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El antropólogo francés François Zumbiehl, vicepresidente del Observatorio Francés de las Culturas Taurinas, ha pronunciado la cuadragésima edición del Pregón Taurino de Sevilla realizando una encendida defensa de la fiesta de los toros y desmontando los argumentos antitaurinos en el teatro Maestranza. El tradicional acto, organizado por la Real Maestranza de Caballería en colaboración con el Ayuntamiento de la Ciudad, ha vuelto a ser el definitivo pistoletazo de salida a la temporada taurina hispalense que se inaugura esta tarde en el coso maestrante con un cartel integrado por Morante de la Puebla, Sebastián Castella y Andrés Roca Rey, que lidiarán un encierro de la casa Matilla. El acto fue presidido por el alcalde de la ciudad, José Luis Sanz, acompañado del teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Sevilla, Santiago de Léon, además de las primeras autoridades civiles y militares de la ciudad y numerosos representantes de la sociedad y la cultura sevillanas.
El pregón fue introducido por Manuel Alés, teniente de alcalde delegado de Fiestas Mayores, que renovó el compromiso municipal con la Fiesta de los toros recalcando que “la tauromaquia es una de las Fiestas Mayores de la ciudad y forma parte de su patrimonio cultural inmaterial”. Alés, además, recalcó que ir a los toros supone “un ejercicio de libertad y un compromiso con la verdad”. El edil, que recordó la figura de Curro Romero como motor del actual auge de la corrida del Domingo de Resurrección, fue más allá al proclamar que “Sevilla es la madre y maestra de la tauromaquia y el escenario soñado por los que se visten de luces”. Alés también reivindicó la verdad y la integridad de la fiesta que “sólo se defiende en la plaza”.
El académico, crítico, escritor y profesor Andrés Amorós fue el encargado de realizar la presentación del pregonero partiendo de la idea de la conmemoración litúrgica de la Resurrección para glosar la ciudad de Sevilla, su plaza de toros y los méritos de Zumbiehl. Amorós hizo un repaso de otros franceses enamorados de la fiesta de los toros –Delacroix, Dumas, Manet o Jean Cau- antes de recordar que el pasodoble Suspiros de España daría paso a la intervención del pregonero proclamando que “algunos, a este país, aún lo llamamos España”.
El pasodoble del maestro Álvarez Alonso, interpretado por la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, dio paso al pregonero que partió de su condición de francés para proclamar su amor por la ciudad y el país. “Uno puede perfectamente amar a España sin que le gusten los toros pero no puede sentir afición sin amar en su carne a España, al conjunto de su cultura y, por supuesto, a Sevilla”.
A partir de ahí, el pregonero entró de lleno en la controversia entre el animalismo y el humanismo, dudando de aquellos que “promueven supuestos derechos de los animales y parecen ignorar que el humano tiene otra dimensión, que es la dimensión ética del ser consciente, sabiéndose responsable y sabiendo que va a morir”.
“El debate a favor o en contra de la tauromaquia es ante todo un debate a favor o en contra del humanismo en nuestra civilización” añadió Zumbiehl argumentando que “el tema de los toros se ha convertido en un campo de batalla donde se enfrentan ejércitos de tópicos” aludiendo al argumentario pretendidamente progresista y a esa defensa que, invariablemente, alude a Lorca o Picasso para defender la legitimidad de la fiesta.
Pero el pregonero fue más allá al defender la tauromaquia como patrimonio cultural inmaterial. “Recoge y hacer revivir, adaptándolo a otros entornos y nuevas sensibilidades, el antiguo fondo de la cultura mediterránea” señaló el antropólogo francés comparando el toreo con otras manifestaciones como la tragedia griega, la ópera italiana y la mismísima Semana Santa. Zumbiehl no tuvo empacho en aludir a la muerte como “punto medular” la fiesta. “Sin ella se convertiría en un mero show” añadió el pregonero que también esgrimió el “respeto al toro” como una de las líneas fundamentales de una actividad a la que definió como “la mejor oportunidad para la preservación de la cabaña brava”.
Decidido a desmontar el argumentario antitaurino, el pregonero advirtió que “se otorgan el derecho de hablar por el toro pero se niegan a escuchar a los aficionados” recalcando que “su dogmatismo se nutre de la ignorancia y el rechazo de opiniones diferentes”. En ese sentido, añadió, “el torero corre el riesgo en cada momento de convertirse en víctima”. Zumbiehl se consideró un admirador de la liturgia taurina según Sevilla y se detuvo especialmente en la figura de Pepe Luis Vázquez a la cabeza de un retablo de toreros de todos los tiempos antes de adentrarse en los hilos que alimentaron su propia afición desgranando una larga lista de nombres que, de una u otra forma, alentaron su condición de aficionado. “Ansiamos el momento en el que Morante de la Puebla se abra de capote y, con su vuelo lento, abra al mismo tiempo el telón de la Feria”, proclamó el pregonero antes de finalizar su intervención con un canto a “la libertad de disfrutar de este arte, que tanto nos emociona y tanto nos enseña a vivir y morir”.
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