Manuel Escribano: la épica como norma
ESPECIAL MATADORES (VII)
La tarde del 13 de abril en Sevilla con la corrida de Victorino Martín marcó la campaña del torero de Gerena
El guión de su trayectoria sigue estando escrito con los hierros más duros del campo bravo
Las verdades de Manuel Escribano
Manuel Escribano: el toreo como heroicidad
La imagen forma parte del argumento central de la pasada Feria de Abril. Manuel Escribano había vuelto de la enfermería de la plaza de la Maestranza para recibir a portagayola al sexto toro de Victorino Martín con la montera calada, ataviado con unos vaqueros y despojado de la chaquetilla. Dos horas antes había sido cogido en el mismo terreno por el primer ejemplar de una tarde en la que también competían Borja Jiménez y Roca Rey. Pero el peruano iba a encontrar las reticencias del público en una tarde a contrapelo.
La historia más trascedente del festejo la iba a escribir el bravo diestro de Gerena. Llevaba una cornada y exigió ser intervenido con anestesia local para poder volver a la palestra. Manuel volvió a tirar la larga abriendo una trepidante actuación que merecería el premio de dos orejas. Aquel momento, reforzado por el clásico pasodoble Amparito Roca que tocaba la banda de Tejera acabaría marcando el propio ciclo abrileño a la vez que resumía en un solo festejo todas las claves de una carrera forjada en las fronteras de la épica, el heroísmo y el esfuerzo.
Un libro revelador
Esa primera tarde abrileña, completada con el segundo plato de los miuras, está en el cuadro de honor de una temporada en la que Manuel iba a alumbrar al alimón con su íntimo amigo Antonio Ramírez de Arellano un libro autobiográfico -editado por El Paseíllo- que narra con estilo directo y natural las claves de una vida profesional que no se pueden deslindar de dos grandiosos triunfos y dos horrendas cornadas. Hablamos de una collera de toros clave en su trayectoria como Datilero, de Miura, que le sacó del sótano del toreo en 2013; y Cobradiezmos, ese victorino inolvidable que mereció el perdón de su vida por su bravura exigente en la Feria de 2016.
Esas apoteosis tuvieron la réplica en los mismos años que se produjeron de los gravísimos percances de Sotillo de la Adrada y Alicante. Las cornadas le colocaron a las puertas de la muerte y han dejado secuelas imperceptibles para el público pero dolorosas para el torero que volvió a poner a prueba su capacidad de recuperación y ese ejemplar afán de superación que ha marcado su carrera en la última deécada. En esa dualidad -el triunfo y el dolor- se ha cimentado la carrera de Escribano que, en su fuero interno, siempre se ha considerado apto, preparado y merecedor de otro trato de las empresas para moverse más allá del circuito de las corridas duras en el que ha encontrado fama y hacienda. Hay que reconocer que la lista de toros con dos orejas cortadas en Sevilla es extensa, intensa y rotunda pero no le ha librado de la doble ración de ricino que, pese a todo, le ha convertido en lo que hoy es otorgándole una identidad inconfundible. Pero hay que anotar otra constante: Escribano se ha ganado el respeto y el reconocimiento de todo tipo de públicos.
La campaña
Escribano ha concluido la temporada con 30 corridas toreadas y en el puesto 13 del escalafón. Nueve de esos festejos fueron en cosos de primera; seis en los de segunda y quince en los de tercera. Ha sumado 61 orejas y cuatro rabos en una campaña, la de 2024, que arrancó con un bolo menor en Hellín para, sin anestesia, asomarse al inmenso ruedo de la Maestranza. Ya hemos referido la épica de su primera actuación que iba a hacer peligrar seriamente su segundo compromiso delante de la corrida de Miura. El torero llegó a la cita del antiguo Domingo de Farolillos por los pelos, apurando con esfuerzo, sudor y lágrimas los plazos de recuperación de la cornada sufrida unos días antes. Impasible el ademán volvió a marcharse a la puerta del chiqueros...
Pero había que seguir y la plaza de Madrid, ese castillo famoso, volvía a erigirse en el horizonte después de dos años largos sin pisar Las Ventas. Fue el 6 de junio: Escribano volvería a aliarse con la épica, entregándose a tope bajo la lluvia hasta el punto de resultar feamente volteado. La plaza iba a pedir una oreja que el palco denegó. El siguiente compromiso de entidad era en Alicante, un escenario inseparable de la carrera del torero de Gerena que le vería salir triunfante el día de San Juan con sus victorinos. Al día siguiente le esperaba en Tarifa un compromiso de mayor carga personal que trascendencia taurina al encerrarse triunfalmente con seis toros de distintas ganaderías para celebrar su vigésimo aniversario de alternativa.
Y de Tarifa a Burgos, donde resultó lesionado. Tampoco hubo suerte en Bayona pero en Pamplona y por San Fermín, con la de Miura, saldría puntuando. En Mont de Marsan, con la de Victorino, perdería premio con el acero. En Huesca, entrado agosto, hubo puerta grande que también traspasó en Guijuelo, de nuevo con victorinos. En Málaga, el día 17 de agosto, iba a cortar una oreja de muchísimo peso con una corrida de Murteira. La racha seguía y en la Magallánica de Sanlúcar de Barrameda desorejó a otro miura; abrió la puerta grande en Priego...
Cambió el mes y hubo triunfo con los adolfos en Daimiel; cuatro orejas en Melilla;escasas opciones en Dax y un trofeo con fundamento en Valladolid. En medio de otros triunfos en plazas menores el diestro de Gerena iba a encarar el final de su campaña en Albacete, Zaragoza y Jaén. En la capital manchega los toros de Victorino Martín no iban a dar opciones. Casi un mes después, el día del Pilar, le esperaba otra de Miura a orillas del Ebro, dejando los mejores muletazos de la tarde con un cuarto que se prestó. En el Santo Reino, finalmente, acudía como debutante y se marchó como triunfador y autor de la mejor faena de la feria de San Lucas ante sendos ejemplares de El Torero y Fuente Ymbro. Fueron cuatro orejas, petición de rabo... un excelente colofón para una notable temporada que mantiene el crédito del bravo diestro de Gerena.
A partir de ahí surgen las preguntas. ¿Permitirá este sistema cerrado que pueda saltar de órbita, ocupar carteles de distinto argumento? ¿Seguirá siendo diestro base para estoquear las camadas de Victorino Martín y Miura? La cuestión se enreda en su propio bucle melancólico en el confín de una carrera enhebrada a varias cimas inolvidables y a esos dos percances que habrían aniquilado el ánimo de cualquiera. Pero más allá de todo eso hay que subrayar que Manuel Escribano fue capaz de resurgir de sus propias cenizas para encaramarse al circuito de las ferias. Las corridas duras le han encasillado, es verdad. Pero también le han otorgado una identidad definida. Es difícil cambiar el guión de una historia en la que, eso sí, es rey.
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