En el estreno del nuevo Reglamento

EL REPASO

El nuevo texto que regirá el espectáculo taurino en Andalucía merece ser matizado mientras los aficionados siguen hablando de Morante…

La Red de Municipios Taurinos de Andalucía engloba ya 168 localidades

El nuevo Reglamento Taurino de Andalucía ya está en vigor

Las plazas llenas son el mejor síntoma de la buena salud de la tauromaquia.
El nuevo Reglamento Taurino de Andalucía ya es una realidad. / M.G.

El cacareado Reglamento Taurino de Andalucía ya está publicado en el BOE después de innumerables anuncios y demoras sobre el estreno de un texto que, ésa es la verdad, delata y certifica el interés y apoyo de la administración autonómica por una de las señas de identidad más genuinas de esta tierra. Andalucía no se puede entender sin su riquísima historia taurina, estrato fundamental de una cultura ancestral que suma antropología, el riquísimo legado ecológico y genético del campo bravo y hasta la importancia económica del negocio.

La puesta en marcha de este nuevo marco normativo es cuestión de unos pocos días y su texto servirá para regir esa Feria de Abril –que este año es poco abrileña- que relevará a los cirios y capirotes en la yema de la primavera. Todo está a las puertas pero ahora toca hablar y comentar algunos aspectos de ese reglamento que tiene evidentes aciertos y puestas al día, alguna omisión que no adivinamos si fue evitable; también algunas frenadas largas que convendría comentar.

Vaya por delante una premisa: las corridas de toros no están hechas para cumplir un reglamento. No es ése su objetivo, tal y como un día proclamó el gran Paco Ojeda sentenciando que el reglamento está para los que no saben de toros. La frase, genial, hay que entenderla. Esas normas sí deben ayudar a potenciar la brillantez de un espectáculo que necesita estar normalizado pero no hasta el punto de lastrar la libertad creativa, su propia brillantez o la libertad de un público que tiene o debería tener un papel decisorio. Más allá de eso, cabría acotar el verdadero debe del espectáculo taurino al rebasar el primer cuarto del siglo XXI. Los toros embisten en una proporción inédita por más que se haya tendido a un comportamiento uniforme y excesivamente previsible; el nivel técnico de los toreros es apabullante… ¿Dónde está el problema?

Apoteosis de los tiempos muertos

El principal problema es la falta de ritmo y la apoteosis de un espectáculo que sí podría mirar en su mejor pasado –no se trata de sucumbir a la melancolía- para saber que se ha quedado por el camino. La deriva de la suerte de varas, empobrecida por un caballo inexpugnable y una puya demoledora, ha limitado el tercio a esos dos puyazos en plazas de primera y la única entrada al acorazado en cosos de inferiores categorías. La consecuencia es la falsificación de esos quites que, en realidad, son simulacros lejos del caballo. Todo tarda demasiado, todo se escenifica con una pretenciosa ceremonia que lleva las corridas más allá de dos horas y media que en demasiadas ocasiones se hacen insoportables mientras se suceden faenas eternas, con o sin promesa de lucimiento.

El nuevo texto no hace nada por evitar esa deriva y sigue consagrando tiempos muertos como el del inicio del tiempo de la faena, contado desde el primer muletazo en vez del tradicional clarinazo de cambio de suerte. Eso sí: cuenta el tiempo para acabar con el animal, si no se agotara ese tiempo, desde el primer pinchazo. Algo es algo aunque el asunto, más que a un texto normativo, compete a los actores de un espectáculo que se han dejado conquistar por esa falsa solemnidad que demora todos los tiempos de la lidia y hasta retrasa los paseíllos sin demasiado sentido. Y ahí si podría haber intervenido la autoridad. Dejamos ahí este punto.

El asunto de las cuadrillas y el papel del palco

Pero podemos hablar de otros frentes sin guarecer. Por el camino de la redacción del nuevo Reglamento se han quedado otras pretensiones, como la de adecuar el número de efectivos de las cuadrillas a la categoría y el aforo de ciertos escenarios. Un poner: ¿Realmente hacen falta nueve banderilleros y seis picadores para dar una novillada en una placita como la de Castillo de las Guardas? El ejemplo es elocuente pero la fortaleza sindical del gremio de plata hace imposible cualquier cesión en ese campo. Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho…

Ítem más: el flamante texto refuerza el papel de las presidencias hasta límites innecesarios, jugando a poner calibres a ciertos entusiasmos que no deberían constar en ningún papel. Es algo que viene de más largo. Si ya hemos dado por hecho que los premios de la lidia dependen de un reglamento –esas estúpidas salidas a hombros en medio de un ruedo desolado y a hombros de un pobre diablo a sueldo- ahora damos un paso más poniendo alambres en otros premios. Si un torero indulta un toro no puede cortar un rabo simbólico ¿Y eso por qué? ¿Por la milonga de la categoría? ¿Por qué tienen que depender ciertos honores del criterio subjetivo de un único individuo? ¿Por qué hay que reglamentar la infrecuente salida a hombros de un ganadero o un mayoral? Seguiremos comentando…

Morante a hombros en Moralzarzal el pasado fin de semana.
Morante a hombros en Moralzarzal el pasado fin de semana. / M.G.

Pero hay que hablar de Morante

El genio de La Puebla ha reaparecido muy de verdad. Desde la demorada tarde de Almendralejo ha vuelto a vestirse de luces en Castellón y Moralzarzal, incluyendo un paseíllo vestido de corto en el festival de Granada. Morante se ha mostrado en plenitud creativa, delatando ilusión y encontrando la plena comunión de ese público que le pide las orejas y también le abronca sin recato cuando –apercibido de la imposibilidad de cualquier lucimiento- tira por la calle de en medio sin mayor miramiento (algo que es de agradecer).

Mientras tanto no dejan de aparecer carteles con su nombre en los rincones más insospechados de la piel de toro. Morante, es evidente, quiere torear; encontrar el toro en todas partes como redención personal. La consigna pasa por sumar corridas. Quizá falte aún algún grado de puesta a punto en lo físico pero también es evidente que el torero que comienza la temporada 2025 no tiene nada que ver con el que inició la anterior. En menos de dos semanas está anunciado en Sevilla. El diestro cigarrero lidiará y matará el primer toro que salte al ruedo en la plaza de la Maestranza en un año relevante por tantas cosas. Estaremos para contárselo. Este Repaso semanal sí se dará un respiro el próximo Lunes Santo. La atención estará en otros ámbitos. Buena, provechosa y feliz Semana Santa.

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