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Nuevas confirmaciones en Icónica Sevilla

La familia del toro sevillana se reúne a las plantas de la Virgen de la Caridad

TOROS Y COFRADÍAS

Paco Ojeda, Litri, El Cid y el Tato fueron algunos de los muchos toreros que acudieron a la llamada de la Hermandad del Baratillo en torno a la tradicional eucaristía de acción de gracias del mundo taurino

Los toros y la Hermandad del Baratillo: de Pepe Hillo a Morante

Hablando de toros a las plantas de la Piedad

Las gentes del toro volvieron a dar gracias a las plantas de la Virgen de la Caridad. / Andrés Alfonso Quiles

Hubo que abrir las puertas del recoleto templo de la calle Adriano para que todos pudieran seguir una misa, la de acción de gracias del mundo taurino organizada por la Hermandad del Baratillo, que año a año gana en poder de convocatoria. Ya son 19 ediciones y la cita sigue siendo a las plantas de la Virgen de la Caridad, una imagen íntimamente ligada a la devoción de los coletudos de Sevilla que la tenían como patrona de aquella antigua asociación de la Vejez del Toreo que daba socorro a los lidiadores desamparados.  

La dolorosa de Fernández Andés, un año más, esperaba a las gentes del toro descendida de su camarín después de haber estado expuesta a la veneración de sus hermanos y devotos en el solemne besamano que culminaba unos cultos epilogados con este capítulo que ya forma parte de la cotidianidad de la cofradía del Miércoles Santo, subrayado por el capote de brega que acompañaba a la imagen. La eucaristía sirve de acción de gracias por la temporada que acabó y el recuerdo a las gentes del toro que se fueron en el año que está a punto de caducar. Pero este año había un detalle más: la Virgen lucía una bellísima cruz pectoral que había sido regalada por el cardenal sevillano Miguel Ángel Ayuso, fallecido este mismo lunes, que estaba estrechamente vinculado a la corporación del Miércoles Santo. 

También tocaba pedir por los que están y por todos los que acudieron hasta desbordar el aforo de la capilla. La ceremonia, cuidada en todos sus detalles por la hermandad, estuvo concelebrada un año más por don Andrés Ybarra, director espiritual de la corporación del Arenal, y el joven sacerdote don Plácido Manuel Díaz Vázquez, estrechamente vinculado a la hermandad y delegado de Pastoral Gitana. Ybarra, en su homilía, trazó hermosos paralelismos desde el evangelio con el afán de superación de los toreros que brillaban por su número y categoría. 

La familia del toro había respondido a la llamada. Volvía a brillar con luz propia la presencia del gran Paco Ojeda además de su íntimo Miguel Báez Litri, hermano de la corporación, y Raúl Gracia El Tato. Pero la lista de coletudos fue mucho más amplia y había que sumar a los matadores de toros Manuel Jesús El Cid, Tomás Campuzano, Curro Durán padre e hijo, Eduardo Dávila Miura, Calerito, Oliva Soto, Rafael Astola o Manolo Vázquez además de los novilleros Miriam Cabas, Mariscal Ruiz, Javier Zulueta y Villita y los veteranos banderilleros Gabriel Puerta, Rafael Torres, Curro Javier y Curro Robles además del diputado de plaza de la Real Maestranza, Luis Manuel Halcón Guardiola y el presidente de la plaza, José Luque Teruel.

Tampoco faltaron los empresarios Enrique Peña y Rafael Peralta o el infatigable delegado del gobierno de la Junta, Ricardo Sánchez, entre otras muchas personalidades del mundillo del toro que toman espíritu de familia en entrañable acto que también convoca a aficionados, periodistas y hermanos de la propia corporación del Baratillo con Rogelio Gómez Trifón, Pedro Dormido Girón y Joaquín Moeckel a la cabeza. 

La celebración litúrgica tuvo muy presente la memoria de las gentes del toro fallecidas durante el año: Carlos Corbacho, José Rodríguez Campuzano –padre de la saga de toreros de Gerena-, Antonio Amores, Luis Saavedra, Emilio Oliva, Gabriel de la Haba Zurito, Juan Carlos Beca Belmonte, Pepín López, Juan Punta, José Luis Martín Lorca, El Jaro, José Alpresa y los diestros Paco Camino y Pepe Luis Vázquez, fallecidos el pasado verano. De la misma forma hubo una petición especial para el médico Diego Cantalapiedra, del equipo médico de la plaza de la Maestranza, que atraviesa un momento delicado de salud. 

La Virgen de la Caridad, con el pectoral de Ayuso y junto a un capote de brega. / M.G.

Antes de despedir la eucaristía, el hermano mayor del Baratillo, Luis Fernando Rodríguez Carrillo agradeció a los presentes la asistencia a este acto que refuerza año a año los vínculos de la cofradía del Miércoles Santo con el planeta de los toros. El hermano mayor aludió especialmente a los fastos de la coronación de la Virgen de la Piedad y al protagonismo vivido en los mismos por las gentes de las sedas y los oros. Pero la eucaristía fue epilogada de la extensa intervención del catedrático emérito Manuel Romero introduciendo la lectura de unos versos del siglo XVIII, obra del dominico Fray Pedro de Guzmán y dedicados a la Virgen de la Caridad de Sanlúcar, que fueron declamados por el periodista Jesús Vigorra. Hubo misa pero también mesa para redondear esta entrañable convivencia en una tarde noche de devoción, memoria, amistad y toros. 

Nexos históricos 

Los vínculos de la Hermandad del Baratillo con el mundo taurino y la propia Maestranza son casi tan antiguos como la propia capilla de la hermandad, elevada junto al primitivo monte Baratillo algunos años después de la trágica peste de 1649 que convirtió aquel paraje extramuros de la ciudad en un inmenso cementerio señalado por la cruz que aún campea en la cúpula del coqueto templo del Arenal. 

Junto a ese lugar, se construirían los sucesivos cosos provisionales que desembocaron en la construcción de la actual plaza de toros a finales del siglo XVIII. La capilla llegó a servir de oratorio de los toreros que actuaban en el coso maestrante. En uno de sus altares, además, se conserva una imagen roldanesca de San José, regalo del legendario diestro Pepe Hillo. 

Esos vínculos se estrecharon con el tiempo hasta escoger a la Virgen de la Caridad como patrona de la extinta Asociación Benéfica de Socorros a la Vejez del Torero. El llamador de su palio, incluso, es sostenido simbólicamente por un angelito tocado con montera torera. Es la misma imagen que en la salida de 2019 estrenó la rica saya confeccionada con el vestido verde lago y oro que lució Morante de la Puebla en su último compromiso de la Feria de Abril de 2016. 

 

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