"No hace falta que llegue el día 26 para que me acuerde de mi padre"
Francisco Rivera Ordóñez 'Paquirri'. Matador de toros y empresario
Los problemas de seguridad de la plaza de la Real Maestranza Ronda impedirán que la Goyesca se celebre en 2024
Dentro de unos días se cumplen 40 años de la trágica muerte de Paquirri en Pozoblanco
La Real Maestranza de Ronda clausura su plaza de toros
El espíritu de Antonio Ordóñez planea cada año sobre un festejo inimitable
Este mismo sábado tendría que haberse celebrado la LXVII Corrida Goyesca de Ronda. Pero la Maestranza de piedra permanecerá cerrada. Unos problemas estructurales que amenazan la seguridad de la plaza han obligado a clausurarla antes de afrontar unas obras de calado para retomar su función taurina. Francisco Rivera Ordóñez, que heredó de su abuelo el papel de mantenedor del singular festejo ya tiene sus miras en 2025. Pero este mes de septiembre tendrá otras connotaciones; el día 26 se cumplirán 40 años de la trágica muerte de su padre, el gran Paquirri, en Pozoblanco pero el recuerdo, la memoria y el volumen de la ausencia no entienen de aniversarios.
Pregunta.-Las circunstancias son las que las que son. La Real Maestranza tuvo que tomar la única decisión que podía tomar pero el espíritu de la Goyesca desborda la mera celebración del festejo.
Respuesta.-La Goyesca es eterna. Es el monumento vivo al maestro de maestros, a Antonio Ordóñez. Este año no va a ser posible por circunstancias obvias pero vamos a echarla mucho de menos. Un año sin Goyesca significa mucho. La de Ronda no es una plaza como Sevilla o Madrid, con el poder de marcar una temporada pero sí es un punto y aparte. Todos los ojos están puestos en lo que significa este festejo y se va a notar su ausencia.
P.-El recuerdo de Antonio Ordóñez, su abuelo, es evidente. Puso todo su espíritu en la Goyesca cuando se retiró.
R.-Su gran obra la hizo en el ruedo pero la Goyesca representa todo ese legado. Es que en Ronda se siente distinto. Los toreros salen a darlo todo, jugándoselo todo, por lo que representa la Goyesca. Antes sabían que les estaba contemplando Antonio Ordóñez. Era una responsabilidad tremenda pero es que ahora, sin estar mi abuelo, siguen viniendo a Ronda y sobrecogiéndose por esa esencia. Mi abuelo está enterrado en este ruedo y mantienen el mismo sentimiento que cuando vivía.
P.-¿Hay noticias de la Real Maestranza? ¿En qué punto está ahora todo este proceso?
R.-Mantengo un hilo super directo con ellos. Están consternados. Ha sido una decisión muy difícil pero era la única que podían tomar. Les apoyo al cien por cien porque no había otra opción. Han mirado primero por la seguridad de la gente y después hay que mantener el monumento que es esta plaza de toros. Han hecho lo correcto aunque la decisión es muy dura. Ahora estamos esperando a que Patrimonio dé el visto bueno para hacer unas catas en la plaza y a partir de ahí sabremos la envergadura de la obra que hay que acometer. Hasta que no tengamos esas catas es difícil establecer ningún plazo. Estamos corriendo contra reloj. No sólo estamos hablando de la dimensión taurina del evento es que ha salido un informe que valora de 8 a 11 millones de euros el impacto económico de la Goyesca en la ciudad en un solo fin de semana. Desde esa premisa, Patrimonio está acelerando todo lo que puede pero esto lleva unos trámites y unos plazos. Septiembre de 2025 está aquí ya…
P.-¿Será complicado llegar a esa fecha?
R.-Estamos luchando para ello. Yo no pierdo la esperanza ni la ilusión aunque ahora no podemos asegurar ni descartar nada. Todo está enfocado a conseguir que el año que viene haya Goyesca. A partir de ahí hay que poner la máquina a funcionar. Todo el esfuerzo y la dedicación están enfocados en esa dirección: conseguir que el año que viene haya Goyesca.
Esto lleva unos trámites pero todo está enfocado para que en 2025 haya Goyesca en Ronda"
P.-Al hablar de la plaza de Ronda se traza su propia trayectoria: desde aquel debut del día de San Cayetano en 1991 hasta la despedida, a hombros de los suyos, en la Goyesca de 2018.
R.-Yo me siento tan rondeño como el que más. Mi plaza es Ronda. Aquí es donde más he disfrutado pero también donde peor lo he pasado. Las dos plazas que más me han llenado de responsabilidad han sido Sevilla y Ronda; o Ronda y Sevilla. En una empecé y en la otra tomé la alternativa. Mi corazón está partido entre el Tajo y Triana.
P.-La labor empresarial siempre tiene sus complicaciones pero montar un cartel para la Goyesca debe ser un disfrute.
R.-Para mí es una responsabilidad tremenda. ¿Quién tiene que venir a Ronda cada año? Hay muchos toreros que se lo merecen y elegir los tres que van a estar en esa corrida es una carga tremenda de cara a los compañeros, al legado de mi abuelo… Paso muchas noches sin dormir pero cuando tomo una decisión y estoy seguro de que los tres que están tienen todo el derecho a estar me quedo tranquilo. Las circunstancias actuales te obligan a tomar esa decisión con muchísimo tiempo de antelación. Antes esperaba a que pasara Sevilla; es lo que hacía mi abuelo. Pero es que si te esperas te encuentras con que los toreros tienen la fecha cogida. Ese fin de semana hay toros en mil sitios, con plazas que duplican o triplican el aforo de Ronda. Si no fuera por lo que representa la Goyesca sería inviable. La plaza es muy pequeña.
P.-Pero los toreros reciben esa llamada con una ilusión especial…
R. -Le tienen un respeto tan grande a la Goyesca que nunca me llaman ofreciéndose. Sé, me consta, que es una llamada que esperan todos. Es como un premio a la temporada, al toreo grande, a la entrega, la emoción… A lo mejor hablo sólo desde el corazón pero para mí torearla era el día más importante del año: Jueves Santo en Triana y la Goyesca en Ronda.
P.-El próximo día 26 se cumplirán 40 años de la trágica muerte de su padre en Pozoblanco. Vamos a asistir a declaraciones de todo tipo pero ahora, más que nunca, hay que subrayar la condición de gran figura del toreo de Paquirri.
R.-Cuando se habla de Paquirri en lo primero que pienso es en mi padre. Al que echo de menos es a mi padre. No tengo palabras para expresar lo orgulloso que estoy como hijo suyo y que se le siga recordando después de 40 años, que haya toreros que me digan que lo son gracias a mi padre, a que fue su espejo, su motivación; que los toreros sigan rindiendo ese respeto a su figura; que se siga leyendo lo que hizo en el toro a base de pundonor, valor, afición, entrega, sacrificio; que se siga leyendo en las letras de oro que él escribió; que se le siga considerando figura máxima del toreo… todo eso me llena de orgullo. Marcó todo un concepto del toreo, una actualización. Mi padre fue el primero que le dio a la preparación física la importancia que tiene en el toro. Tengo que destacar su valor, su capacidad con el capote, las banderillas, la muleta, y con la espada no digamos… No sé si es más necesario recordarlo ahora que se cumplen esos cuarenta años. Yo le echo de menos todos los días.
P.-No hace falta que sea 26 de septiembre para recordarle.
R.-De hecho es una fecha que no me gusta recordar. Para mí es un día terriblemente triste. Intento que pase cuanto más rápido mejor. Es una fecha tan horrible… Prefiero recordar a mi padre el día de su alternativa, en su cumpleaños, hoy mismo, ayer… cuando abrió la Puerta del Príncipe, cuando toreó a Buenasuerte, el toro de Álvaro Domecq que le consagró en Madrid, en la Goyesca con mi abuelo…
P.-Como la del 80, inmortalizada en esa vuelta al ruedo de Antonio Ordóñez, Paquirri y dos niños llamados Francisco y Cayetano…
R.-La corrida Goyesca la había consagrado mi abuelo pero el boom llegó cuando la siguió toreando después de retirado. Los ordoñistas peregrinaban a Ronda pero la explosión definitiva, la que sobrepasó todas las fronteras, llegaría en ese mano a mano del 80 entre mi abuelo y mi padre. Esa corrida rompió todo lo anterior, se salió de lo estrictamente taurino para alcanzar un nivel mediático que algunos periodistas, en su día, usaron para desacreditarme como torero pero esa dimensión mediática es buena. Ahí rompió la Goyesca en su máxima magnitud.
La explosión definitiva de la corrida llegaría a raíz del mano a mano de mi abuelo y mi padre en el 80”
P.-Es importante destacar otras circunstancias. Su padre, Paquirri, se hace matador en pleno auge de una generación de toreros como Camino, Puerta, Camino o El Cordobés y le tocó después lidiar con la difícil transición de los 70.
R.-Y Antonio Ordóñez, Luis Miguel... Fíjate con los que llegó a medirse. Se vio las caras con los mejores del toreo y puso a todo el mundo de acuerdo. Es lo que decía el Loco de la Colina: ¿Quién es el mejor guitarrista? A unos les gustaba Caracafé, a otros Moraíto Chico pero si uno decía Antonio Ordóñez todo el mundo era unánime. Mi padre también puso a todo el mundo de acuerdo en su época y mandó en el toro; se echó a la espalda la responsabilidad de llenar las plazas de toros.
P.-¿Cómo se puede aguantar que haya supuestos periodistas que hablen de su padre sin conocer lo más mínimo de su vida personal ni taurina, de su valía como torero, de su verdadera dimensión?
R.-He escuchado hablar a tanta gente hablar de personas que no conocen… de mi padre, de mi madre… Yo intento no escuchar. Hay gente que tiene un valor o poca vergüenza… ¿Usted que sabe de mi padre? De lo que sufrió, de lo que quería, de lo que sentía…. ¿De qué está hablando? Pero eso es inevitable hoy en día, sería una utopía pedir lo contrario. Lo que hay que hacer es no escuchar a ese tipo de gente. No podemos darles voz.
Mi padre no se conformaba, quería mejorar hasta el punto que aprendió a leer casado con mi madre”
P.-Pero hay un dato fundamental en la vida de su padre que merece ser reivindicado: el afán de superación. Nació en una chocilla sin luz ni agua en Zahara de los Atunes y llegó a la cima del toreo. Ese proceso es ejemplar.
R.-Mi padre es la imagen personificada de la superación; de no conformarse, de querer mejorar hasta el punto que aprendió a leer casado con mi madre. Empezó a trabajar ¡con ocho años! en el matadero de Barbate, junto a mi abuelo. Mi hija Carmen tiene 9 años y no se me puede pasar por la cabeza que pudiera trabajar en un matadero. Y mi padre con un año menos se puso a trabajar de sol a sol como un peón normal. Y de ahí pasó a sacrificarse y a entrenar y entrenar. Y le decían que no tenía calidad. ¿Que no tengo calidad? Lo que tengo son dos cojones. Ese afán de superación, esa ansia de mejora, de buscar lo mejor para los suyos… Lo que consiguió como torero fue gracias a esa constancia. Ya era figura del toreo pero sabía que tenía que aprender a leer. Aprendió y leía los tebeos conmigo. Mi padre ha sido un tipo extraordinario en todos los aspectos y creo que no se le ha acabado de hacer justicia como persona.
Antes de empezar a torear sabía que tenía que ver las imágenes de mi padre en la enfermería de Pozoblanco para saber lo que significaba ser torero"
P.-En la historia doméstica de este país han quedado esas imágenes impresionantes de la enfermería de Pozoblanco que también enseñaron que fue un tío hasta para morirse.
R.-Los toreros pensamos en esas cosas porque tenemos que encararlas pero yo tenía esa pregunta. ¿Cómo puedes enfrentarte a los últimos momentos de tu vida? Eso no es fácil, es muy duro. Antes de empezar a torear sabía que tenía que ver esas imágenes y asumir lo que significa ser torero. Las vi y no he vuelto a hacerlo. Estoy encantado de que ya no las puedan poner en televisión porque es dolorosísimo pero creo que mi padre murió y afrontó la muerte como un guerrero, lo que había sido toda su vida, enseñando su capacidad de sacrificio y entrega absoluta. Dio su vida por lo que amaba: el toro, sus hijos, su familia... Eso es digno de admirar.
Temas relacionados
No hay comentarios