La polémica de un indulto
El diestro alicantino José María Manzanares cuajó el pasado sábado una faena, que constituyó una sinfonía a cámara lenta del arte del toreo, al toro 'Arrojado', de la ganadería de Núñez del Cuvillo.
El indulto del toro Arrojado, de Núñez del Cuvillo, que tuvo lugar en la Real Maestranza en la séptima corrida de abono, celebrada el pasado sábado, es uno de los hitos en los anales de la plaza de Sevilla, que ha suscitado polémica.
La gracia por la cual un toro vuelve a la dehesa es algo extraordinario hasta el punto de que en La Maestranza jamás se había indultado un toro. La única res a la que se indultó fue al novillo Laborioso, del hierro de Marqués de Albaserrada, el 12 de octubre de 1965, después de ser lidiado por Rafael Astola.
El tema es tan extraordinariamente importante que el Reglamento Andaluz, publicado en el Decreto 68/2066 de 21 de marzo por la Junta de Andalucía, dedica un artículo completo a ello, y advierte que "en las plazas de toros permanentes, exclusivamente en corridas de toros o novilladas con picadores y al objeto de preservar la raza y casta de las reses, cuando una res por sus características zootécnicas y excelente comportamiento en todas las fases de la lidia sin excepción y, especialmente, en la suerte de varas, sea merecedora del indulto, podrá concederlo la Presidencia del espectáculo, de manera excepcional, cuando concurran las siguientes circunstancias: a) Que sea solicitado mayoritariamente por el público. b) Que lo solicite el diestro o quien haya correspondido la lidia de la res. c) Que muestre su conformidad el ganadero o mayoral de la ganadería a la que pertenezca".
La faena del torero -José María Manzanares- fue una auténtica sinfonía de toreo gracias a la extraordinaria nobleza de Arrojado, que fue un toro de nota, pero en su conjunto no cumplió con lo que exige el Reglamento Andaluz, un "excelente comportamiento en todas las fases de la lidia sin excepción y, especialmente, en la suerte de varas". El toro no fue precisamente cuatro o cinco veces al caballo, como hemos visto a varios toros en esta plaza -hace escasas ediciones incluso se le tocó la música a uno por arrancarse de largo, con un galope vibrante y fijeza extraordinarios, para recibir cuatro puyazos en toda regla-. En esta ocasión, se le cuidó en el tercio de varas. Pero es que en banderillas, el toro de Núñez del Cuvillo se fue cerca de tablas; y en la faena de muleta salió en alguna ocasión mirando hacia ellas e incluso, al final, tuvo un amago de rajarse. Esto era difícil de valorar por parte de un público embargado de emoción ante la obra de arte de Manzanares. Pero no se comprende que el presidente, Julio Salguero, se salte una normativa que él es el primero que debe cumplir.
Porque, si se me permite el símil, si usted o un crítico especializado en gastronomía valora un menú, tendrá en cuenta los entremeses, el primer plato, el segundo, el postre y hasta el café. Ayer, el toro de Núñez del Cuvillo fue excelente en la muleta -segundo plato-, pero en el primer tercio -primer plato-, fundamental para el aficionado y para la normativa, tendremos que llegar a la conclusión de que a ese ejemplar, al que se le cuidó en varas en función de la muleta, no cumple con la reglamentación. Ahora bien, si queremos cercenar el espectáculo, relegando tercios, como el de varas, convertiremos lo que podía ser un gran menú en una única hamburguesa. Como cada día hay menos aficionados -y se come peor- todo se andará... De momento, en la Maestranza, se indulta un toro por primera vez en la historia. Como un toro de este nivel hemos visto unos cuantos en la última década en la Real Maestranza que no se indultaron.
¿Qué sucede tras el pañuelo naranja?
Una vez dictaminado el indulto, que señala el presidente exhibiendo un pañuelo naranja, los espectadores se preguntaban en la Maestranza: ¿qué sucede ahora?... Pues bien, el diestro -escuché comentarios de todo tipo- puede ser premiado con la concesión de una oreja, de las dos o, excepcionalmente, del rabo del toro. El presidente concedió dos orejas. También desconoce la mayoría que -según la normativa- la concesión del indulto supone la vuelta al ruedo del ganadero o su mayoral; por lo que Álvaro Núñez del Cuvillo estaba en todo su derecho de dar la vuelta al ruedo junto al torero, José María Manzanares, independientemente de que un toro como el primero resultara para mí más completo. Tampoco, como muchos espectadores y aficionados señalaban en la plaza, hay que indultar a un toro por el conjunto de una buena corrida.
Durante las últimas tres temporadas en las que no había lidiado Núñez del Cuvillo en Sevilla por desencuentro económico con la empresa Pagés, siempre apostamos por la vuelta de esta ganadería, que a día de hoy es una de las mejores de la cabaña brava. Independientemente de la valoración del astado citado, la espera ha merecido la pena. De hecho, y ésta es otra curiosidad que no todo el mundo conoce, cuando se indulta una res, el ganadero, en caso de que haya aceptado que sea indultada, como sucedió el pasado sábado, debe reintegrar al empresario la cantidad estipulada contractualmente a cambio de llevarlo a su finca, donde con toda probabilidad lo empleará como semental.
Consecuencias
Y termino. Si alguien visiona el juego de este Arrojado y entiende que el toro no ha tenido un "excelente comportamiento en todas las fases de la lidia sin excepción, y especialmente en la suerte de varas", la normativa andaluza indica que el presidente o presidenta "que incumplan estas prohibiciones o las condiciones reglamentarias para otorgar el indulto, podrán ser declarados no aptos para tal función por la Dirección General competente en materia de espectáculos taurinos, previa audiencia del interesado".
Ya apunté en la previa del Domingo de Resurrección y en la crónica del pasado sábado, que la delegada de Gobierno de la Junta de Andalucía, Carmen Tovar, es la máxima responsable de un palco presidencial que comenzaba la temporada con una dimisión y reducido de cuatro a tres equipos gubernativos, con muchos miembros sin apenas experiencia; y mucho menos, en plazas de primera categoría.
En este hecho, la autoridad juega un papel esencial. Si no se respetan las exigencias de la Maestranza y se la equipara a una plaza de menor categoría, convertiremos el Templo del Toreo en una parroquia de pueblo.
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