinen qué toreros sí están puestos en todas y cada una de ellas. Ya saben, la imaginación al poder…
Tres casos singulares: Luque, Aguado y Escribano
Una cosa lleva a la otra: Daniel Luque sólo ha sumado diez corridas de toros a estas alturas del año si nos atenemos a las cifras que publica ANOET. El número se antoja más que cicatero ateniéndonos al impresionante nivel artístico y técnico y la apabullante ambición que había exhibido el diestro de Gerena en la temporada de 2023, ensombrecida por la gravísima fractura de peroné que se produjo en El Puerto de Santa María. Luque era más esperado por los públicos que por las empresas y fue declarado triunfador de pasada Feria de Abril después de brillar por su ausencia en los primeros ciclos. Todo parecía preparado para tomar el timón pero su estela, sin renunciar a triunfos contantes y sonantes como los recientes de Alicante o Zamora, quedó amortiguada por una isidrada un punto a contrapelo. Sigue teniendo la moneda pero escama este ostracismo prolongado, más allá de ese célebre veto que sigue sin resolverse.
Hay que seguir descendiendo por la lista de toreros sevillanos. Pablo Aguado, con 11 bolos consignados, figura en quinta posición en la tabla. Recuperó su mejor ser y estar en la pasada Feria de Abril con una faena, casi inesperada, a un toro de Victoriano del Río en la que pudo dar rienda suelta a su concepto más íntimo mostrando contundencia con la espada. Su capote alado ha seguido embelesando aquí y allá pero ha faltado mayor y mejor continuidad para callar todas las bocas. La dimensión y la exquisitez de Pablo Aguado le permiten tomar aire con contados trasteos que renuevan el crédito. A veces da la sensación de que puede y debe dar más. Cuenta con una ventaja a priori: se le sigue esperando.
Manuel Escribano, con ocho corridas toreadas y sexta posición en la tabla, es caso aparte y un torero a reivindicar. Prestó la épica en la corrida de Victorino Martín de Sevilla –firmó el momento más emocionante del ciclo abrileño- y ha sido recentísimo triunfador de la feria de Alicante, una plaza que pertenece a su propia historia vital, resumida en ese libro autobiográfico escrito con la colaboración de Antonio Ramírez de Arellano en el que esboza, entre otras cuestiones de calado, el anhelo de romper el cerco de esas corridas duras que, de una u otra forma, le han encasillado. Ésa es su paradoja vital: son las que le han dado fama y hacienda. Pero hay que confirmar una certeza: no siempre ha sido tratado a la medida de sus méritos.
Del resto de la tropa
Y si hablamos de corridas duras hay que mencionar el nombre de Esáu Fernández que figura en séptima posición en función de las cinco corridas que recoge el escalafón publicado por ANOET. El torero de Camas ha encontrado una plena identificación con el hierro de Miura y ha llegado a pedir matar toda la camada. Se trata, al fin y al cabo, de navegar por las ferias y saltar del tercer circuito. Si el año pasado logró el indulto de un gran ejemplar del mítico hierro de Zahariche, en abril iba a cortar una oreja a la miurada que cerró la Feria. Hace pocos días volvía a mostrar esa solvencia en Algeciras sin renunciar a una simbiosis que le puede ser rentable. Por lo pronto sigue en la cancha. No es poco con la que está cayendo.
Y en Sevilla, precisamente puntuaron dos toreros como Lama de Góngora –lleva tres corridas toreadas- y Calerito –que ha sumado dos funciones- enseñando distintos registros pero una misma constante: merecerían más y mejores oportunidades. El primero, mucho más veterano, ha logrado crecer en capacidad y ambición y el más joven sigue mostrando unas encomiables ganas de ser. Logró confirmar en Madrid en una sustitución tomada a la carrera, un fielato que aún no ha podido cumplir Paco Lama con casi diez años de alternativa. No lo tienen fácil pero darán la cara cuando les abran una puerta.
Dos corridas son también las que ha sumado El Cid en esta primera mitad de la segunda temporada de una reaparición que no ha sido como soñaba. En 2023 ya pudo comprobar que los huecos en las ferias eran contados pero dio una imagen renovada en la plaza de la Maestranza. Este año pasó por Sevilla cortando una oreja a un quinta de vuelta al ruedo al que marró con la espada.
El resto de coletudos sevillanos en activo sólo han logrado cumplir un único contrato, como el algabeño Manuel Carbonell en una función de escasa trascendencia celebrada en el singular ruedo de su pueblo. Sorprende más el caso de Ángel Jiménez, ahora anunciado como el Astigitano, un torero expresionista que sólo ha podido vestirse de luces en un coso menor después de quedar fuera de la programación abrileña en la que habría caído de pie. Es otro matador que merecería la apuesta. No merece andar ajado.
Muy distinta es la situación de Curro Durán que logró tomar la alternativa en la plaza de su pueblo después de pugnar por doctorarse en el coso sevillano. El camino no será fácil. Con una única corrida figura también el espartinero Javier Jiménez, seguramente lejos ya de esa lucha del toreo en la que jugó un papel más que digno. Un último apunte: Oliva Soto, que guardaba todas las fichas para una cita maestrante que no llegó, aún no ha logrado vestirse de luces en 2024.
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