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Paco Camino recibirá el IX Premio Taurino del Ayuntamiento de Sevilla a título póstumo

GALARDONES

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Camino, a hombros tras culminar su famosa encerrona madrileña de 1970 / Cuevas

Paco Camino, el as de oros de la baraja taurina de la Edad de Platino, recibirá a título póstumo el IX Premio Taurino del Ayuntamiento de Sevilla según ha fallado por unanimidad el jurado nombrado al efecto, reunido este miércoles en el Salón Santo Tomás de la Casa Grande para tal fin bajo la presidencia de Manuel Alés, teniente de alcalde y delegado de Fiestas Mayores. Este jurado, formado por periodistas especializados, empresarios, ganaderos y aficionados de reconocido prestigio, ha considerado la trayectoria, la trascendencia y el magisterio del maestro de Camas para recoger este galardón que, previsiblemente, recogerán sus hijos en un acto a celebrar en el Salón Colón antes de que concluya el año.

Paco Camino, fallecido en su finca Los Caminos el pasado 30 de julio en el colofón de una larguísima enfermedad, había nacido en la muy taurina Camas el 15 de diciembre de 1940. Desde muy pequeño se familiarizó con el ambiente taurino ya que su padre había llegado a torear como novillero bajo el apodo de Rafaelillo de Camas. El primer traje de luces lo vistió en la localidad onuense de Cumbres Mayores en 1954 junto al que luego sería su compadre y compañero de tantas y tantas tardes, el diestro sevillano Diego Puerta. Juntos estaban destinados a marcar toda una época del toreo junto a otros matadores fundamentales. 

El gran lanzamiento de Paco Camino, en realidad, llegaría muy lejos de su tierra y después de su debut con picadores en la plaza de Zaragoza, el 7 de septiembre de 1958. Se abría así una meteórica y sobresaliente trayectoria como novillero que le puso a las puertas de la alternativa, recibida de manos de Jaime Ostos en Valencia el Domingo de Resurrección de 1960 al calor del alboroto montado por sus triunfos precedentes. 

No tardaría en instalarse en una primera fila, la de los años 60, en la que van a pulular grandiosas figuras. 1960 es la puerta abierta a una nueva era del toreo en la que Paco Camino, junto a diestros de la talla de El Viti o Diego Puerta, será uno de sus puntales imprescindibles. El nuevo diestro no tardará en circular por las ferias, labrándose un cartel de lidiador tan capaz y cerebral como artista: un virtuoso en el manejo de capote y muleta además de un as de espadas.

El 19 de abril de 1961, llegaría su presentación en la Maestranza sevillana actuando junto a su admirado Antonio Ordóñez y Mondeño. Aunque cortaría una oreja en aquella Feria de Abril, Camino nunca a llegaría a entrar por completo en el coso sevillano. Ese mismo año, el 12 de mayo, confirmó su alternativa en Las Ventas de manos de Julio Aparicio y en presencia de José María Clavel. Pero la plaza de Madrid, que con el tiempo se convertiría en uno de los escenarios fundamentales de su carrera, se le resistió en aquel primer acercamiento. 1961, su primera temporada completa como matador, resultaría especialmente sangrienta pero sí sirvió para certificar una de las cualidades del torero: su valor a prueba de cornadas. En 1962 instrumentó una de las mejores faenas de su vida al toro Traguito, en México, creando un estado de conmoción muy similar a la presentación de Manolete.

Paco Camino marcó una época del toreo junto a matadores como Puerta y El Viti. / M.G.

La consagración: los seis toros de Madrid

La década comprendida entre 1967 y 1977 puede considerarse la de su gran plenitud. En 1970 se encerraría con seis toros en la plaza de Madrid cortando ocho orejas sin que se le moviese un alamar, consagrándose como figurón histórico del toreo. En aquellos años viviría uno de los mayores reveses de su vida, la muerte de su hermano Joaquín, banderillero en su cuadrilla, que resultó herido de muerte en la plaza de Barcelona. Su carrera está salpicada de graves cornadas, siendo la más grave la recibida en 1980, recién reaparecido, en el ruedo de Aranjuez. Recuperado, tuvo la hombría de seguir en la brecha tres temporadas más para demostrarse a sí mismo que aquella cornada no podía acabar con su carrera.

Camino cerraría su andadura como profesional del toreo alternando con Capea y El Soro en Valladolid el 23 de septiembre de 1983, pero aún se vestiría de luces una vez más junto a Miguel Báez Litri para dar la alternativa a sus respectivos y famosos hijos, el 28 de septiembre de 1987 en Nimes.

A partir de ahí vivió una existencia discreta y muy alejada de los focos que sólo se vio interrumpida por el polémico gesto de devolver –en unión de José Tomás- la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes que había recibido en 2004 en protesta por la que le habían concedido a Francisco Rivera Ordóñez aquel año. Retirado de los toros, ganadero de su predilecto encaste Santacoloma, refugiado en su finca de Arenas de San Pedro, ha pasado la historia como un gran artista, un enorme lidiador y un figurón del toreo que el pasado 31 de julio era enterrado en su tierra de Camas después de ser velado en el Ayuntamiento de la localidad en medio de una impresionante manifestación de duelo y unas muestras de reconocimiento a su valía taurina que, posiblemente, se retrasaron demasiado en vida.

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