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Roca le pega pases a un borrico

Feria de Sevilla | Duodécima de abono de la Maestranza

El peruano se las avió para cortar una oreja al lote de mansos que le tocó

Reaparecía Sebastián Castella y, como Juan Ortega, se estrelló en los mansos de Victoriano del Río

Contracrónica: Banderillas lilas y digestiones pesadas

El triunfador de la tarde, desplantado, cita a 'Cóndor', el manso burraco que cerraba el festejo y que se fue al desolladero sin una de sus orejas. / Juan Carlos Muñoz

Ficha

Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla

GANADERÍA: Seis toros de Victoriano del Río-Toros de Cortés bien presentados y mansos todos ellos.

TOREROS: Sebastián Castella, de blanco y plata, saludos y aviso. Juan Ortega, de tabaco y azabache, silencio en ambos. Andrés Roca Rey, de azul marino y oro, oreja en los dos.

CUADRILLAS: Extraordinarios pares de Antonio Chacón, saludando también José Chacón. Bien a caballo José Manuel y Manuel Quinta, y Sergio Molina.

INCIDENCIAS: Duodécima corrida de abono en tarde nublada y calurosa. Se colgó el cartel de 'no hay billetes'.

Está claro que se trata de un torero que puede gustar o no ser del gusto del aficionado, pero que quien llena las plazas es Andrés Roca Rey nadie puede ponerlo en duda. Y tras ver cómo en carteles más del gusto del aficionado sobró papel en la taquilla, este viernes se volvía a demostrar que el peruano lleva a la plaza gente de la que no suele prodigarse. De siempre ha pasado así y es que si el toreo viviese únicamente del aficionado fetén habría muerto por consunción. Por eso es de agradecer que de vez en cuando surja un Cordobés del momento para que la Fiesta perviva.

Poderoso natural de Andrés Roca Rey a 'Desenvuelto, el tercer toro de la tarde. / Juan Carlos Muñoz

Y tras estas disquisiciones vayamos a lo acontecido este viernes en el ruedo baratillero. Y lo que sucedió tiene como primer capítulo el desastroso juego de los toros que envió Victoriano del Río. Toros con trapío, de preciosa lámina, sobre todo los sardos que cerraron el festejo, pero sin una gota de bravura en sus venas. Toros pregonaos desde que salían, huyendo de cuanto se les pusiera por delante. Una corrida decepcionante que iría a salvar ese torero que pone las plazas a reventar y que lleva en sus telas alguna pócima misteriosa que le permite darle pases a un borrico.

Descorazonado Sebastián Castella en su reaparición al ver cómo sus esfuerzos fueron en balde. / Juan Carlos Muñoz

Y es que la torada era un simulacro, pues deberían ser borricos disfrazados con unos cuernos de atrezo que les hacían parecer toros. Ante esos semovientes se estrellaron Castella y Ortega, desconocedores de la fórmula magistral que emplea Roca para lograr que los borricos parezcan toros. Y hay que ver cómo puso de su parte el francés para salir con éxito de una reaparición que Sevilla acogió mostrándole afecto al romperse el paseíllo. Y Sebastián correspondió con denuedo, pero el toro está loco por irse a su querencia natural de chiqueros y así le sacó algún natural que otro, pero imposible la continuidad. Hizo lo que pudo, hasta templó a favor de querencia, pero era inútil. Saludó tras una estocada arriba y un golpe de verduguillo. En su segundo hasta brindó a la plaza y ni siquiera le sacó provecho al encimismo, cundió el aburrimiento y hasta otra.

Infructuoso intento de toreo en redondo de Juan Ortega ante la mansedumbre del quinto toro. / Juan Carlos Muñoz

Juan Ortega se ha ido de la Feria con el único dato reseñable de haber espoleado a Morante la tarde del rabo. Aquellos lances de ensueño han sido lo salvable de una Feria negativa para el torero. este viernes navegó entre silencios y ni un solo lance pudo dar. Claro que no está hecho el toreo de Juan para la boca del asno, que es lo que le entró en el loteó que sorteó. Alguna pincelada suelta, el inicio de faena al quinto con unos doblones llenos de temple y torería, pero nada más. Y lo peor de todo, algo que no debe repetir, fue la insistencia. Ya sé que esto está muy difícil y que, para colmo, se ha quedado fuera de Madrid, pero lo peor que puede hacer un torero de su corte es aburrir y este viernes aburrió. El sardo era otro borrico y había que abreviar y a otra cosa.

Infumable envió ganadero, preciosos de lámina, pero sin una gota de sangre brava

...y Andrés Roca Rey, el hombre que le saca pases a un borrico si es que viene al caso. Y vino al caso, vaya que si vino. Y si Fernando Fernández-Figueroa Guerrero no se pone en su sitio hubiera caído una Puerta del Príncipe más. Al conjuro del limeño va gente a la plaza que no suele ir, por lo que quiere salir del coso contando maravillas. Y una de esas maravillas que pudieron contar para darle envidia a sus conocidos es que vieron a Roca Rey salir por la Puerta del Príncipe. No fue así, pero el mérito de este cóndor andino es indiscutible. A su primero, que fue picado al relance y por el reserva en chiqueros lo entendió desde el primer pase. Le tapó la querencia en cada muletazo, enardeció a la plaza, lo mató por arriba y oreja habemus; pueblerina quizás, pero oreja que puntúa. El sexto se llamaba Cóndor y Andrés metió a la gente y a Cóndor en el canasto sacando pases imposibles al borrico sardo. La gente pidió la segunda oreja, el presidente sólo dio una y la Puerta del Príncipe no fue mancillada. Y salvaguardado que fue el honor de la puerta mayor del toreo, este sábado vuelve al primer templo de la tauromaquia José Antonio Morante de La Puebla... del Río, claro.

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