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Pepe Martínez, con un pie en la final

Primer festejo del Ciclo de Promoción de Nuevos Valores

El novillero de Valencina de la Concepción, incomprensiblemente ninguneado por el palco, cuajó la mejor faena de la noche a un excelente ejemplar de Hermanos Expósito, que echó otros dos erales cargados de posibilidades

La plaza de la Maestranza abre paso a las bases del toreo

Primer festejo de promoción: hegemonía de las escuelas

Los seis aspirantes que inauguraron el ciclo de promoción, antes del paseíllo / Arjona-Pagés

Con el estreno de estos calores demorados llegó también el turno de estas nocturnas de ilusiones que marcan todo lo que se fue y lo poco que queda para liquidar la temporada si hablamos en clave hispalense. Los festejos no serían los mismos sin ese público familiar y juvenil, bien regado y comido, que otorgan gran parte del carácter a este ciclo eliminatorio que conducirá a la gran final de la noche de Santiago que en la otra orilla se vive bajo el amparo de la Señora Santa Ana.

El juego de antigüedades había querido que el primer eral del festejo y de todo el serial fuera estoqueado por la única chica participante en el ciclo. Era Miriam Cabas, de Los Barrios y forjada en la escuela del Campo de Gibraltar. Había sido noticia semanas atrás por la grave cornada -fue su bautismo de sangre- sufrida en la localidad madrileña de Villamanta. Pero Miriam salió dispuesta a parar el primero, un becerrón de viajes nobles y rebosantes -una auténtica máquina de embestir- al que toreó con firmeza y ligazón en un trasteo animoso que tuvo mejor trazo y resolución por el lado derecho. La cosa culminó por ayudados aunque la espada, eso sí, se encasquilló más de la cuenta.  

Miguel Osorio, segundo aspirante en liza, es de Arcos pero representaba a la escuela de Sevilla. Le tocó un eral escurrido, informal y molesto en las cercanías pero alegre en la larga distancia. Ahí era la guerra aunque también es verdad que los defectos de la embestida ganaron a esas virtudes a pesar de la encomiable entrega del chaval, que pese a su verdor profesional, encontró cierto reposo por el lado izquierdo y pasó más fatiguitas por el diestro. Con el reloj en contra y la espada tendida estuvo cerca del tercer aviso.

Pepe Martínez toreó así sobre la mano derecha al tercer eral de la noche. / Arjona-Pagés

Pero la cosa se iba a animar con la salida del tercero. De Valencina de la Concepción era Pepe Martínez, que acudía por libre al certámen. Se plantó en los medios y de rodillas para saludar a ese excelente ejemplar de los hermanos Expósito. El animal, lógicamente, salió a su aire y le acabó embistiendo cruzado. Las cosas fueron mejor de pie, cuajando lances de notable factura que iba a repetir después por el palo del delantal.

Había que verlo con la muleta, progresivamente acompasado a una embestida pronta, humillada y enclasada que le iba a permitir hartarse de torear en una faena reunida, dicha con un peculiar codilleo de puro regusto, que tuvo la virtud de ir a más. Se tiró a matar como un león aunque tuvo que escuchar un aviso. La segunda oreja, que absurdamente no fue concedida por el palco, era de cajón. La vuelta al novillo, que tampoco se pidió por el público, también

Miriam Cabas ha sido la única chica anunciada en el certamen. / Arjona-Pagés

Juan Jesús Rodríguez, de la escuela de La Línea, recibió al cuarto con una larga en el tercio. Fue un eral un punto bronco, molesto por las banderillas, que se movió sin clase en la muleta del chaval que demostró estar puesto y conocer el oficio pese a todas las dificultades que le planteó el animal. La espada la dejamos en el debe. 

Rafael de la Cueva acudía a Sevilla representando a la escuela de Madrid y se empleó en una faena solvente y animosa, abierta de rodillas, para trastear una embestida que, con sus teclitas, tenía mucho que torear. La cosa iba a terminar como empezó: de rodillas, también con trompicones. Tampoco se iba a librar del aviso cuando el festejo, interminable, rebasaba de largo las dos horas.  

Cerraba el cartel Pedro Rufo, alumno de la escuela de Toledo y hermano del joven matador de toros Tomás Rufo que no se perdió su actuación. Miriam Cabas resultó volteada en su turno de quites y acabó ingresando por su propio pie en la enfermería. El bicho, de temperamento manso, iba a su aire y pegando arreones. Rufo anduvo persiguiéndole por toda la plaza. Se había lllevado un regalito.

FICHA DEL FESTEJO

Ganadería: Se lidiaron seis erales de Hermanos Expósito González, correctamente presentados. Boyante el primero; informal y complicado el segundo; excelente el tercero; deslucido el cuarto; potable el quinto y manso y deslucido el sexto, que huyó hasta de su sombra.  

Aspirantes: Miriam Cabas (E.T. Campo de Gibraltar), de blanco y oro, ovación tras aviso. Miguel Osorio (E.T. de Sevilla), de amapola y oro, silencio tras dos avisos. Pepe Martínez (Valencina de la Concepción), de negro y azabache, oreja con fuerte petición de la segunda tras aviso con dos vueltas al ruedo. Juan Jesús Rodríguez (E.T. Linense), de blanco y oro, silencio tras aviso. Rafael de la Cueva (E.T. José Cubero ‘Yiyo’ de Madrid). de teja y oro, palmas tras aviso. Pedro Rufo (E.T. Domingo Ortega de Toledo), de celeste y oro, silencio tras aviso.                          

Incidencias: La plaza registró casi dos tercios de entrada en tarde noche muy calurosa. Miriam Cabas resultó volteada por el sexto, pendiente de parte médico oficial.

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