AMÉRICA TAURINA
Borja Jiménez confirma este domingo en la México
Feria de Sevilla | Undécima de abono de la Maestranza
Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla
GANADERÍA: Toros de Jandilla-Vegahermosa. El segundo fue devuelto y suplido por otro del mismo hierro. Corrida con buenas hechuras y de juego desigual, destacando el lote de Rufo.
TOREROS: José María Manzanares, de verde y oro, aviso con saludos y silencio. Pablo Aguado, de vino tinto y oro, silencio en ambos. Tomás Rufo, de plomo y oro, dos orejas y oreja.
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Diego Vicente, Juan Sierra, Andrés Revuelta y Fernando Sánchez; destacó a caballo Manuel Jesús Ruiz Román.
INCIDENCIAS: Undécima corrida de abono en tarde de calor con bruma. Lleno en sombra y tres cuartos en sol. Tomás Rufo salió por la Puerta del Príncipe.
Tras la apoteosis morantista del día anterior, nueva Puerta del Príncipe y sería a cargo de un joven torero que en tres tardes sevillanas ha logrado abrir en dos ocasiones la puerta mayor del toreo. Atiende por Tomás Rufo, es de Talavera de la Reina, basa su éxito en un concepto castellano de firmeza y reciedumbre y puede presumir de algo que no está al alcance de muchos como son los que sueñan con salir por la Puerta del Príncipe y es haberla abierta en dos ocasiones.
La tarde era de resaca y el runrún se centraba en lo que había sucedido la tarde anterior en el templo maestrante. En todos los comentarios. el común denominador de presagiar que habrá una lluvia de premios para su persona. Y eso que estamos en una Feria de grandes triunfos, pero lo conseguido en la tarde anterior por el orfebre cigarrero se considera como de otra galaxia.
Y en esas estábamos cuando al primer tapón llega la zurrapa de comprobar que Manzanares no atraviesa los mejores momentos de su carrera. Aunque Serpentín mansea en el caballo y no da la impresión de que quiera pelea, el alicantino toreó mecánicamente, como sin alma. Levanta el nivel con la diestra, pero el toro dice que nones y, albricias, una estocada hasta la mano nos devuelve la imagen del gran estoqueador que es, o era, Josemari. Lo levantó el puntillero y sonó un aviso.
En el cuarto va a tener el infortunio de la poca fuerza de Repipi, un castaño de buenas hechuras que no puede con su alma. Unos redondos marcas de la casa, plenos de empaque, hacen concebir esperanzas, pero no hay nada que hacer, se va por la espada y repite el sainete del otro día. Decididamente no corren buenos tiempos para el alicantino.
Pablo Aguado siempre es recordado por aquel viernes de Feria de 2019. En esta ocasión aún más, ya que se va a enfrentar con toros de Jandilla, la misma divisa de aquella tarde histórica. Pero al sevillano le toca en desgracia el peor lote del encierro. Tras un buen recibimiento con el capote, Sentencioso claudica y es devuelto, siendo sustituido por su hermano Vid. Pablo replica por chicuelinas a un quite de Rufo por ese mismo palo, pero el toro se raja demasiado pronto y los deseos del torero no son bagaje suficiente para sacar aquello a flote. Mata de estocada corta, pitan al toro y el espeso silencio maestrante cae sobre la obra del matador. Con unas verónicas ricas en temple recibió Pablo al quinto, que atendía por Talador y que blandea al poco de pisar el albero. El toreo cree que es posible sacar algo en claro, brinda a la plaza y saca una labor templada hasta que el toro se para del todo. Tras unas pinceladas sin rematar despena al burel de pinchazo y estocada.
El lote y, por ende, el triunfo fueron para Tomás Rufo, que salió muy dispuesto desde que entró en quites con el toro de Aguado. Brindó a la plaza la muerte de Insensato para comenzar en una serie de redondos con ambas rodillas en tierra que calentaron a unos tendidos que seguían reinando en lo del día anterior. Pero el talaverano no levantó el pie del acelerador y con un toreo mandón logró repetir lo del año anterior. Cortó las orejas a ese primero de su lote, que con una muerte de bravo empujó a la petición de trofeos, las dos orejas y media Puerta del Príncipe abierta.
No se le escapaba ni con alas el triunfo que le visara el pasaporte para salir por el Paseo Colón. Llegó una barbaridad al público con esos de pecho circulares que prodigó más unos naturales muy cruzado al pitón contrario, firmísimo en los redondos y cuando remató con unos naturales a ralentí sólo faltaba que matase bien para abrir la puerta más deseada. Se fue tras la espada con una decisión indomable y una oreja de Levítico para el, Puerta del Príncipe, una más en esta Feria tan pródiga en orejas, ¿demasiadas? Quién sabe, la gente las pide y...
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