Martínez, Hurtado y Troncoso a la final
Tercer festejo del Ciclo de Promoción de Nuevos Valores
La gran sensación del último festejo clasificatorio la brindo el joven novillero de Coria, que cortó una oreja de peso
El jurado también clasificó al aspirante de Los Palacios y a Pepe Martínez, de Valencina, que había actuado en el primer festejo clasificatorio
Segundo festejo clasificatorio: Ruiz de Velasco marcó la diferencia
Primer festejo clasificatorio: Pepe Martínez, con un pie en la final
A la tercera iba la vencida. Era la última oportunidad para abrirse un hueco en la final del día de Santiago teniendo en cuenta que ya había tres novilleros que habían logrado puntuar en los dos primeros festejos de este ciclo de promoción. El hándicap era superar el brillo y el peso de esas actuaciones para seguir en la lucha, optar a ganar el preciado vestido que regala la Maestranza... Había dos nombres rotundos en la mente del aficionado y ayer se sumó un tercero aunque el jurado, que no lo tuvo fácil, se decantó por lo más reciente. Algún nombre se quedó en el camino.
En cualquier caso hay que resaltar como merece la actuación de Jorge Hurtado, jovencísimo extremeño de Coria, que iba a mostrar frescura, claridad de ideas y sentido del ritmo en una faena cosida con excelentes muletazos sobre ambas manos. Fue una labor a más, de trazo rotundo y empaque natural. Hurtado se hartó de torear, mandando cuando hacía falta; templando siempre, desmayándose en los remates. Los ayudados finales abrocharon la obra. Pinchó dos veces antes de agarrar la estocada. La oreja era de mucho peso y el pase a la final se antojaba automático.
También iba a entrar en esa terna de finalistas el palaciego Manuel Troncoso, presentado por la escuela de Utrera. El cuarto había salido abantito, se dolió en banderillas y llegó a la muleta con una fuerte querencia a tablas, berreando en cada pase. Troncoso acertó a torear con ritmo y ligado, solventando a base de firmeza los defectos de una embestida informal, desordenada y rebrincada. Trasteó mejor de lo que merecía al bicho y hasta se gustó en los naturales finales, dichos de frente, antes de matarlo pronto y bien. La oreja era más que justa.
Iván Rejas, granadino, cruzó el ruedo con afectada parsimonia para recibir al primero a portagayola sin demasiados clamores. Fue un novillo mansito y desclasado que salía a su aire en el capote. El hombre no dudó en tomar los palos, comprobando la fortísima querencia de un animal que iba a llegar al último tercio costándole seguir la muleta hasta el final. Sin humillar ni emplearse, quedándose a mitad de viaje, convirtió la faena en una seria declaración de intenciones del chaval, llegando a torear con garra y pulso, muy para dentro, manejando la izquierda.
El segundo, un manejable e informal ratón que bajaba del conjunto, iba a ser lidiado por Víctor, un francés de la escuela de Arlés que sorprendió por su lánguida puesta en escena. Vertical la planta, llevó al eral en muletazos cambiados por ambos pitones antes de ponerse a torear por redondos de aire amanoletado, abusando un poco de los efectos especiales en una labor personal, también algo desconcertante; seguramente por definir. El espadazo fulminante validó el trofeo.
Salió el tercero para Julio Méndez, presentado por el Patronato de Tauromaquia de Badajoz. Fue un novillo reservón y berreón, muy aquerenciado en banderillas, que no terminó de desplazarse por el lado derecho. El novillero pacense tardó en ponerse por el otro pitón aunque sólo iba a encontrar brusquedad y mal estilo. Con esos mimbres sólo cabía andar puesto y dispuesto para resolver la papeleta de la mejor manera aunque abusó un poquito al final y resultó cogido sin consecuencias. La espada entró a la primera pero la petición no fue atendida.
Quedaba el sexto que iba a ser lidiado por el novillero espartinero Daniel Fernández, criado taurinamente al cobijo de Tomás Campuzano. Fue un eral que dio ruido y se movió sin clase ni estilo. El chaval iba a mostrar desparpajo, oficio y una buena baraja de recursos para solventar la papeleta, que no era fácil.
Al final del festejo, previa deliberación del jurado formado por los asesores artísticos de la presidencia de los festejos, se proclamaron los finalistas que dirimirán la victoria en este XXXVII ciclo de promoción. El primero era el valencinero Pepe Martínez, que ya había brillado en el primer festejo clasificatorio. Los otros dos alternaron este jueves: el palaciego Manuel Troncoso y este coriano, Jorge Hurtado, que podría haber cortado dos orejas con mayor contundencia estoqueadora. La gran final llegará el próximo jueves.
FICHA DEL FESTEJO
GANADERÍA: Se lidiaron erales de Villamarta, desigualmente presentados. Se dejó más por el izquierdo el desclasado primero; fue manejable el esmirriado segundo; deslucido y brusco el tercero; defectuoso el cuarto; noble y colaborador el quinto; más áspero el sexto..
ASPIRANTES: Iván Rejas (Escuela de Atarfe), de verde manzana y oro, ovación tras aviso; Víctor (Escuela de Arlés), de corinto y azabache, oreja; Julio Méndez (Patronato Provincial de Tauromaquia de Badajoz), de blanco y oro, vuelta tras petición y aviso; Manuel Troncoso (Escuela ‘Curro Guillén’ de Utrera), de celeste y oro, oreja tras aviso; Jorge Hurtado (Coria), de rosa palo y oro, oreja; Daniel Fernández (Espartinas), de celeste y azabache, ovación tras aviso.
INCIDENCIAS: La plaza registró más de media entrada en noche infernal.
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