Entre la estadística y el recuerdo: toreros para 2025
EL REPASO
La finalización de la temporada da pie para divagar en torno a los matadores que deben conformar el hilo conductor de la campaña que vendrá en el coso de la Maestranza
Pero en la semana taurina que se fue también se habló del asunto de las novilladas y otras rupturas de apoderamiento, como la de Oliva Soto y Rafael Peralta
Temporada 2024 en Sevilla: la prueba de la memoria
Sergio Sánchez gana la final de la Liga Nacional de Novilladas
El pasado fin de semana habíamos dado un cumplido repaso a los sucesos más relevantes de la temporada sevillana prescindiendo de la dictadura de los números y el imperio de la estadística, agarradero habitual de taurinos sin talento –como el reglamento para los que no se suelen enterar de nada- para hacer y componer las estrategias del toreo. El resumen de la campaña se sometió al juicio de la memoria. Sin más…
Ese juicio colocaba en el podio la faena reveladora de Juan Ortega, un trasteo que marcó el hilo de una temporada iniciada como un personaje de dimes y diretes y culminada como el matador más ilusionante del año. El ejemplo es válido para proponer y comparar. Si nos atenemos al dictado de la estadística –que también es necesaria, por supuesto- nos encontramos con un largo chorreo de trofeos y hasta un amplio listado de Puertas del Príncipe que no siempre es paralelo al legado del recuerdo.
Los aficionados y los periodistas, que no pueden evitar travestirse de empresarios, ya andan haciendo sus componendas para el cartel del Domingo de Resurrección de 2025, la fachada más rutilante de ese largo abono que se presenta con una caduca rueda de prensa en torno al Miércoles de Ceniza. La empresa Pagés dispone este año de un calendario más amplio –la Feria se meterá en el mes de mayo- para dar contenido a los casilleros de la temporada.
En cualquier caso, las componendas de la temporada tendrán que partir de un enigma que ahora mismo se antoja lejos de ser resuelto: ¿Podrá vestirse de luces Morante en 2025? ¿Estará listo el hombre para convertirse en el gran torero? Es el gran interrogante del otoño y el factor determinante para trazar las líneas maestras del año que vendrá. ¿Tardará en haber noticias concluyentes?
Hecha esa salvedad y sea cual sea la decisión final del diestro de La Puebla, Ramón Valencia se encuentra con un cruce de caminos: el de la productividad –aliado con los fontaneros y los funcionarios del toreo- y el de la memoria. El primero ya lo tiene hecho. En el segundo –con permiso de Morante- puede contar con matadores que den una nueva vuelta a un festejo que en 2024, sobre el papel, quedaba lejos de su verdadero argumento. Y no hace falta citar a nadie…
Oliva Soto queda libre
Pero la semana ha arrojado otras noticias, de distinta trascendencia o calado. Ahí está, por reciente, la ruptura de Oliva Soto y Rafael Peralta, que se había hecho cargo de sus asuntos profesionales durante la temporada 2024. Ambos se han deseado suerte y han subrayado que la amistad queda intacta y a salvo de cualquier sinsabor. Pero toca tomar caminos distintos. A nadie se le escapa que el año comenzó a contrapelo, rompiendo los esquemas iniciales del poderdante y apoderado, al quedarse fuera de los carteles abrileñoa. Ésa era la baza fundamental para poder intentar navegar por la temporada. A Calerito, que se esforzó a tope en el llamado cartel de la oportunidad en el que no hubo hueco para Oliva, no le ha servido apenas.
A partir de ahí, si nos atenemos al escalafón que publica ANOET, comprobamos que el nombre del torero de Camas no aparece por ningún lado. El único cartucho para quemar era el festival organizado a beneficio de las obras sociales de la Hermandad de los Gitanos y la asociación Nuevo Futuro. El torero, de raza gitana, es hermano y nazareno fiel de la corporación de la Madrugada. Su inclusión se daba por hecha, reforzada por la apuesta personal de Espartaco, que tenía clara la plaza fija del camero en el evento. Alfonso acabaría cosechando dos orejas de un gran ejemplar de El Parralejo favorecidas por el clima amable del festejo. La pregunta del millón es saber sí servirán de aval para favorecer su inclusión en el abono maestrante de 2025 que más pronto que tarde comenzará a definir sus líneas maestras…
La patata caliente de las novilladas…
Pero hay más asuntos que atender en la estela del confín de la campaña, como la final de la Liga Nacional de Novilladas celebrada este mismo domingo en Sanlúcar de Barrameda. Es noticia calentita: el ganador del circuito extremeño, Sergio Sánchez, se alzó con la victoria de este festejo que enfrentaba a los ganadores de los distintos certámenes regionales impulsados, a modo de competición, por la Fundación del Toro de Lidia.
No faltan voces que dudan de esa función empresarial para el único organismo o entidad que ha abordado la defensa y la cohesión del sector de una manera seria, responsable y con altura de miras. Pero nadie puede negar el sincero interés de la FTL en el futuro de un mundillo invertebrado en el que cada pieza va a lo suyo. Las novilladas con picadores estaban al borde de la asfixia y con ellas la renovación de un escalafón en el que entra poco, poquísimo aire fresco. Debería ser el propio sector el que apostara decididamente por la organización de estos festejos cada vez más deficitarios que han perdido muchos de sus escenarios naturales en el circuito rural.
El resto es historia reciente: la Fundación del Toro de Lidia, lejos de predicar, se puso a dar trigo de la mano de la Junta de Andalucía que creyó en el empeño desde el principio. Ahí están las cifras, el número de actuaciones y chavales anunciados, los hierros reseñados y lidiados, las plazas abiertas… ¿Todo es mejorable? Por supuesto… pero la experiencia ha mostrado que tiene más ventajas que inconvenientes aunque no debe tomarse como una obligación eterna para una entidad que tiene otros muchos frentes abiertos en estos tiempos de pan llevar. Se trata de resolver el problema, pero tampoco se puede suplantar el papel de las empresas sine die. Sería pan para hoy y hambre para mañana.
En cualquier caso, estos circuitos regionales agrupados en la Liga Nacional de Novilladas han enseñado el camino a seguir. Podemos extrapolar el ejemplo a otras plazas que, como Sevilla, salvan a duras penas los muebles del escalafón menor. Hay que agradecer que mantenga en su abono los seis festejos picados. Pero el argumento, el hilo y hasta el calendario se antojan absolutamente obsoletos y manidos. Un formato competitivo ayudaría a crear tensión e interés en unos espectáculos que los abonados reciben como relleno inevitable después del largo serial primaveral. La creciente fortaleza del otoño y sus vísperas sería un excelente envoltorio para algunas de estas novilladas que, más allá de rellenar casilleros de un cartel, deberían convertirse en verdaderas oportunidades para los aspirantes más placeados o con verdaderas posibilidades de navegar por el escalafón mayor. ¿Por qué no soñar con una final de esa Liga Nacional de Novilladas encastrada en la Feria de San Miguel?
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