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Novilladas en Sevilla: ¿Quién le pone el cascabel al gato?

EL REPASO

El desarrollo de este tramo del abono maestrante sólo ha servido para dejar un evidente poso de decepción y abrir una extensa lista de preguntas 

La plaza de la Maestranza abre paso a las bases del toreo

El Repaso: a retortero con el tema de las novilladas

Mariscal ganó la final del V Circuito de Novilladas, incluida en el abono. / José Angel García

Sevilla/El pasado jueves se celebró la sexta y última novillada incluida en el abono sevillano en la temporada 2024. Fue un festejo nocturno que volvió a estar lastrado por el declinante juego de las reses de Albarreal pero, ojo, también por la inoperante preparación de dos de los actuantes a los que alguien hizo un flaco favor anunciándolos en la plaza de la Maestranza. En los entrebastidores del negocio se susurraban las razones de su encaje en un festejo que les vino muy largo. No le daremos más vueltas pero el asunto si nos da pie para seguir haciendo reflexiones en torno a un tramo -fundamental dentro del organigrama de la temporada de la plaza de toros de Sevilla- que ha llegado a un punto de no retorno. 

La sensación global es de derrota anticipada. Se acude a la plaza con escasísima fe en unos resultados que nunca llegan. Se vuelve con escasas ganas de repetir. Unas veces es el ganado, otras los novilleros pero la culpa suele ser del maestro armero. A la empresa Pagés se le reconoce el esfuerzo, vital en las circunstancias que vivimos, pero el modelo actual no funciona y empieza a antojarse un tiro en el pie.  

El turismo invasivo –que también puebla los tendidos maestrantes en estas fechas- salva los muebles de unos festejos que antes eran sostenidos por ese pujante abono que se marchó, no sabemos si para no volver. Pero ¿dónde está el aficionado? ¿y el público sevillano? Difícilmente se puede volver a un espectáculo opaco y tedioso que además se ha vuelto interminable y plagado de tiempos muertos.

De los novilleros 

A partir de ahí cabe seguir haciéndose algunas preguntas que completen el cuestionario que planteábamos en un Repaso anterior. En el ciclo se han anunciado 16 novilleros –Zulueta y Mariscal repitieron en el empeño- que han dejado una escueta cuenta de resultados pero sobre todo un mínimo rastro en la memoria del aficionado. Aquí viene el primer reto, que debería contar con respaldo reglamentario: ¿Por qué no buscar seis, ocho o nueve nombres a lo sumo, que dirimieran el ciclo con sentido competitivo y culminaran en una final? ¿Por qué no prescindir de los que nada pueden aportar?

Basar la composición de los carteles en meras referencias, currículos inflados, componendas de taurinos o cambio de cromos ya no tiene recorrido por más que la empresa se decante por intentar atender al máximo número de chavales, tal y como explicaba Ramón Valencia días atras. El empeño puede ser encomiable pero más de la mitad no tienen el bagaje suficiente para torear en Sevilla y algunos no lo tendrán jamás. ¿No merecería la pena habilitar verdaderos veedores de talentos para intentar reunir a la excelencia? 

Del ganado 

Aquellas novilladas de lujo que se lidiaban en otros tiempos –que empiezan a antojarse cada vez más lejanos- no tienen nada que ver con los encierros que se reseñan en los últimos años. ¿No hay más que rascar en el campo? Es verdad que la mayoría de los hierros de etiqueta roja se han decantado por dejar de lidiar novilladas y destinan íntegras sus camadas a ser lidiadas en corridas de toros. Tampoco se ve ya apenas en el campo ese utrero bonito y a modo que propició las explosiones novilleriles de finales de los 80. El propio empresario, en la presentación del ciclo de promoción, advertía del mal juego de encierros en los que se tenía cierta fe como el de Bohórquez pero merecería la pena pescar en otros bancos… 

Pero hay más factores a revisar, más allá de los aspectos organizativos. ¿Cuántos triunfos rotundos se pueden reseñar en los últimos años a cargo de los novilleros anunciados? Echen cuentas… Orejitas por aquí y por allí, buenas sensaciones, ganas de volver a ver a éste o aquel… Pero los triunfos redondos y sonantes son el verdadero debe de este tipo de festejos que pueden y deben cambiar si no queremos que se vayan directos al sumidero. Ése es el verdadero lío: no triunfa nadie de forma rotunda.

A modo de resumen 

El ciclo no había comenzado nada mal, brindando un gran encierro de Julio de la Puerta –falló un poquito  la presentación- que dejó bastante más recuerdo que la terna que se puso delante. Hubo un lote de excelencias con el que Samuel Navalón no terminó de afinar y un gran cuarto con el que tampoco logró redondear Tristán Barroso. Mariscal Ruiz, que se presentaba como novillero con caballos en Sevilla manejó menos opciones. 

El caso es que el altísimo novillero de Mairena del Aljarafe iba a repetir el siguiente domingo como finalista del V Circuito de Novilladas de Andalucía junto a Javier Zulueta y el extremeño Sergio Domínguez El Mella, que se entregó como un jabato. El gran ambiente previo y la excelente entrada en los tendidos se iba a ver defraudada por el juego de la novillada de Bohórquez que fue, a la postre, una fallida hoja de examen por más que Mariscal ganara con todo merecimiento.  

En la tercera, la última celebrada en jornada dominical, hay que anotar la oreja que El Melli –que ya es matador- cortó a cambio de su entrega, la misma que puso el algabeño Manuel Jesús Carrión pero interesó más la forma y el fondo de un novillero maño, Aarón Palacio, que dejó ganas de volver a ser visto. La novillada de Torrealba tampoco dijo nada… 

Cambiamos de jornada 

El jueves de Corpus se cambiaba de jornada y se concluía el horario vespertino. Diego Bastos cortó una oreja que no terminó de redimir el petardo propiciado por el encierro de Talavante. El cordobés Manuel Román pasó desapercibido y Javier Zulueta, en su segunda oportunidad, volvió a quedar en blanco. El 11 de junio, finalmente, se estrenaba el horario nocturno. Un deprimente encierro de Chamaco sentenció un festejo en el que sobresalió el excelente toreo al natural de Martín Morilla. El valenciano Nek Romero mostró cierta proyección y el portugués Tomás Bastos pecó de despegada facilidad.  

Ya habíamos apuntado algunas circunstancias de la sexta pero conviene subrayar que en medio del descalzaperros sobresalió la solvencia, la calidad y la entrega de un novillero de Cuenca, Villita se anuncia, que volvía a la plaza de la Maestranza seis años después de quedar como triunfador del ciclo de promoción celebrado en el verano de 2018. Seis añitos nada menos. Otro misterio para la ciencia… 

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