La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Ni un español sin su mensajito de Navidad
Victorino Martín | presidente de la Fundación del Toro de Lidia
Si su padre, Victorino Martín Andrés, supuso un azote contra los males de La Fiesta en el siglo pasado, especialmente luchando a favor de la recuperación de la casta del toro de lidia, Victorino Martín García continúa ese legado de defensa del mundo del toro a través de la Fundación del Toro de Lidia, que en los tres últimos años ha conseguido aglutinar a la mayoría del sector, con un ambicioso plan a 30 años que está comenzando a tener resultados positivos.
–Victorino, a grandes rasgos ¿qué ha conseguido la Fundación y que le resta?
–Hemos conseguido ser un organismo único y de referencia frente a terceros, parar ataques gratuitos de animalistas y poner la tauromaquia en el siglo XXI para la que la sociedad la comprenda. Por supuesto, queda mucho por conseguir en una estrategia a treinta años. Tenemos, entre otras cosas, que normalizar nuestro lugar en la sociedad,tener tanto un trato económico como con las administraciones justo, aparecer más en los medios de comunicación, recuperar plazas de toros, la creación de asociaciones culturales y organizar a todos los aficionados.
–Este sector ha estado siempre desunido...
–Se están sumando todos: toreros, empresarios, ganaderos y aficionados, a través de cuotas. Pero les cuesta a la mayoría. Un aficionado, por ejemplo, puede aportar 50 euros al año, de los que Hacienda les devolverá el 70 por ciento. Eso supone un gasto de un euro al mes. Quien no quiera estar es por excusa infantil.
–Una de las batallas es contra un animalismo que para usted supone un exterminio cultural.
–Lo estamos viendo. El último ejemplo, con la prohibición de la caza en Castilla-León. Que nadie dude que tienen entre ceja y ceja al mundo del toro y luego vendrá el resto de prohibiciones. Ya hay una proposición de ley en Andalucía para prohibir la utilización de animales para experimentación, vestimenta y alimentación. Supone un cambio absoluto de nuestra forma de vivir y relacionarnos con el medio ambiente. Es una forma de pensar que desconoce al mundo rural.
–¿La Fiesta es rehén de la política?
–No. Los toros siguen siendo del pueblo español. La política está utilizando La Fiesta y desde la Fundación queremos que no ocurra. En el mundo del toro hay aficionados de todas las ideologías.
–Se reciben ataques desde ayuntamientos, comunidades... El último caso, San Sebastián.
–La Justicia está siendo más rotunda. El referéndum que pedía ese Ayuntamiento es ilegal. Algunos políticos anteponen sus gustos personales y se saltan la ley.
–El alcalde de Olot, Ribó, ha afirmado que pasará totalmente de lo dictado por el Supremo.
–Todavía no se ha dicho la última palabra. En el futuro, ese desacato le puede pasar factura. Nosotros seguimos luchando.
–Está claro que la prohibición en Cataluña era un tema identitario.
–Está muy claro que era un tema político. Lo ve cualquiera. Los franceses de Ceret se sienten catalanes y respetan los toros; al igual que sucede en el delta del Ebro, donde no se han atrevido a tocar los toros en la calle.
–¿Cómo está siendo el papel de la Administración actualmente?
–Cada día nos tiene más en cuenta. El ministerio de Cultura nos recibe con asiduidad. Se están dando cuenta del patrimonio que representa el mundo del toro.
–Por cierto, ¿qué le parece que existan diferentes reglamentos en función de las distintas comunidades?
–No es bueno. Queremos un reglamento único, como sucede en el fútbol o en el baloncesto. Porque puede suceder lo que en Baleares, que al no poder prohibir los toros jurídicamente, se inventa un reglamento con la finalidad de acabar con ellos.
–Parece que, tras las demandas, han disminuido los ataques crueles en redes sociales...
–Se ha conseguido a través de muchas demandas. También estamos trabajando con wikipedia, llevando información al aficionado a través del proyecto wikitauro.
–¿La Fiesta está preparada para defenderse ante tantos frentes?
–Creo que sí. El pueblo no quiere que se le robe su patrimonio. Pese a la crisis, continúan funcionando bien las grandes ferias y los festejos populares. El ataque es muy grande. Entre asociaciones animalistas y antitaurinas que atacan La Fiesta hay más de cien entidades. Las tres primeras manejan más de 800 millones de dólares anuales.
–¿Quién está detrás?
–El mundo anglosajón quiere gente consumista y poco crítica. Hay varias multinacionales que apoyan a estos grupos. Hay que evitar lo de prohibido prohibir. Creo que todos los que quieren cargarse la tauromaquia, la caza, el circo o la equitación no son tan demócratas como dicen.
Victorino Martín –ya lo explicó profusamente en una brillante intervención en el Senado– afirma que “el toro vertebra nuestro territorio y es seña de identidad en el mundo entero”.
El ganadero asevera que el animalismo que “es una filosofía absolutamente incompatible con nuestra cultura, con el humanismo mediterráneo. Supondría una hecatombe cultural, económica y ecológica.
Cultural, porque sería el fin de centenares de expresiones culturales que nos definen como pueblo: la rapa das bestas, la romería del Rocío, el arrastre de piedras, la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, los corre bous, la cetrería, la matanza del cerdo, los encierros, la fiesta de la lamprea, del campanu, la caballada de Atienza, la fiesta del pulpo o tantas otras.
Económica, porque acabaría con las explotaciones ganaderas y también con el trabajo con cuero en Ubrique, los atuneros vascos, el jamón de Jabugo, de Teruel o de Guijuelo, las mantas de Ezcaray, los zapatos artesanales de Mallorca y Alicante, el queso, embutidos, el fin del marisqueo o de la almadraba en Barbate y Zahara de los Atunes.
Y ecológicamente pondría fin a la dehesa, joya ecológica mundial, y de los prados cantábricos, de las dehesas boyales o del impagable cuidado que ovejas y cabras realizan en nuestros campos”.
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