Salud sin fronteras
La IA y la humanización
Morante no habrá toreado en la tarde de este jueves, 29 de julio, en la plaza de Tomelloso. Ha sido sustituido por el diestro cacereño Emilio de Justo para lidiar el encierro previsto de Montalvo junto a Alejandro Talavante y Tomás Rufo. Una llamada telefónica de su apoderado, Pedro Marques, en la noche del miércoles –día en el que tenía que haber toreado en Linares- advirtió a la empresa del coso de la localidad manchega de la imposibilidad de cumplir el contrato por segundo año consecutivo desatando la decepción y la indignación de la afición local.
Así lo ha anunciado la casa Lozano en un pasquín colocado en la mañana de este jueves en las taquillas de la plaza que alude a “un problema físico que requiere reposo absoluto” como causa difusa e indeterminada de esta nueva ausencia, justificada con un parte médico que no ha trascendido. La baja de Morante aventa demasiados fantasmas y se une a la polémica espantada del día anterior en Linares –justo el día que se conmemoraba el aniversario de la cogida mortal de Manolete- por supuestas desavenencias con la autoridad gubernativa y el equipo veterinario. Esos tiras y aflojas en torno al ganado a lidiar y las hipotéticas faltas de respeto a los toreros, esgrimidas por el ganadero Álvaro Núñez, precipitaron su caída del cartel junto a Manzanares dejando la corrida, marcada con el hierro de Álvaro Núñez, en un solo de Curro Díaz.
La empresa que comanda el sevillano Luis Garzón asegura que el diestro de La Puebla hará el paseíllo este viernes en la plaza de Tarazona de Aragón junto a Juan Ortega y José Garrido para estoquear una corrida de Capea con las cámaras de OneToro en directo. Por delante tiene una nutrida agenda antes de culminar la temporada en Sevilla por San Miguel, amparando la despedida de Pablo Hermoso de Mendoza junto a Juan Ortega. Después de Tarazona le esperan las plazas de Palencia, Valladolid, Aranjuez, Villanueva del Arzobispo, Guadalajara, Utiel, Almodóvar del Campo, Murcia, Salamanca y Logroño. Conociendo los antecedentes las empresas ya tienen que tener las carnes abiertas…
Morante había reaparecido el pasado 23 de julio en la plaza de Santander. Y lo hizo en plenitud, con las cámaras de televisión por testigo. Después llegaron las citas de Azpeitia, Huelva, las dos tardes del Puerto, Marbella, Pontevedra, Huesca, San Sebastián y las más recientes de Málaga, Gijón, Almería, Antequera y Cuenca, elevándose sobre el pelotón por encima de trofeos, números o estadísticas. La mejor noticia era que Morante andaba feliz en la cara del toro.
Aquella reaparición santanderina, hace más de un mes, ponía fin a los 50 días de incertidumbre que siguió a su decisión de cortar la temporada después de torear en Cáceres el primero de junio. Lo anunció seis días después, justo antes de la corrida de Beneficencia de Madrid que ya no toreó. Se disponía a interrumpir su campaña sin fecha fija de vuelta con el compromiso, o la intención, de retomar el ritmo de sus actuaciones en cuanto se encontrara repuesto. En ese momento se inició un proceso un punto delirante. A la vez que iban goteando las sustituciones del matador cigarrero se le seguía anunciando sin descanso en el calendario de las ferias con escasísimas excepciones como la Aste Nagusia de Bilbao.
Las razones de ese parón eran bien conocidas: Morante arrastra desde su juventud un trastorno de la personalidad que ya le obligó a retirarse hace veinte años, siendo tratado en Miami. Las alarmas se habían empezado a encender de nuevo desde que el torero compareció, visiblemente demacrado y con problemas para expresarse, el pasado 9 de febrero en la entrega de los I Premios Andalucía de Tauromaquia. Lo recibió en el hotel Alfonso XIII de Sevilla junto a Curro Romero de manos del presidente de la Junta, Juanma Moreno.
Desde aquel momento se empezaron a alimentar los rumores sobre el alcance y el recrudecimiento de esa dolencia psiquiátrica. No tardó en trascender que era así… Morante iba a iniciar su temporada, plagada de contratos, envuelto en demasiadas incertidumbres. Todo quedaría en evidencia cuando se vio obligado a hacer un primer receso antes de hacer el paseíllo en la corrida del Domingo de Resurrección que levanta el telón de la temporada sevillana. Después llegaría el largo parón entre el 7 de junio y el 23 de julio y ahora un enigmático y breve alto en el camino cargado de dudas y envuelto en demasiados silencios.
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