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Morante lo cambia todo

EL REPASO

La declaración de intenciones del genio de La Puebla, que podría volver en Olivenza, invita al optimismo en la antesala de una temporada enmarañada con demasiados nubarrones de trastienda

Morante adelantará su reaparición a Olivenza

Pagés y Matilla esgrimen su derecho a denunciar la adjudicación de la plaza de Santander

El rabo cortado por Morante de la Puebla marcó la Feria de Abril de 2023. / Arjona

Ha bastado un gesto, una mera declaración de intenciones, la esperanza de un regreso que podría tener sitio y hora para que el aire dé la vuelta en un invierno taurino plagado de guerras intestinas que revelan la inoperatividad del sector. Pero Morante, uno de los toreros de nuestra vida, lo cambia todo y es capaz de generar estas ilusiones. La idea es estar en Olivenza en el estreno de marzo, recoger el guante de una temporada más o menos al uso. No, el diestro de La Puebla –previsiblemente- no esperará al fragor de la Feria de Abril –que cae en mayo- para volver a enfundarse el traje de torear. Tampoco escogerá un calendario testimonial de actuaciones si, tal y como cuentan, los avances en la recuperación de los trastornos psiquiátricos que le atormentan son tan palpables. Al menos ésa sería la intención…

A partir de ahí –no sabemos si el arroz con pato ya se ha puesto sobre la mesa- podrían empezar a encajar algunas piezas que andaban sin fijar. Morante tiene plaza en propiedad en la lujosa tarde del Domingo de Resurrección de Sevilla, una corrida con atmósfera, argumento y hasta nómina propia de toreros. También se dice que Roca Rey, en su renovada estrategia, quiere torear menos y cobrar más en la temporada 2025 de la mano de su hermano Fernando mientras las empresas esperan y desesperan para lograr un mínimo hilo de comunicación con el nuevo mentor.

La clave está en Roca

Esos nuevos planteamientos implicarían que Roca Rey renunciaría a estar en Sevilla en la tardía Pascua de Resurrección que el calendario lunar retrasa al 20 de abril, demorando su presencia en la plaza de la Maestranza al ciclo continuado, ya en el mes de mayo. El caso es que si el peruano no cruzara en Resurrección la fronda de la calle Iris dejaría abierta la puerta del cartel a Daniel Luque, excluido de todos y cada uno en los que figura el paladín limeño en un inoperante veto que ha hurtado una competencia real, natural y hasta necesaria.

En los casilleros que maneja Ramón Valencia también tenía peso el nombre de Alejandro Talavante, apoyado en la tibia Puerta del Príncipe que logró el pasado año y la casa empresarial que le apodera. Aunque su encaje, ésa es la verdad, estaría lejos de la verdadera demanda o el gusto del público. En la calle, en los cenáculos de aficionados, en las consideraciones de la prensa  sólo se habla de Juan Ortega, autor de la faena más recordable de la pasada campaña y torero con talle y fuste, éste sí, para estar en Sevilla por Resurrección.

Juan Ortega cuajó la faena de mayor diapasón artístico de la Feria de Abril. / Juan Carlos Muñoz

Juan Ortega: un torero para Resurrección

Dicen que lo personal no se debe mezclar con los negocios pero a nadie se le escapa que los tiras y aflojas con Ortega podrían verse condicionados por los acontecimientos más recientes. Nada que no se sepa y no se haya manoseado más allá de lo recomendable: Valencia y Matilla mantienen su intención de denunciar la licitación de la plaza de Santander, adjudicada inicialmente al sevillano José María Garzón. Se ha contado con pelos y señales: el precontrato de Diego Ventura, rubricado por poderes tras la autorización vía whatssap de su apoderado, Andrés Caballero, está en el centro de un huracán que denota otras intrigas y pone en el centro de la diana el inminente final del contrato de arrendamiento que vincula a la empresa Pagés y la Real Maestranza de Sevilla desde hace casi un siglo.

¿Podría influir el asunto en la contratación de Ortega en Resurrección o su tratamiento en el resto del abono? Es de esperar que no, atendiendo al concepto del torero, la altura artística de la faena dictada el pasado año al toro de Garcigrande y la propia demanda de esa calle que la empresa siempre ha presumido de escuchar a la hora de poner en pie el cartel pascual. El año pasado, el inoperante veto de Roca ya obligó a tirar de tacticismo taurino. No debiera ser el caso…

Otras cosas que comentar

Mientras tanto el año está pidiendo la cuenta y algunas asignaturas siguen estando pendientes. Habrá tiempo, en la bisagra de 2024 y 2025, de profundizar en ello pero las conversaciones más recurrentes en los cenáculos taurinos siguen girando, entre otros temas, en torno al asunto de la televisión, sumida en un auténtico trance de supervivencia sin el concurso de las mismas plazas que la pusieron en funcionamiento. Ya hemos hablado de ello, pero habrá que seguir haciéndolo…

Hay que reincidir en ello: hablar de Sevilla y del año que vendrá es hacerlo del futuro inmediato de la propia plaza de la Maestranza. Andamos en vísperas de la revisión del histórico contrato que el gerente de Pagés querría demorar hasta la temporada 2026 declarándose damnificado por el covid. El célebre bichito, en cualquier caso, también afectó a sus caseros que perciben un tanto por ciento fijo sobre el bruto que se genera en la taquilla y los negocios derivados.

Ahí empezaron a enredarse la cosas a la vez que descendía el apunte toros en los libros de contabilidad de la Casa desde que la crisis económica condenó la pujanza del abono. La explotación turística de la plaza y el museo de la plaza de toros de Sevilla –mucho más que el traído o llevado IVA- es la definitiva piedra del toque, chispa de la sentencia recurrida por empresa y maestrantes mientras se habla de esto o aquello, se mantienen las formas y aguardan la ocasión otros nombres que jugarán sus propias cartas. El año promete no dar descanso; dentro y fuera del ruedo. Pero es tiempo de treguas... Feliz Navidad.

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