Eduardo Dávila Miura, matador de toros

Todo es más fácil de lo que imaginamos

Tribuna

El torero Eduardo Dávila Miura recuerda a su amigo y compañero Pepe Luis Vázquez, fallecido recientemente

Pepe Luis Vázquez saluda al público de Granada el 16 de junio de 2017.
Pepe Luis Vázquez saluda al público de Granada el 16 de junio de 2017. / pedro hidalgo

08 de agosto 2024 - 07:00

El 14 de julio del año 2016 intentaba quien escribe dormir la siesta en una habitación de un hotel de Pamplona horas antes a enfrentarse a una corrida de Miura. Momentos esos que conocen bien mis compañeros de profesión, donde dudamos de todo y siempre nos hacemos la misma pregunta... ¿Qué hago yo aquí? ¿Merece la pena esto?

El miedo está presente y se masca. La responsabilidad y la presión te comen. El único alivio es saber que en tres o cuatro horas todo habrá pasado. Para bien o para mal. Como decía Juan Belmonte: “Mañana será de día”.

De repente, el móvil que está sobre la mesilla de noche se enciende al recibir un whatsapp y cuál es mi sorpresa al ver que me lo envía el maestro Pepe Luis Vázquez, hombre poco dado a estas nuevas tecnologías. La sorpresa me anima a leerlo y, mira por dónde, recibo el mejor mensaje que podía recibir en esos momentos.

-“Eduardo, tranquilo que va a salir todo bien y recuerda que todo es más fácil de lo que imaginamos”.

¡¡¡Ole , ole y ole!!! No se puede decir más con menos. No se puede mandar un mensaje de ánimo más certero.

Esa era la enorme sensibilidad que tenía Pepe Luis. Hacía que todo el que estuviera con él se sintiera importante. Tremendamente prudente, medido, capaz de estar volviendo loca a toda una plaza de toros y rematar dejando a todos con la miel en los labios. Con él nunca sobraba, siempre faltaba y te dejaba con ganas de más. Y ese extraordinario sentido del humor, capaz de hacerte reír en el momento más complicado y difícil. Como en aquella Feria de Sevilla del año 2002, donde toreamos junto a Fernando Cepeda la corrida de Gavira. Aquel día estaba yo en la habitación del hotel colón impaciente por salir hacia la plaza y eso unido a que siempre me dio miedo llegar tarde a torear salí con bastante tiempo de antelación. 

De la calle canalejas a la calle Antonia Díaz no cogimos ni un semáforo en rojo ni nada que parara la furgoneta. Así que faltando casi una hora para las 18:30, hora de comienzo de la corrida, estaba yo entrando por el callejón de Iris totalmente vacío de aficionados. Recuerdo incluso entrar en el patio de caballos y ver por encima de las tablas la manguera abierta de estar regando los operarios el piso de plaza.

En aquel momento pensé: “Lo que me queda aquí de aguantar hasta las 18:30”. Mi sorpresa fue que cuando entro en la capilla allí estaba Pepe Luis con su cuadrilla. Cuando me acerque a él para desearle suerte y darle un abrazo, me dijo con su gracia natural... ¡Anda que va a empezar la corrida sin nosotros!

Pepe Luis, ojalá tu mensaje se vuelva a cumplir y la vida sea más fácil sin ti de lo que estamos imaginando los que hemos tenido la suerte de disfrutarte.

Un abrazo de tu amigo y admirador Eduardo Dávila Miura.

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